Televisa Kiosco Digital

Princesa, madre y abuela feliz, la vida plena de Carolina de Mónaco a sus 66 años.

UNA PRINCESA, MADRE Y ABUELA FELIZ

POR MARI RODRÍGUEZ ICHASO

Con 66 años, siempre sonriente, elegante, con el pelo canoso y una gran naturalidad, la royal se ve plena en esta etapa de su vida.

Muchos se preguntarán, ¿cómo es la vida de Caroline Louise Marguerite Grimaldi, princesa de Mónaco y de Hannover? Lo que podemos asegurarles es que Carolina es una mujer muy moderna y realista, que ha aceptado con total naturalidad el paso de los años. Y que, por encima de todo (como muchas de nosotras), es abuela. Y según me han contado, ese rol familiar es la razón de su vida y lo que la mantiene tan feliz. Carolina adora a sus nietos, igual que a sus hijos Andrea, Carlota, Pierre y Alexandra, y está muy unida a ellos.

Cuando veo sus fotos, y como soy curiosa, las acerco y escudriño, a ver si encuentro algún rastro que denote cirugía plástica, fillers o bótox. ¡Y la verdad es que no hay nada! Al contrario, hay fotos en las que se le notan bastante las huellas del tiempo, en especial en el cuello. Pero ella, con su sonrisa tan genuina, “borra” esas arrugas como si fuera una ilusión óptica ¡y la vemos proyectando una imagen radiante! Los que la conocemos desde que era muy joven nos alegramos por ella. Claro, el dinero no le falta para hacerse el mejor retoque posible del rostro, y si lo ha hecho, ha sido muy, muy, discreta. Es posible que Carolina haya tomado mucho sol en su vida y eso puede haberle envejecido la piel antes de tiempo; aunque eso no le importa, pues adora disfrutar del sol junto con sus hijos y sus nietos en su yate Pacha III por el Mediterráneo, igual que cuando era una jovencita soltera que viajaba algunas veces a Estados Unidos en el verano, para compartir con sus tíos y primos Kelly en Filadelfia.

QUÉ MUJER TAN PLENA Y SIMPÁTICA

La conocí en persona en París y estuve con ella en dos ocasiones. La primera, en el backstage del desfile de Chanel, donde conversamos un ratico en inglés, incluso recuerdo que me sorprendió su acento tan norteafricano (además de francés, la princesa habla italiano, español y alemán). Y la segunda, en un coctel ofrecido por Jacqueline de Ribes, la condesa y socialité más famosa y elegante de París. Entonces Carolina estaba embarazada de Pierre y fumaba como una chimenea. Fue amabilísima y muy simpática, como siempre la imaginé.

Con relación a su vida privada, aún existe un silencio oficial sobre su separación del príncipe Ernesto de Hannover (en 2009, tras 10 años de matrimonio), su tercer marido, y rumores de divorcio. Curiosamente, hoy no se le conoce romance alguno a la enamoradiza princesa, ¡y si lo tiene, lo oculta muy bien!

No obstante, algunos amigos que tengo en Mónaco, donde la princesa tiene su residencia oficial, me cuentan que “de nuevo ella es una mujer feliz”. Está sola, sí, lo que tiene locos a todos los paparazzi por captar algún día esa primera foto de un nuevo romance, pero Carolina luce regia, muy chic y alegre, y está ocupadísima todos los días acudiendo a eventos culturales y de caridad,

muchos en representación del principado de Mónaco. Y hace unos meses la vimos divina junto con Christian Louboutin en el Baile de la Rosa.

Atrás quedó la cara triste y desencajada que tenía Carolina en 2009, poco antes de separarse de Ernesto, luego de haber soportado sus conocidas borracheras y muchos escándalos; ahora luce satisfecha en su propia piel, con una actitud seductora y liberada. Y sus hijos Andrea, Carlota y Pierre Casiraghi, y la princesa Alexandra de Hannover, todos con sus propias vidas, están encantados de ver a su madre serena. De hecho, la princesa Alexandra, quien no ve mucho a su padre, lo que sorprende a todos, y la única soltera de los cuatro, aún vive con su madre y son muy unidas.

¿SE DIVORCIARÁ ALGÚN DÍA?

Ahora bien, para los que se preguntan por qué Carolina no ha roto del todo con Ernesto de Hannover, pocos saben que a ella le importa tanto el mundo de la aristocracia y los títulos (¡adora su condición de princesa y primogénita de Rainiero y Grace!), que no se ha divorciado de él porque al hacerlo perdería su rango de Alteza Real, un título que ahora la pone por encima de su hermano Alberto y su cuñada Charlene, que sólo son Altezas Serenísimas. ¿Se imaginan? Al ser parte de la Casa de Hannover, Carolina ocupa una posición muy superior a la de los Grimaldi, quienes no son tan respetados entre

la realeza europea, y hasta llaman a Mónaco “un principado de opereta”. Asimismo, Carolina desea que su hija, la princesa Alexandra de Hannover (oficialmente Alexandra Charlotte Ulrike Maryam Virginia Prinzessin von Hannover), de 24 años, mantenga todos sus privilegios como descendiente de un príncipe que es jefe de una de las casas más antiguas e históricas de Europa. Como les hemos comentado en otras ocasiones, si no hubiera sido por los inesperados cambios y giros de las dinastías, Ernesto de Hannover habría sido el rey de Inglaterra ¡y Carolina su reina!

Desde la boda de Alberto y Charlene en 2011, y el nacimiento de sus mellizos Jacques y Gabriella, Carolina y sus hijos no tienen posibilidad de gobernar en Mónaco. Su relación con su hermana, la princesa Estefanía, siempre ha sido complicada, pero actualmente pasan por un buen momento, lo mismo ocurre con su hermano Alberto, su controversial cuñada Charlene y sus sobrinos.

Carolina, con mucha inteligencia, ha olvidado sus ambiciones con relación al principado, aunque, por supuesto, al haber sido la primogénita de Grace y Rainiero, habría querido heredar el trono, lo que en Mónaco no es legalmente posible por ser mujer. Y aceptando su realidad, la princesa se ha concentrado en ser feliz con sus hijos y sus nietos. ¡Y quizás hasta se ha olvidado del amor, que siempre fue tan importante en su vida!

CONTENT

es-mx

2023-11-01T07:00:00.0000000Z

2023-11-01T07:00:00.0000000Z

https://editorialtelevisa.pressreader.com/article/282449943695981

Editorial Televisa