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Personajes históricos, bandidos y leyendas se conjugan en estos sitios de descanso eterno

TEXTO Y FOTOGRAFÍAS:SILVIA VÁZQUEZ DE PARGA GAETA Y BÁRBARA GARCÍA GARRIDO

¿Has oído hablar del "reloj de la muerte", personificado por la aparición de una garrapata en la pared? ¿O que un enfermo arroje su ropa al suelo esté asociado con la cercanía de la muerte? Es como si el propio cuerpo, debilitado por la enfermedad, se desprendiera de sus ataduras terrenales para prepararse para el paso hacia el otro mundo. Y si un gallo se pone a cantar en mitad de la noche, las almas intranquilas ya saben que esto puede ser un mal presagio. La tradición susurra que tal advertencia es una señal inequívoca de que la muerte ronda cerca. Incluso el aullido de un perro en el espesor de la noche puede ser un mensaje de advertencia de que el tránsito final está cercano para aquellos que se encuentran enfermos.

En este pueblo mágico, donde se entrelaza desde tiempos inmemorables lo pagano con lo cristiano, nos sumergimos en un mundo donde lo inexplicable se funde con la realidad, donde la muerte es tanto una realidad tangible como una presencia inquietante que se manifiesta a través de la vida cotidiana. Te proponemos una inmersión en el Dúchas irlandés, o lo que es lo mismo, en esencia, sus raíces y su herencia ancestral.

Que no te pase por la cabeza arrojar polvo o cenizas en una casa donde reposaba un cadáver; era de obligado cumplimiento detener el reloj en el momento en que una persona exhalaba su último aliento, así como lavar la ropa de la cama y de la habitación donde yacía el cadáver.

Todo ello era esencial para eliminar cualquier rastro de impureza y asegurar el descanso eterno del alma. La transición de un funeral desde la casa hasta su destino final estaba rodeada de un peculiar rito. Antes de partir, el ataúd se colocaba en dos sillas fuera de la puerta principal, donde los seres queridos se reunían para rezar y despedirse del difunto. En un último acto simbólico, las sillas se volteaban cuando el ataúd se retiraba, por si acaso, para desterrar las malas vibras. Y si el destino hacía que una boda y un funeral se cruzaran en el camino, era el presagio de que uno de los recién casados pronto moriría. Estamos en un lugar de tradiciones ancestrales, donde la vida cotidiana se mezcla

con las creencias populares y las supersticiones. Se trata de respetar los rituales mortuorios y comprender los misterios del más allá. Cada pequeña acción es una forma de honrar y dar sentido a la vida. Pasear por aquí es adentrarse en un mundo de historia y leyendas, donde el pasado y el presente se unen en un ambiente mágico.

Hablamos de Irlanda, país acostumbrado a vivir pasajes dramáticos en su historia, llenos de leyendas, creencias, supersticiones, misterios e historias que van más allá de lo cotidiano. Mezcla de la época pagana y cristiana, origen de los druidas, brujas, duendes, hadas, Halloween, santos, sabios y mártires; parte esencial de esa historia la podemos sentir y ver en sus cementerios, donde celebran y encumbran la vida de tanta gente.

En estos cementerios irlandeses albergan el último descanso espías, rebeldes, capitanes de barco y soldados, mártires, junto con las víctimas de la hambruna y del cólera que acosaron a los más pobres durante los siglos XVIII y XIX. Los cementerios más antiguos, remontándonos a 1100 d.C., cuentan la historia de los santos y eruditos de la Irlanda cristiana primitiva y los reyes que buscaron su guía espiritual. Aquí proponemos la visita a dos cementerios irlandeses diferentes y que representan esos dos mundos: Glendalough, en el Condado de Wicklow, y Glasnevin, en la ciudad de Dublín.

Aquí la muerte forma parte de un capítulo trascendental de la vida, y cada gesto, por más insignificante que parezca, está impregnado de significado, energía y respeto hacia el más allá.

El cementerio de Glendalough, más de mil años de historia

Situado a la entrada del impresionante valle glaciar de Glendalough, el asentamiento monástico fue fundado en el siglo VI por el venerado ermitaño Saint Kevin. Este lugar sagrado fue devastado en numerosas ocasiones por vikingos, normandos e ingleses. Y por su historia e influencia en la época monacal es, sin duda, uno de los camposantos más antiguos e influyentes de toda Irlanda.

Al llegar al centro de visitantes, ubicado en la entrada principal de este Parque Nacional, nos encontramos con Joan Power, el jefe de guías, quien nos proporciona información detallada sobre todo lo que nos espera. Desde el momento en que comienza a contarnos la historia, sentimos la vibra del lugar y se nos eriza la piel. En el ambiente se respira una energía distinta, como si estuviéramos a punto de adentrarnos en un mundo misterioso y cautivador. Desde este punto de partida, seremos guiados por Pat Reid, con una auténtica pasión por la arqueología del área, y John Holden, uno de los mayores expertos y conocedores de la zona. John, quien siempre ha vivido en un pequeño y pictórico cottage ubicado justo enfrente del cementerio, es una auténtica joya en términos de conocimiento y experiencia. Poder contar con ellos es todo un privilegio.

Vamos caminando hacia el cementerio, y el paisaje que nos rodea es sencillamente maravilloso, un paraíso de naturaleza salvaje en su estado más puro. Al adentrarnos en estas tierras nos transportamos a los tiempos

de la Edad Media, cuando más de mil monjes solían habitar aquí, según nos comenta John. Aunque hoy solo quedan ruinas del siglo XI de la catedral, varias iglesias y el campo santo, el aura medieval impregna cada rincón, invitándonos a imaginar los días de esplendor de antaño y lo dura que debía de ser la vida.

Se cuenta que Saint Kevin trajo consigo tierra sagrada desde Roma y la esparció en las iglesias y cementerios de Glendalough. Según los relatos, nos comenta Pat, este acto convirtió a Glendalough en uno de los principales destinos de peregrinación en toda Irlanda, equiparándolo al valor de una peregrinación a la propia Roma. Durante siglos, personas provenientes de cualquier lugar y devotos de Saint Kevin han acudido a este lugar sagrado para dar sepultura a sus seres queridos. A principios del siglo XX, el creciente número de entierros llevó al cementerio a alcanzar su capacidad máxima, lo que desencadenó tensiones entre las autoridades de la época y el consiguiente cierre del campo santo.

Al igual que en otros asentamientos monásticos tempranos de Irlanda, el cementerio ocupaba un lugar central dentro del recinto monástico. Tras la Reforma, las iglesias de Glendalough fueron abandonadas y quedaron en ruinas. Todo el sitio se convirtió entonces en un cementerio, tanto dentro como fuera de los edificios en ruinas.

Aquí ponemos a tu disposición un mapa del emplazamiento con un camino a recorrer:

https://glendalough.wicklowheritage.org/places the-glendalough-graveyard-trail

Lo que no te debes perder

• La Cruz de Saint Kevin.

El área alrededor de la Casa del Cura y la Catedral fue probablemente un cementerio desde al menos el siglo XI. Los límites estaban marcados por la cruz de Termon ('límite del santuario') que aún se encuentra fuera del muro occidental y la Cruz de Saint Kevin en el lado este. Existe una vieja costumbre en la que tienes que abrazar la cruz, y si tus dedos se tocan, se cumplirá tu deseo.

• Las tumbas más antiguas de Glendalough están cerca del frontón este de la Casa de los Curas. Losas de tumbas sin nombre o fecha de nacimiento cubren esas tumbas. Probablemente datan del siglo XI. La piedra con nombre en pie más antigua también se encuentra aquí. Está fechado en 1697 y el nombre inscrito en él es Murlaugh Doyle.

• Casa del cura, probablemente fue construida como capilla mortuoria en el siglo XII. Dentro de la pequeña capilla hay cuatro lápidas adosadas al muro norte. Estos marcan las tumbas de los sacerdotes del siglo XVIII. La gente tomaba arcilla de las tumbas de los sacerdotes aquí porque se creía que tenía poderes curativos para las enfermedades de los ojos.

• La Piedra del Santuario: en el interior del segundo arco de la derecha se ve una cruz labrada sobre una gran losa. En épocas anteriores, a quienes buscaban protección se les aseguraba un santuario dentro del recinto interior del monasterio. Habían entrado en un espacio sagrado.

• La torre era utilizada para llamar a los monjes a diversas actividades (comida, rezos), y también para avisar de la llegada de algún peligro.

• Saint Mary´s Church, conocida como la iglesia de las mujeres, se encuentra a las afueras del recinto monacal. Según nos relata John, este edificio es el más antiguo de toda la zona, ya que data del siglo X, y era regentado por monjas. Las mujeres tenían prohibido el acceso al Monasterio por lo que buscaban refugio, protección y espiritualidad aquí.

Un rincón muy especial es el Cillini, o cementerio de niños nonatos. Joan Power nos habló de este pequeño y extremadamente emotivo rincón, recordado hasta la fecha, y que no nos podíamos perder.

John Holden, a continuación, nos explicó que hasta mediados del siglo XX, la Iglesia católica dictaminaba que un niño nacido muerto o un bebé que fallecía antes de ser bautizado no podía ser enterrado en suelo consagrado, por lo que el bebé no podía ser sepultado en la parcela familiar del cementerio.

¿Qué pasaba entonces? Algunos eran introducidos clandestinamente en el cementerio al amparo de la oscuridad y enterrados y otros eran sepultados en los antiguos terrenos de la iglesia de las mujeres.

El cementerio de niños nonatos está presidido por una cruz celta pequeña, un angelito de piedra y diversos juguetes que va llevando la gente. Aunque haya pasado ya tiempo, el lugar no se olvida y emana una atmósfera muy particular.

• La icónica iglesia Reefert es otro de los enclaves importantes del entorno. El nombre original en gaélico irlandés se traduce como "el lugar de enterramiento de los reyes", ya que alberga las tumbas de los distinguidos miembros de la influyente familia O'Toole. Aquí descansan los reyes de Leinster y los príncipes de Imaile, cuyas sepulturas evocan un pasado glorioso lleno de linaje y poderío. Esta iglesia se encuentra cerca del lago del norte, en un paraje sobrecogedor.

• Les recomendamos aprovechar el resto del día para dar un apacible paseo por el Parque Nacional, de esta manera podrás comprender por qué Saint Kevin decidió retirarse aquí y por qué ni John ni Pat se mueven del lugar. El Parque Nacional de Glendalough es un auténtico tesoro natural con sus valles, imponentes montañas y lagos. Con cada paso que des, te sentirás envuelto por la serenidad y la armonía que transmite de este paisaje único. Nos vamos de Glendalough con un sentimiento nuevo, con una energía especial y con un profundo respeto por las vidas de los que marcaron su historia.

¿Sabias que?

• El monasterio de Glendalough se convirtió en el objetivo de una invasión vikinga a gran escala en el siglo IX, debido a que esperaban encontrar reliquias valiosas.

• A pesar de los ataques vikingos a lo largo de los años, Glendalough prosperó como una de las grandes fundaciones eclesiásticas y escuela de aprendizaje de Irlanda hasta que los normandos destruyeron el monasterio en 1214 y se unieron las diócesis de Glendalough y Dublín. El asentamiento fue arrasado por las fuerzas inglesas en 1398.

• La Torre Redonda de Glendalough es la estructura más famosa de la Ciudad Monástica. Fue construida hace unos mil años.

• Los monjes de Glendalough escribieron y copiaron muchos manuscritos importantes, incluyendo la Biblia de Santa Columba, que es considerada una de las joyas literarias de la Edad Media.

• Si te adentrabas en la ciudad monástica a través de la antigua entrada principal, una vez pasabas la roca con una cruz tallada, nadie te podía detener por ningún motivo. Estabas bajo la protección de la iglesia.

• Se calcula que hay unos 1 400 monumentos funerarios, pertenecientes a diferentes épocas.

• A lo largo del tiempo, y ante la carencia de espacio, se fueron apilando los cadáveres unos encima de otros y hay poco espacio hasta la superficie, de ahí que se vean montículos por todo el lugar. Después de grandes tormentas salen a la superficie algún que otro hueso perdido.

• Solo hay una lápida escrita en irlandés. Hasta la independencia de Reino Unido, tenían prohibido la utilización de su idioma.

• Las losas de antes de 1650 no tienen texto escrito: la mayor parte de la gente era analfabeta.

• En la leyenda, a San Patricio se le atribuye la introducción de la primera cruz celta. Los celtas le hablaron de la piedra sagrada que adoraban, que representaba al sol y San Patricio hizo la marca de una cruz latina a través del círculo y bendijo la piedra.

• Siempre había una zona, fuera de los cementerios, donde se les daba sepultura a suicidas, marineros, forasteros, madres muertas en el parto, niños neonatos, delincuentes y víctimas de asesinato, enfermos mentales o deformidades físicas, hijos ilegítimos y sus madres, junto con aquellos cuya religión era desconocidos.

• Visitar este cementerio y parque natural es una de las principales atracciones turísticas de Irlanda.

Nuestro viaje a través del tiempo continúa, siendo testigos de primera línea de las grandes diferencias entre el encanto rústico de un cementerio celta como Gleandalough y la grandeza refinada del cementerio victoriano de Glasnevin al cual nos adentramos a continuación. https://glendalough.ie/ https://heritageireland.ie/places-to-visit/glendalough-visitor-centre/

Glasnevin: detrás de cada losa, hay una historia y vida

En medio de la noche, bajo el manto de la oscuridad, los ladrones de cuerpos se deslizaban sigilosamente entre los muros de los cementerios europeos, persiguiendo un negocio macabro y lucrativo. Desde el año 1400 hasta 1850, las universidades europeas establecieron teatros de anatomía, donde los estudiantes tenían la oportunidad de presenciar disecciones realizadas por anatomistas en cuerpos robados.

Un oscuro comercio florecía en este sombrío escenario. Incluso desarrollaron un método para sacar el cuerpo sin tener que tocar la lápida: excavaban un túnel estrecho y en ángulo en la parte trasera de la tumba, rompían la parte de arriba del ataúd, insertaban un gancho o unas cuerdas y sacaban el cuerpo.

Los límites llegaron a ser traspasados de manera impensable. En 1828, dos irlandeses, William Burke y William Hare, fueron condenados por asesinato en

Escocia. Su infame crimen consistía en haber asesinado a 16 personas para luego vender sus cadáveres a la Escuela de Medicina de Edimburgo. Estos actos dejaron al descubierto la siniestra realidad que acechaba en las sombras de la sociedad angloirlandesa.

Fue entonces en el año 1832, cuando el cementerio de Glasnevin abrió sus puertas, que se tomó en cuenta la importancia de garantizar su seguridad. Sus terrenos fueron rodeados por una imponente muralla y torres de vigilancia. En un principio, había perros para perseguir a los maleantes. Hoy día, se han establecido mecanismos legales y éticos para el estudio anatómico. Las personas tienen la opción de donar sus cuerpos a la educación y la investigación médica.

Esas murallas y torres es lo que nos encontramos cuando llegamos a la entrada de Glasnevin, impresionan. Las murallas y todo lo que descubrimos en su interior y que merece la pena que exploremos.

Como ya se sabe, nada ha resultado fácil en este país. En el siglo XIX y bajo el dominio de los ingleses y protestantes, las leyes penales irlandesas impusieron restricciones a los católicos, limitando sus derechos funerarios y entierros.

En ese contexto, a los católicos sólo se les permitía realizar servicios funerarios limitados en cementerios protestantes, e incluso los sacerdotes católicos podían ser castigados por llevar a cabo tales ceremonias.

En la década de 1820, el líder político irlandés Daniel O'Connell inició una campaña en el parlamento inglés en contra de estas restricciones discriminatorias. Gracias a sus esfuerzos, se logró establecer el cementerio de Glasnevin en 1832. Este lugar, descrito como la "necrópolis nacional de Irlanda", rompió con las limitaciones impuestas y se abrió a todas las denominaciones religiosas con lo que se convirtió en un símbolo de la lucha por la igualdad y la libertad religiosa en Irlanda, en el último hogar de políticos que dejaron una huella imborrable en la historia de Irlanda, como Daniel O'Connell, Michael Collins, Eamon de Valera, Charles Stewart Parnell y la Condesa Markievicz.

Además de albergar a figuras ilustres, Glasnevin acoge a más de un millón y medio de personas, incluyendo a las víctimas de la Gran Hambruna irlandesa y de la pandemia del cólera que azotó esta parte del país a mediados del siglo XIX. Este cementerio se convierte así en un testigo silencioso de las tragedias y las penurias que sufrió el pueblo irlandés durante uno de los períodos más oscuros de su historia.

Paseando por sus calles

Empezamos nuestro recorrido por el cementerio, donde encontramos con caminos bien definidos y estructurados, arbolados, principalmente poblados por altos tejos, árboles con un significado especial en la cultura celta, ya que están asociados con la muerte y el más allá. Estos árboles y su sombra añaden un toque de misticismo y conexión con el lugar. Todo está exquisitamente cuidado: la zona de la entrada impoluta, la victoriana con un muy cuidado estilo silvestre, muy propio de la época.

A primera vista nos impresiona la enorme variedad de lápidas, esculturas y cruces las cuales resaltan la grandiosidad del lugar a lo largo de eternos y serpenteantes pasillos. Y aquí nos unimos a uno de los muy interesantes tours que ofrece el cementerio. Si, Glasnevin cuenta con museo y tours en los que te ayudan a entender y apreciar toda la vida ahí enterrada, sus grandiosidades y sus penurias. Nuestro tour se centrará en los personajes ilustres y nos llevará de la mano de Ultan Moran, un auténtico experto en la historia y genealogía del lugar.

Otro servicio que ofrece este centro es el de genealogía: buscar a familiares, si uno cuenta con apellido irlandés o la sospecha de que algún familiar está enterrado en el lugar, servicio de especial interés para los muchos estadounidenses de origen irlandés que buscan sus raíces.

La primera parada es en la impresionante Torre O'Connell con 55 metros de altura y el mausoleo de Daniel O´Connell que yace a sus pies. Aunque puede resultar un desafío, merece la pena tomar aliento y animarse a subir para apreciar todo el panorama del cementerio.

Un poco de historia

Ultan hará un recorrido por los últimos deseos O'Connell antes de fallecer en 1847, y el misterio que hay detrás de su corazón. Un hecho aún no esclarecido

–nos cuenta–, es que, como un acto de venganza por la explosión del pilar de Nelson por el Ejército Republicano Irlandés en 1966, los radicales irlandeses que se oponían a la unificación de la isla de Irlanda (lealistas) colocaron una bomba en la base de la torre, que detonó en la década de 1970, provocando daños estructurales en la misma pero dejando intacto el ataúd. Su intención era destruir uno de los símbolos de unión del pueblo irlandés.

Continuando nuestro recorrido, llegamos a una zona con forma de semicírculo, donde destaca una imponente roca con el nombre de Parnell, otro influyente político de finales del siglo XIX. Lo que resulta inquietante es que él eligió que su tumba reposara en una fosa común que alberga a más de 11 000 cuerpos fallecidos por cólera. Ultan nos cuenta que cada una de las personas enterradas en el cementerio está meticulosamente registrada, con sus nombres, apellidos, edades, fechas de nacimiento y muerte, así como la causa de su fallecimiento, incluso si descansan en una fosa común.

Nuestro guía nos hace notar que casi todas las tumbas están orientadas hacia el este, tanto paganas como cristianas. Estos últimos creían que miraban el amanecer y

la subida de Jesús a los Cielos. Comenta que un velatorio típico solía durar varios días y que al fallecido en ningún momento se le dejaba solo. Conforme fue pasando el tiempo, los velatorios y funerales se fueron acortando para bajar el nivel de alcohol que se consumía.

Mientras paseamos por Glasnevin, podemos sentir cómo las antiguas lápidas, con sus pesadas mesas de mármol, son testigos silenciosos de las vidas de tantas personas.

Al abandonar este cementerio, nos marchamos con un renovado aprecio por aquellos que descansan aquí y con un recordatorio constante del valor de respetar a los difuntos y preservar la dignidad de sus últimos momentos. Irónicamente, el cementerio de Glasnevin es uno de los lugares más vibrantes de Dublín, lleno de vida y significado.

Para más información consulta: https://www.dctrust.ie/experience-glasnevin.html

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2023-09-01T07:00:00.0000000Z

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