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Aunque falleció hace más de cuatro décadas, su legado sigue vigente. La vida de Grace Kelly se hizo un mito,

Grace Kelly simboliza la elegancia atemporal. Su historia y estilo la colocan entre las figuras más emblemáticas de los últimos tiempos. Te contamos por qué es un modelo a seguir para las nuevas generaciones.

POR EUGENIA GARAVANI

Nadie habría podido imaginar lo que el destino le tenía deparado a Grace Patricia Kelly, quien nació un 12 de noviembre de 1929, en Filadelfia. Hija de un medallista olímpico y de una exatleta y elegante ama de casa, los sueños de Grace primero se cristalizaron en la pantalla grande, donde brilló desde el primer momento y alcanzó peldaños jamás imaginados por su familia: obtuvo el premio Oscar en la categoría de Mejor actriz, por su papel en la cinta The Country Girl, al lado de Bing Crosby. Y después un encuentro fortuito daría a su vida un giro de 180 grados, pues la joven de clase alta de Pensilvania, Estados Unidos, se convirtió en princesa y tras su trágica muerte, en leyenda.

Grace Kelly es la expresión eterna de clase y estilo. El legendario director de cine Alfred Hitchcock la definió como icónica, enigmática y con una belleza punzante, casi irreal. En el séptimo arte representó una figura fría, misteriosa e indiferente, y Hitchcock la idealizó y contribuyó a crear al mito. Si analizamos a la actriz a través de sus películas, podemos verla en diversos personajes, como una dama enamorada en el Medio Oeste, una mujer valiente en medio de la selva o una joven divorciada de la alta sociedad, lo cierto es que todos tenemos nuestra versión favorita de Grace. Pero su figura trascendió las alfombras rojas de Hollywood y llegó al balcón del palacio del principado de Mónaco. Los retratos oficiales nos muestran su rostro digno y sereno de su último y más icónico personaje: el de princesa de Mónaco.

En sus años como intérprete, Grace se destacó por sus modales sobrios y femeninos. “Miss Kelly”, como solía llamarla la prensa, siempre era el centro de atención. En Hollywood, se le consideraba una mujer gentil y bien educada, pero en privado siempre fue discreta y solía hablar poco de ella; Kelly venía de una familia de clase alta y sin decirlo, con tan sólo verla, era evidente que había tenido una vida privilegiada.

Su moderación y deseo de ser vista como una actriz seria, definitivamente influenció su estilo. Probablemente, su educación también tuvo que ver en la creación de su icónica manera de vestir. Su madre Margaret era católica, muy tradicional, y tenía firmes valores, sin embargo, la Sra. Kelly también amaba la moda y era poseedora de un gusto exquisito para vestir. La madre de Grace tenía una colección de maletas Louis Vuitton y un joyero envidiable. Y su padre también repercutió un poco en su estilo; campeón olímpico, John “Jack” Kelly siempre fue exigente con sus hijos respecto al deporte, así que desde muy niña Grace practicó natación, y aunque su salud no le permitió destacar en ninguna disciplina deportiva, el rigor paternal en la educación y la disciplina deportiva se reflejaron en todos los aspectos de su vida.

SU INFLUENCIA HOY

Su característico corte de cabello (una melena rubia corta) y otros elementos, como sus imprescindibles guantes blancos, fueron algunos de los elementos que Grace siempre conservó de sus años en Hollywood, y que continuó usando como princesa. A mediados de los 50, los guantes blancos eran símbolo de las chicas nobles bien educadas que seguían estrictamente los cánones de etiqueta, según los cuales, este accesorio era necesario en la calle, en la iglesia, en las cenas oficiales o en el teatro. Sin embargo, en la industria cinematográfica esta tendencia resultó ser tan impopular que el director Fred Zinnemann recordó su encuentro con Grace Kelly, señalando que hasta entonces “nadie había acudido a él con guantes blancos”.

De sus looks más memorables como actriz, nos viene a la mente el icónico vestido verde menta de Edith Head, que Grace usó para los Oscar en 1955. En la cinta To Catch a Thief junto a Cary Grant, lució un vestuario envidiable que ella hizo resaltar con su porte, y su vestido de estilo griego ha sido imitado por celebridades e incluso por la propia Lady Di, con una versión de Catherine Walker, a su paso por la alfombra

roja del Festival de Cine de Cannes de 1986. Varias décadas después, su nieta Carlota Casiraghi llevaría algo muy similar en el banquete de matrimonio de su tío, el príncipe Alberto, con un look en azul cielo firmado por Giambattista Valli.

Quizá uno de los accesorios más conocidos y asociados con Grace Kelly por más de 60 años, es el icónico bolso de Hermès: “Kelly”. A mediados de los años 50, los bolsos grandes se filtraron en la moda cotidiana femenina y esta tendencia se vio reforzada por Grace Kelly, quien fue vista muchas veces con su bolso de Hermès (durante el Festival de Cine de Cannes de 1955, después del anuncio de su compromiso con el príncipe Rainiero III y durante los eventos previos a su boda en Mónaco). Sólo bastaron unas pocas apariciones públicas para que el bolso llevara el nombre de la estrella. En los 60, de hecho, el “Kelly” se convirtió en un símbolo de estatus social, ya que pocos podían permitírselo. Y la longitud de la lista de espera decía mucho del prestigio bolso.

LOOK INOLVIDABLE

No podemos dejar de mencionar su ajuar de novia, una legendaria creación de Helen Rose, comisionado como regalo de la Metro-Goldwyn-Mayer para la famosa estrella. El vestido llegó en avión en diez partes diferentes y el departamento de vestuario del estudio creó el look de “princesa de cuento hadas”, pieza por pieza. Venía, por ejemplo, el corpiño de encaje, también había un soporte para la falda que iba debajo del corpiño. Bajo la falda plisada de faya de seda se llevaban enaguas básicas con volantes y alisadas. Asimismo, una aplicación de cola y un fajín de faya de seda completaban el espectacular conjunto. Además de la falda, el vestido incluyó 100 metros de red de seda. Y en lugar de una tiara elaborada, Grace Kelly optó por utilizar un gorro Juliet para mantener el velo en su lugar. El tocado tenía perlas y encaje, así como una corona de flores de azahar de papel. En definitiva, es un diseño que ha sido objeto de admiración para royals y celebridades, tanto, que personalidades como Marie-Chantal de Grecia, Kate Middleton, Nicky Hilton, Miranda Kerr, Lady Kitty Spencer y, recientemente, Michelle Salas, han optado por un look nupcial casi idéntico, firmado por diseñadores como Valentino, Alexander McQueen, Dior y Dolce & Gabbana.

EL EFECTO GRACE

Cuando Grace Kelly contrajo matrimonio con Rainiero no era la primera vez que una actriz de Hollywood seducía a la realeza. Una década antes, en 1949, Rita Hayworth se había casado con el príncipe Aly Khan, pero el matrimonio no duró a pesar de haber procreado una hija.

En 1956, cuando Grace se casó con Rainiero de Mónaco, era el relato de un auténtico cuento de hadas, y es que una de las intérpretes más bellas y exitosas se convertía en princesa. Después de ella, pasaron muchos años para que una actriz volviera a ingresar a una casa real.

Y a pesar de que varios príncipes europeos vivieron romances con celebridades, como Alberto de Mónaco y Felipe de España, quienes en su momento salieron con personalidades como Brooke Shields o Inés Sastre, ninguno había llegado al altar. Fue hasta 2003, cuando el príncipe Manuel Filiberto de Saboya, heredero al trono de Italia, se casó con la actriz francesa Clotilde Courau.

Finalmente, en 2018, llegó Meghan Markle, la protagonista de la famosa serie Suits, quien conquistó al príncipe Harry y su boda se convirtió en un evento histórico.

Pero no podemos mentir, toda mujer de Hollywood relacionada con la realeza vive su “momento Grace”, ese instante en el que poder emular la vida de la icónica princesa se convierte en una posibilidad, y eso es vivir bajo los reflectores no sólo como una celebridad sino como una princesa.

VANIDADES

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