100 AÑOS DE SABOR

Lo que hace un siglo comenzó como un producto innovador, hoy día forma parte de una familia de conservas y es símbolo del gran sabor mexicano.

Entre familiares, amigos y socios se celebraron los primeros 100 años de La Costeña®, un grupo comprometido con ofrecer calidad mundial en cada bocado.

Pero vayamos al inicio de todo, ya que esta historia comenzó en 1923, cuando Don Vicente López Resines decidió envasar –en vitroleros– chiles serranos y largos en vinagre, como parte de la oferta de su tienda, llamada La Costeña®.

Por su sabor y calidad, la demanda rápidamente traspasó colonias y, tan sólo 28 años más tarde, tanto los chiles en conserva, como nuevas conservas, ya tenían un alcance nacional. Ahora, un siglo de crecimiento e innovaciones después, La Costeña® está presente en 77 países, exportando el sabor de México a latitudes tan distantes como Australia, Nueva Zelanda, China y Japón.

Detrás de la gran familia de chiles, salsas, frutas en almíbar, frijoles y una amplia oferta que suma más de 400 productos, está una extensa familia, pues lo que comenzó con un visionario hombre, hoy se refleja en más de 4,500 empleos directos.

Así que al gran festejo de la empresa mexicana se dieron cita directivos, colaboradores e invitados especiales, quienes celebraron los logros de una compañía 100 por ciento mexicana, entre risas, abrazos y un ambiente inigualable.

Bajo la conducción de Irina Baeva y Juan Manuel Bernal, los asistentes hicieron un viaje en el tiempo, recordando una trayectoria de éxitos, historias y mucho sabor.

Por supuesto, el tema gastronómico fue crucial en la celebración. El banquete incluyó un menú de cuatro tiempos que culminó con tres deliciosos postres. Tras el magnífico festín, el ánimo se avivó aún más con una gran sorpresa: la presencia de una selección musical de primer nivel, y es que sobre el escenario actuaron el artista global Enrique Iglesias, Los Ángeles Azules, Matute y Alex Midi, quienes consintieron a todos al interpretar sus grandes éxitos. Sin duda, la cereza en el pastel de una velada inolvidable.