Televisa Kiosco Digital

COSECHAR

Labrar, sembrar y

Fotografías de ALEJANDRO SALINAS Fashion styling de ALONSO MURILLO Entrevista de MARÍA JOSÉ GUZMÁN

La primera vez que conocí a Fernanda Castillo fue en 2006, en el estreno de la obra Hoy no me puedo levantar. Al finalizar la función, yo –extasiada por ser fanática de Mecano y conmovida hasta las lágrimas por las actuaciones de aquellos jóvenes actores que no conocía – esperé a los protagonistas a las afueras del teatro para poder pedirles una foto o un autógrafo. Afortunadamente para mí, Fernanda Castillo, Alan Estrada y Luis Gerardo Méndez –el cast principal de la obra en aquel momento– salieron amablemente a fotografiarse y convivir un rato con quienes los esperábamos al terminar la función. En ese momento que pude tener de cerca a la imponente presencia de Fernanda, jamás imaginé que la vida me daría la oportunidad de trabajar a su lado. Pero de lo que sí estaba segura después de ver su magnífica interpretación de María en ese musical de Nacho Cano, es que Fer llegaría muy lejos y que su pasión, talento y generosidad en el escenario la convertirían en una estrella. No me quedaba la menor duda.

Por eso hoy, después de 17 años de aquel breve encuentro, se me eriza la piel al pensar en todo el trayecto recorrido por la actriz. Nuestros caminos se cruzaron nuevamente cuando tuve la fortuna de hacerle una sesión de fotos de portada para una revista en la que yo era editora de moda, por ahí del 2016. Una década después de haberla conocido brevemente a la salida de un teatro, por fin podía conversar con ella, vestirla para aquellas fotos y lograr una conexión que en ese momento no entendí bien pero que, tiempo después, se convertiría en algo muy especial: de 2017 a 2018 me convertí en la fashion stylist de Fernanda, apoyándola con looks para sus alfrombras rojas, junkets de prensa y producciones editoriales. Fue precisamente en una sesión de fotos de portada para la revista Vanidades, en la cual me encargué de vestirla, que me encontré con el equipo de Harper’s Bazaar –tanto Vanidades como Bazaar pertenecen al mismo grupo editorial– y al poco tiempo entré a trabajar a este último título, del cual hoy soy directora editorial. Nunca se lo he dicho a Fernanda, pero fue en parte gracias a ella y a la oportunidad que me dio de trabajar a su lado, que hoy estoy al frente de esta revista. Nuestra conexión ha sido para mí un amuleto de la suerte y siempre le estaré profundamente agradecida.

Con el paso de los años seguí la carrera de Fer con orgullo y siempre feliz de verla triunfar en el teatro, la televisión y el cine. Pero fue a principios de este año cuando la vi en su interpetación de ‘Ella’ en la obra Siete veces adiós que me dije a mí misma “Fernanda se merece todo”. Verla nuevamente sobre el escenario, con una interpretación tan conmovedora y desgarradora en esa obra que literal está hecha con el corazón (roto), me hizo pensar que tenerla en la portada de Harper’s Bazaar no sólo era un reconocimiento por su talento y entrega sino un verdadero honor para nuestro título al reconocer a esta mujer trabajadora, fuerte, apasionada y a quien nadie le ha regalado nada. Fernanda está donde está porque ella misma se ha construido, a base de mucho esfuerzo y sacrificio, su propio éxito.

Fernanda y yo nos encontramos ahora en un café de la colonia Roma para poder platicar sobre el pasado, el presente y lo que desea que el futuro le depare. Sus primeras reflexiones me conmueven. “Llega un momento en la vida que te empiezas a preguntar: ‘¿Ha valida la pena todo lo que he hecho?’ Porque llegas a cierta edad en la cual empiezan los cambios y porque en esta industria es difícil mantenerse. Hay mucha gente más talentosa que yo e igual de trabajadora, pero no han tenido ni la mitad de lo que yo he tenido. Agradezco mucho todas las oportunidades y todo lo que he podido lograr”, afirma la actriz con honestidad. “Pero me pasa que ha sido un año de cuestionarme todo. Regresé al teatro con Siete veces adiós después de ser mamá, y después de casi morirme… y esa obra me regresó la vida, el gusto por el escenario, el valorarme, el ver el teatro lleno, que la gente quisiera verme otra vez, me emocionó mucho. Pero al terminar esa etapa me pregunté: ‘¿a dónde quiero ir realmente?’”, revela.

El camino de Fernanda ha estado plagado de éxitos gracias a sus participaciones en telenovelas y a los éxitos en películas como Una mujer sin filtro, Dulce Familia, Ya veremos, Mi pequeño gran hombre, Enfermo amor y muchas más. Pero Fernanda recuerda con especial cariño su protagónico en Una mujer sin filtro. “Después de que nadie me daba trabajo en el cine, me dieron esa oportunidad. Recuerdo que en la noche de estreno me subí a la alfombra roja para la foto de grupo y de repente los fotógrafos dijeron: ‘Que se quede sólo la protagonista’ y todos mis compañeros se bajaron y me quedé yo sola ahí parada. Flavio Medina empezó a aplaudir y me dieron ganas de llorar porque jamás pensé que yo iba a ser la que se quedaba ahí posando como protagonista”, confiesa conmovida. “Esa película tiene un mensaje que también me sirvió mucho: pensamos que para que nos acepten debemos callar, aunque sea algo que nos duela o humille. ¿Qué tal si dijéramos más lo que realmente pensamos? Fue la primera oportunidad para mí de decir ‘Yo puedo hacer esto’ y fue muy emocionante”, confiesa.

Pero es innegable que el papel que fue un parteaguas contundente en su carrera fue el de Mónica Robles, en la serie El señor de los cielos. Definitivamente fue un hit que le permitió a Fernanda alcanzar el éxito definitivo. Todavía hasta el día de hoy la gente la aclama por su interpretación y el hashtag #CabronaComoMónicaRobles sigue teniendo consecuencias virales en las redes sociales. “No sé si en mi vida vuelva a tener un mejor personaje que el de Mónica Robles. Al principio no estuve consciente de su magnitud. Fue hasta el tercer año (yo estuve 5 temporadas nada más) que me dí cuenta del boom”, asegura. “Jamás imaginé eso para mí. Siempre me habían dicho: ‘tú no tienes lo que se necesita para triunfar en la televisión, no eres lo suficientemente bonita para protagonizar, no eres lo suficientemente sexy para ser antagónica, vas a ser actriz de reparto toda tu vida’. Y yo me dije: ‘¿y si no?’ Para ser Mónica Robles me transformé, tiré todos los prejuicios. Me disfracé de esta mujer sensual y poderosa; creé algo con tantas ganas de que cada detalle significara, que pienso que ese lenguaje le llegó a la gente. No permitieron que el personaje se muriera en la primera temporada y regresó por varias más. Y cada vez que la mataban la gente se volvía loca”, recuerda con nostalgia. “La sigo viendo y me sigo sintiendo muy orgullosa de lo que hice. Estamos hablando de una época en donde sólo podía ser protagonista la buena que pone la mejilla para que le den la primera cachetada. La humilde-generosa-virginal-perfecta, y este personaje logró hablar de una mujer con defectos –como todas lo somos–. Una mujer que deseaba mucho, que se había metido en una relación tóxica y no sabía cómo salir de ella. Una mujer sexualmente activa, que decía groserías, y eso no existía en la TV a menos de que fuera una súper villana sin sentimientos. Fue un personaje que hizo que mucha gente dijera: ‘yo, que soy imperfecta, también puedo ser la protagonista de mi historia, porque no importa cuántos defectos tenga, puedo seguir siendo fregona’. El hype por Mónica Robles sigue vigente. No sé si vuelva a tener un personaje así, tal vez sea algo que te ocurre sólo una vez en la vida. Entonces vivo muy agradecida con ella y con haberla creado” confiesa con emoción.

Pero el éxito rotundo también trae consecuencias a veces desafortunadas. Fernanda confiesa que con frecuencia la han querido encasillar en ciertos papeles y esto le ha provocado una profunda frustración,

pero también las dificultades la han impulsado para siempre perseguir y afrontar los retos. “Necesito demostrar que soy mucho más de lo que la gente piensa que soy. A mí me han querido encasillar: cuando hice Hoy no me puedo levantar, la gente decía: ‘Ella es de musicales’. Después cuando empecé a hacer telenovelas, de ahí no me sacaban. Posteriormente cuando interpreté a Mónica Robles, la gente me volvió a encasillar. Y cuando hice películas de comedia romántica, me pasó lo mismo. Cada vez me he peleado por salirme de estas cajas”.

Mientras nos tomamos un té y continuamos con nuestra charla, veo que Fernanda reflexiona aún más sobre todo lo que le ha pasado en estos años de carrera. Percibo que los obstáculos y los prejuicios con los que ha tenido que luchar ahora la llevan a seguir con cuestionamientos que definirán su presente y su futuro. “Me empecé a preguntar‘¿Qué es lo que quiero demostrar y con qué me voy a ir orgullosa?’. En el momento en que me convertí en mamá, mi vida cambió. Estuve a punto de morirme por una complicación médica posterior y me pregunté ‘¿Qué es lo que se queda dentro de mí? ¿Qué es lo que de verdad me da motor para seguir?’ Después de que nació mi hijo se me revolucionó la cabeza. Me cambiaron las prioridades. Antes lo más importante había sido mi trabajo. Ser actriz para mí no es una labor, sino una misión de vida. Siento que lo que hago toca a la gente de diferentes maneras, tal vez porque de verdad lo realizo desde el mayor de los amores y de los compromisos. Pero nace Liam y mi prioridad empieza a ser él. Amo lo que hago, pero estoy consciente de que lo que va a permanecer es él, mi hijo se va a quedar para siempre, y me pregunto: ‘si un día ya no estoy, ¿qué quiero que la gente recuerde de mí?’ Me gustaría que en el tiempo que me queda, me pueda dedicar a hacer proyectos donde me sienta muy orgullosa de mí”.

Uno de ellos es, sin duda, la obra de teatro El Padre, de Florian Zeller, que recientemente se estrenó en el teatro Fernando Soler y que estará en cartelera por lo menos hasta mediados de enero. En esta magistral obra, Fer comparte créditos con el gran maestro Luis de Tavira. “Cuando estudiaba actuación, me preguntaba cómo sería tomar clases o ser dirigida por él. Pensaba que se me iba a ir la vida sin siquiera conocerlo”, revela. “Ha sido tan generoso. Es un hombre que ha dedicado toda su vida a la docencia y a la dirección de teatro”, afirma. “El Padre es un texto maravilloso que habla de un lugar hacia donde vamos todos: la vejez y la no salvación. Pero a mí me pasa con esta obra que, a pesar de lo duro que es que una persona se vaya degenerando con una enfermedad como el Alzheimer, me hace pensar que yo hoy todavía tengo la esperanza de ver a mi hijo crecer, de acordarme de lo que he logrado, de saber y valorar quien soy. Todavía tengo tiempo de decirle a la gente que la quiero, de abrazarla y de estar”, confiesa.

Además de este proyecto, Fernanda cierra el año como anfitriona de los Premios Metro 2023, donde se reconoce a lo mejor del teatro, así como su participación en el doblaje de la película ¡Patos! “Hice casting para el doblaje de esta cinta de animación que se estrena a fin de año. Me emociona mucho porque mi hijo no ve televisión, pero tal vez la primera película que vea sea con la voz de su mamá. Hacer doblaje fue un mundo nuevo para mí. Es pasar todas tus emociones a la voz. Fue muy bonito y aprendí mucho”, confiesa. “Me sigo probando, poniendo en riesgo y queriendo más. Ojalá nunca se me quite el hambre de ir por más. Que nada en esta industria –que a veces te dice quién eres o hasta cuando vas a servir– haga que se me apaguen las ganas de hacer más. Con estos proyectos con los que cierro el año y con mi familia como prioridad, me estoy contestando a los cuestionamientos que me he planteado y las respuestas son enriquecedoras. No conozco muchos actores que estén en la lucha de hacer todo. Yo quiero hacer todo y algún valor debe tener eso”.

Ahora le pregunto sobre el amor –su principal motor– a su compañero de vida, el actor Erik Hayser y a su pequeño hijo, Liam. “Nunca me imaginé ser la mamá que soy. No sé si lo hago bien o mal, pero sé que trato de ser la mejor versión de mí. Me ha costado mucho, pero estoy tratando de equilibrar ser actriz y al mismo tiempo ser pareja y mamá. Me faltan horas del día para poder lograr ese balance. Lucho con el sentimiento de cómo poder ser, no perfecta, sino la mejor para todo esto que quiero tanto”, afirma. “A muchas mujeres nos dijeron que no se podía ser una buena mamá y ser una buena profesionista y una buena pareja. Que en alguna ibas a perder. Y yo no tengo ganas de perder en ninguna. Quiero ser actriz hasta que me muera y quiero ser la mejor mamá que Liam pueda tener y la mejor pareja para Erik. No quiero fallar en ninguna de las tres porque son mi motor. Yo no podría ser una buena mamá para Liam si no fuera actriz. Porque entonces me perdería a mí. Estoy tratando de compartir esas tres lo más que pueda y me siento agradecida por tener un compañero que es sobresaliente. Un papá presente”.

Con una trayectoria tan amplia como la de Fernanda, seguramente hubo momentos de arrepentimiento. La cuestiono sobre esto último y su respuesta me conmueve y me hace conectar aún más con ella: “Si de algo me arrepiento es de no saber decir que no. Siempre he sentido una necesidad de aceptación y ganas de pertenecer. Acepté proyectos de los cuales tal vez no estaba convencida, sólo por pensar que eso me haría pertenecer” confiesa. “Pero lo irónico es que nunca he sentido que pertenezco. Empiezo a darme cuenta que tal vez hay personas que no tenemos que pertenecer, simplemente ser nosotros. Desde pequeña he sentido esta necesidad de hacer comunidad, pero siempre me fui a un camino más solitario, el cual ha sido doloroso, pero también me ha hecho más fuerte. Es una lucha que todavía no logro superar. Me sigue pasando que quiero ser parte de algo que trascienda. Entonces lo hago en mis pequeños círculos, que la gente con la que convivo se quede con lo mejor de mí. Siento que he sembrado bien”.

Finalmente, le pregunto sobre el futuro y sus deseos para el 2024. Me parece que será un año fructífero y de muchos retos para la actriz. “Tengo ganas de que vengan proyectos que me permitan no reconocerme. Hacer una película de autor que me movilice y que lleve mi carrera hacia otro lugar. También me prometí que voy a hacer teatro todos los años, aunque sean temporadas cortas. Tengo ganas de revolucionarme y de disfrutar del proceso, lo cual no hice durante mucho tiempo, probablemente los años más brillantes de mi carrera, por estar pensando en la construcción hacia el futuro. Pero he aprendido que es el proceso lo que está más padre. Hay que disfrutar del camino, y ojalá en ese gozo las semillas de valoración a mí misma, de confianza y de decir ‘lo estás haciendo bien’ se siembren en mí mucho más profundamente”, comenta con decisión. Y así como aquella vez hace años que la vi por unos instantes a las afueras de un teatro después de una función en donde su actuación me conmovió y me hizo pensar que brillaría en todo lo alto, así vuelvo a afirmar que lo mejor de Fernanda Castillo está por venir. Y que el camino que ha labrado, sembrado y cosechado ha valido la pena cada instante.

n

COVER THE

es-mx

2023-12-01T08:00:00.0000000Z

2023-12-01T08:00:00.0000000Z

https://editorialtelevisa.pressreader.com/article/282110641362740

Editorial Televisa