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Tu época de zorrita

Si te gustan los aperitivos o la mala televisión, ya estás en camino.

Por MARIA YAGODA Ilustraciones KHADIJA HORTO

Pero sin sexo: ¿cómo?

No recuerdo una época en la que no fuera una zorra. Y con eso me refiero a una amante del sexo sin poligamia y en búsqueda constante del placer. La mayor parte de mi vida adulta ha transcurrido en chats de apps, citas y ligues como pasatiempos. Me gustaba no presionar demasiado para que todo fuera perfecto y asombroso, y siempre fui deliberada en mis elecciones sexuales. Me sentía muy libre. Hasta que la pandemia trajo un rápido cambio de ritmo.

Vivir con una depresión crónica grave, en especial durante una emergencia mundial, me impidió dar prioridad al sexo. Tenía un suministro de energía superfinito y poca motivación, por lo que realizar todos los pasos que conducen al sexo me suponía mucho esfuerzo. Las aplicaciones me agotaban, tener citas, ir a bares y, en general, conocer a gente con quien acostarme se hizo mucho más difícil. Me vi obligada a ser selectiva y mi nivel de exigencia se disparó: “¿Vale la pena ponerse medias y ligueros?”. La mayoría de mis encuentros sexuales no me volvían loca, así que la intimidad física, en cierto modo, se convirtió en algo de lo cual desprenderse en aquel momento. Desde entonces, he estado soltera y sin sexo.

Agradecí el descanso, pero al principio, incluso las comprensibles circunstancias no impidieron que me sintiera un poco mal conmigo misma. Una parte de mí pensaba: “OMG, soy una perdedora alejada del resto del mundo”. Había interiorizado que mi valía estaba ligada a mis relaciones sexuales. Mentalmente, sabía que no debía caer en esa trampa; emocionalmente, no podía evitar creer en la mentira de

que algo estaba mal conmigo. Cuando me senté a reflexionar sobre estos pensamientos negativos me di cuenta de que mi vergüenza por no tener sexo provenía de imposiciones externas, de mensajes sobre la importancia de ser deseable que me habían inculcado desde muy joven. En fechas recientes he descubierto un montón de cosas nuevas que hago en mi soledad, que eclipsan con creces cualquier pequeña muestra de validación que obtuviera de cualquiera de mis aventuras sexuales. Esto incluye prácticas de atención plena que han sido cruciales para superar mis autojuicios y callarlos. Ser capaz de atrapar un pensamiento en medio de la espiral y recordarme a mí misma que este nuevo estilo de vida es algo que yo elegí, hizo que todo encajara: en realidad, nunca he abandonado mi época de zorra, sigue intacta, cegadoramente vibrante y muy presente.

La mayoría de la gente relaciona la falta de sexo intencional con el sinsentido de la cultura de la pureza, pero mi celibato está alejado por completo de eso. Para mí, significa que soy una zorra cuando estoy viendo Futurama y comiendo helado. Soy una zorra cuando me masturbo o también cuando me pierdo en la sección de utensilios de cocina. La putería, para mí, es una libertad expansiva desconectada de algo tan literal como el sexo, y una época de putería es cualquier periodo en el que mi placer es primordial. ¡Al diablo la promiscuidad! Y ya en mi nuevo marco mental hice lo que cualquiera después de una revelación que cambia la perspectiva: publiqué un video en TikTok que decía “Si estás en una época de sequía, este es tu recordatorio de que ser un recluso célibe temporal es en realidad bastante elitista. No tener sexo con gente que apesta libera más tiempo para beber agua mineral, disfrutar de la pijama y mirar al vacío. Eso no te hace menos puta”. El video acumuló cientos de miles de visitas. No solo sentí que me acercaba al trono de la estrella de TikTok Alix Earle, sino que la sección de comentarios también validó una teoría que tenía desde hacía tiempo: había una comunidad grande y creciente de personas que abrazaban a plenitud su sexualidad y a la vez optaban de forma voluntaria por no tener relaciones sexuales. Me conmovió en particular ver que alguien escribía: “¡Putas celíacas, unámonos!”.

También soy una zorra cuando me pierdo en la sección de utensilios de cocina.

Acceder a este grupo demográfico que no sabía que existía me hizo sentir mucho menos sola. El día de Año Nuevo, felizmente sin cruda y tumbada en la cama con mi mejor amiga, TikTok me mostró otro video popular de un hombre bailando con la leyenda: “Estamos en 2023. No hace falta tener sexo activo para estar en la era de las putas. Es más una actitud. Una mentalidad. Una emoción. Un estado del ser”. ¡Me sentí tan vista por este tipo y este grupo de personas! Puedo elegir tener relaciones sexuales si se presenta una buena oportunidad, pero ya no seré autocrítica por decidir estar en el “periodo de sequía”. En este momento le estoy quitando prioridad a esto y, en cambio, estoy cuidándome de maneras que se sienten más alineadas conmigo. Me inclino hacia la comodidad de estar en mi propia presencia y aprender quién soy sin el sexo regular de antes. Esa sensación y autoconocimiento han sido muy enriquecedores para mi alma.

En retrospectiva, este retroceso sexual ha sido un raro punto brillante. Me alegro de haber hecho el trabajo interno para así recibir la satisfacción que buscaba de otras personas a través de mí misma. Estoy poniendo mi energía en situaciones como hacer algo sola y estar con mi perro y mis amigos, que me la devuelven multiplicada por 10. No me malinterpretes: con el tiempo volveré a tener mucho sexo. Al fin y al cabo, esto es una época y, por tanto, es temporal; pero creo que el sexo debe ser bueno para uno. Así que me quedaré aquí, bebiendo latas de LaCroix de coco, explorando el mundo de Pokémon Violeta –con mi yo sexual aún completamente activado– hasta que el juego de alguien sea lo bastante hipnotizante como para hacerme salir corriendo de casa.

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2023-09-01T07:00:00.0000000Z

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