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Cuando hay violencia es imposible ser feliz

No existen agresiones pequeñas, cualquiera que sea puede obstruir el desarrollo de la persona y su aspiración a ser feliz.

ROSALINDA BALLESTEROS Directora del Instituto de Ciencias del Bienestar Integral de la Universidad Tecmilenio

La violencia sutil, velada y sistémica, habilita un sustento para la violencia física. Luis Bonino habla de micromachismos, y pareciera que sólo detectamos la discriminación femenina si aparece en la nota roja de los periódicos, cuando ya es demasiado tarde. Pero llegamos igual de tarde cuando una mujer no logra una carrera exitosa o es incapaz de tener una independencia económica por causa de las barreras estructurales.

Delia Ortiz, periodista experta en el tema, me dio un ejemplo: su hijo tomó en el colegio un libro de princesas y la maestra lo cuestionó recordándole que aquel texto “es para niñas”, sin permitirle elegir. Es así como perpetuamos roles, como “los niños no lloran”, “las mujeres no cargan materiales pesados”, entre otros pensamientos, y mantenemos los estereotipos que sostienen las desigualdades y violencias. Y es que la princesa que necesita un príncipe que la rescate sistematiza quién debe tener el control del dinero y los bienes de un hogar; divide las tareas y condena a la doble jornada femenina.

Pero el machismo no sólo lo ejerce el hombre, las mujeres replicamos este patrón, reflejo del enorme poder que aún tiene el género masculino. Cuando no vemos una discriminación, es porque observamos desde un punto de privilegio.

“Si son pobres, es porque son flojos y no trabajan”, es una frase que se usa para juzgar la condición de las personas que no tuvieron la oportunidad de siquiera contar con una alimentación suficiente cuando fueron menores, mucho menos para una educación.

Y a las mujeres se les juzga desde el privilegio de ser varones o mujeres enajenadas por el machismo: “(Ella) va a dejar el puesto (o los estudios) cuando tenga hijos”. Por eso no se les da un cargo mejor remunerado o “permiso” para estudiar.

Hubo días en los que las mujeres necesitaban permiso de su esposo para abrir una cuenta bancaria o cuando las despedían al casarse. Incluso, el mundo femenino no reconoce ese cambio. Así que te invito a reflexionar qué patrones replicamos, pues con ellos heredamos violencia y reducimos nuestro bienestar y el de la mitad de la población. Hablemos sobre esos machismos sutiles con quienes tenemos confianza. Lo más importante es no repetir esa cultura con nuestros hijos.

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2023-06-01T07:00:00.0000000Z

2023-06-01T07:00:00.0000000Z

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Editorial Televisa