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EN CUENTA REGRESIVA CON DENZEL WASHINGTON

Delicosa conversación con un grande de la actuación, en exclusiva para Esquire

Mario P. Székely

MEDIR LA VIDA DE UN HOMBRE como Denzel Wasgington es tarea de titanes. Si pensamos en reconocimientos, estos van desde dos premios Oscar, tres Globo de Oro y un Tony en el mundo del teatro, hasta la medalla presidencial otorgada en el 2022. El New York Times colocó a este actor como el Mejor del Siglo XXI, mientras que el festival de Berlín puso en sus manos un par del premio Oso de Plata.

Pero Denzel está hoy aquí para cronometrar la entrevista. El pretexto, averiguar sobre su personaje de Equalizer 3 (2023), donde regresa con el personaje del retirado agente de inteligencia y ex marine Robert McCall, quien intenta ponerle reset a su vida en un poblado de Italia.

El primer intento de saber las razones tras esta cinta que procede de Equalizer (2014) y Equalizer 2 (2018), no tiene una elaborada respuesta por parte de Washington, cuya voz llega por la bocina de la computadora desde Atlanta, Georgia, donde filma la adaptación de la conocida obra de August Wilson, The Piano Lesson.

“Quise hacer una nueva cinta de Equalizer porque me llevo muy bien con el director Antoine Fuqua y sé lo que él y el escritor Richard Wenk pueden lograr. Sumado a eso, ir a Italia, país que amo era muy buena idea”, confiesa el actor de 68 años.

Al igual que McCall, aquí no hay respuestas intelectuales, sino instintivas, como cada golpe que el personaje da en su cinta, preciso y sin mucha emoción detrás. Su manera de decir las cosas denota a un Denzel pragmático. “Siendo honesto contigo, no pienso de manera profunda el tema de la violencia. Esta ha estado desde el principio de nuestros tiempos, revelando que como humanidad somos violentos”, confiesa.

“Tenemos la costumbre de que la gente toma ventaja sobre otras personas, así como hay gente que siente la necesidad de protegerlas, incluso de buscar justicia para ellas”, dice Washington.

Entonces es tiempo de hablar de la familia. El actor, que también ha sido nominado a ocho premios de la Academia en repetidas ocasiones, gusta citar la presencia de su esposa, Pauletta Pearson, con quien está casado desde 1983 y a su lado disfruta viajar. En Equalizer 3 lo hizo en la costa Amalfitana italiana, en una aldea costera llamada Positano, que lo ponía a solo 45 minutos del lugar de rodaje, dándole la posibilidad también de tomar vino y brindar con sus amigos.

“Tuve un departamento muy lindo, cuyas ventanas se asomaban al mediterráneo y podía ver la salida del sol cada mañana. Eso hacía de este pequeño poblado un lugar mágico. Patroni es un pueblo único. Creo que tiene la plaza más pequeña de toda Italia. Poder viajar por la costa y luego estar listo para ver las olas o incluso escuchar el agua desde mi camerino, o solo asomarme por la ventana y ver los pájaros… ¿sabes? Amo los guisados, las pastas y el pescado. ¡Tal vez fui italiano en mi vida anterior!”, afirma dejando fluir sus emociones, denotando los 30 años que lleva viajando a los confines romanos.

El sabor a familiaridad también existe en la secuela de Equalizer, presentando a Dakota Fanning, de 29 años, con quien Washington compartió cámaras al filmar en México Man on Fire (2004) cuando ella era niña. Hablar que una vez más le toca proteger a la rubia actriz, es causa de una sonrisa en el actor.

“Nunca había hecho una película con una mujer que la última vez que había trabajado con ella tenía 10 años. Esa primera aproximación que tuve con el talento de Dakota, 20 años después sigue siendo real. Desde que la conozco no era niña estrella, sino una actriz muy buena”, comparte Washington más en tono de colega que de mentor.

El respeto a sus colegas actores siempre ha estado ahí para él. Después de trabajar con Viola Davis en la puesta de escena ganadora del Tony, Fences, de August Wilson, poeta y dramaturgo pro derechos civiles, Denzel se volvió productor, director y actor de la adaptación al cine, convocando a la misma actriz que terminaría ganando el Oscar en el 2017.

“Me entusiasma que Fences, al estar en Netflix, puede llevar al pensamiento y obra de August Wilson a muchos rincones del planeta”, explica Washington, para reflexionar sobre el hecho de seguir acudiendo a las salas de cine: “Nunca imaginamos que un día la gente iba a preferir quedarse en casa a ir a una sala de proyección. Yo creo que ahí es donde existe la experiencia de comunidad, bromeas, echas porras al héroe, lloras e incluso avientas palomitas. Esto no lo puedes hacer en ropa interior sentado en tu sillón en casa”.

Considerándose un actor por accidente. Washington, cuyos padres se divorciaron cuando tenía 14 años, comenzó su camino al mundo artístico cuando ellos lo

reclutaron en una academia militar en Windsor, Nueva York, decisión que describe como fundamental para cambiar su vida, pues muchos de sus amigos del barrio habían terminado en la cárcel.

“Yo hice lo mismo que ellos. Simplemente nunca me atraparon”, lanza este dardo con su conclusión. Su rebelión, roce callejero e incluso habilidades para el box y basquetbol, fueron fundamentales para filmes como The Hurricane (1999) de Norman Jewison o que Spike Lee lo hiciera su protagonista en He Got Game (1998) y como el activista Malcolm X en el filme del mismo nombre de 1992. Washington dice que su primer amor fue el teatro y que, tras descubrir de jovencito en un campamento de verano que podía actuar, ya no quiso soltar el oficio histriónico. Aun así, su meta era ser un actor como James Earl Jones (Star Wars, Conan the Barbarian), quien curiosamente fue parte de la primera compañía teatral de Fences y que tenía de vez en cuando apariciones en cine.

“Dios sabe bien que yo no quería ser actor, pero a mis 20 años descubrí que tenía estas habilidades, que al usarlas me pusieron en la dirección correcta. Tampoco hubo evento definitorio en mi vida que dije: ‘¡Oh!’ y de ahí ya todo se dio. El cambio no es un evento, es un proceso. Incluso el éxito no es solo un evento. No me hice de la noche a la mañana y puedo decir que no existe una línea directa desde que inicias a la cima”, asegura con énfasis.

Sin querer, define cómo entiende a sus personajes, aun cuando hayan sido protagonistas que salvaron al mundo de amenazas atómicas como en Crimson Tide (1995), defendieron derechos humanos como Mississippi Masala (1991) y Philadelphia (1993), descubrieron conspiraciones políticas como The Pelican Brief y The Siege (1998) y como mentores de por vida como en Remember the Titans (2000) y Antwone Fisher (2002), atreviéndose a profundizar en líderes atormentados como en Flight (2012), Fences, The Tragedy of Macbeth (2021) y la misma serie de Equalizer. Washington dice que su manera de comunicarse con la audiencia es en la inmediatez de la interpretación frente a la cámara, pues nunca estará viendo sus rostros cuando reaccionan ante la pantalla.

“Me encanta hablar con la gente joven. He sido promotor de Boys and Girls Club of America –del que fue parte Denzel de chico– durante muchas décadas. Pasamos de tener 2.200 clubes a 5.000 en todo Estados Unidos impulsando, levantando y motivando a las nuevas generaciones”, cuenta. Y añade: “Siempre estoy listo a hablar con los jóvenes y aprender de ellos y enterarme de lo que está sucediendo en sus cabezas. Incluso comprobar que no son tan negativos y cínicos como algunas personas mayores llegamos a ser”.

“Cuando hablo con mis contemporáneos sobre los jóvenes, siempre me muestro optimista del futuro de ellos, simplemente porque ya ganaron”, puntualiza.

El reloj llega al punto que indica la entrevista debe terminar. Aunque solo escuchamos la voz de Denzel, no es difícil imaginarlo como su Robert McCall viendo como águila los números en cuenta regresiva que lo pondrán en acción hacia lo que viene. Tiempo fuera.

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