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COBERTURA ESPECIAL

POR MARI RODRÍGUEZ ICHASO

Hacemos un detallado análisis a los momentos clave de la coronación del rey Carlos III.

Sin duda, fue un evento histórico que atrapó la atención de 300 millones de espectadores. Aquí está lo más relevante de esta asombrosa ceremonia medieval y el detrás de cámaras.

fuimos testigos de un momento inolvidable. La coronación del rey Carlos III, la primera en 70 años tras la entronización su madre, la reina Isabel, en 1953, ha sido todo un happening. Curiosamente, Reino Unido representa la única monarquía europea que todavía celebra una ceremonia tan elaborada, destinada a conferir “la gracia de Dios” al monarca, como cabeza de la iglesia de Inglaterra, y en el pasado incluso invocaba “el derecho divino a gobernar”. Por un lado, en esta coronación realizada el pasado 6 de mayo, tuvimos los elementos tradicionales religiosos y protocolarios de hace 70 años, y por otro, el expreso deseo del rey de hacerla un poco más moderna e inclusiva, más sencilla, menos cara y complicada; un ritual de dos horas en vez de tres o cuatro, como la de su madre, y esa precisamente fue la gran diferencia. Lo que no vimos en medio de todo el ceremonial fue el muy público y triste drama familiar que precedió al evento: la dolorosa fractura entre el príncipe Harry y su padre, y su hermano William. Y el enfado monumental que nos han contado tiene Camila, la nueva reina, contra su hijastro, pues ella creía que la apreciaba y le caía muy bien, y en el libro de Harry, Spare, ¡se vio claramente que no la soporta!

Con la muy breve presencia del príncipe Harry en la coronación (sentado en la tercera fila, junto a sus primas las princesitas de York y sus esposos, consideradas royals de menor importancia, y a pocos pasos del también caído en desgracia príncipe Andrés, duque de York, hermano de Carlos III) se logró poner un ‘parche’ temporal a esa fractura, porque habría sido terrible que no acudiera a la coronación de su padre. Pero, al mismo tiempo, el que Harry no haya tenido un rol oficial en la ceremonia, y haya regresado a California inmediatamente después, le quita lustre al histórico evento, porque en realidad el hijo menor del rey tenía que haber participado más en la procesión, en el desfile y en el balcón del palacio de Buckingham, tal como fue

su condición para viajar a Londres. Y todos los problemas causados por el propio Harry borraron la imagen de una familia unida y feliz.

UN LONDRES NO TAN ALEGRE

Yo llegué de Londres a mi casa en Nueva York, unos poquísimos días antes de la coronación, y puedo asegurarles que la semana que estuve allí no vi el entusiasmo que tal vez hubo hace 70 años, cuando Isabel II fue coronada. Ni el fervor que más tarde vimos en las calles cercanas al palacio de Buckingham o los miles de personas que acamparon ahí, incluso bajo la lluvia, antes del evento. ¡Y eso me sorprendió! Al ser periodista, me gusta averiguar y saber cómo piensa la gente, por eso adoro hablar con los taxistas (¡y es que en Reino Unido ellos son como sabios filósofos!), pero esta vez también le pregunté a muchas personas en mi hotel, en las tiendas, entre otros lugares, sobre su percepción y no sentí gran calidez o admiración hacia Carlos, el nuevo rey, ¡y menos hacia Camila! Lo que sí noté fue la venta de infinidad de souvenirs alegóricos a la coronación: tazas de café, cucharitas, manteles de té, banderas, letreros, pero ni uno con la imagen de Camila. Eso me llamó la atención, lo poco que había de ella estaba en sitios web, como Amazon. Tampoco había tantos con la imagen de Carlos III. La mayor parte de los recuerdos, incluidas botellas de champagne, galletitas conmemorativas o comida, honraban la memoria de Isabel II y hasta había tazas con la imagen del príncipe Felipe de Edimburgo. Fue interesantísimo ver como esos souvenirs eran también un reconocimiento al legado de la reina. Sólo en la famosa tienda gourmet Fortnum & Mason noté vidrieras que rendían homenaje a Su Majestad la reina Camila. Y en algunos otros sitios encontré cosas genéricas y tan simpáticas como las papas fritas (les llaman crisps) de la coronación con sabor a curry, ¡tal como sabe el famoso Coronation Chicken, platillo oficial creado cuando Isabel II ascendió al trono!

EL HISTÓRICO RITUAL DE LA CORONACIÓN

El 6 de mayo se llevaron a cabo ceremoniales religiosos que vimos en el servicio funerario de la reina Isabel II. Y para nombrar a Carlos III como rey de Reino Unido, se siguieron los pasos tradicionales: hubo una presentación en la abadía de Westminster, seguida de un juramento y de la unción con óleo sagrado. Después se realizó un homenaje con la presentación de los tesoros simbólicos: las Joyas de la corona que se guardan en la Torre de Londres, como el Orbe, los cetros y las coronas, entre otros), y al final ocurrió la entronización. ¡Todo superinteresante! Y hubo una serie de movimientos simbólicos barrocos, como caminar de un lado a otro del altar mayor de la abadía de Westminster (que se asemejan más a siglos pasados) o la unción, que tuvo lugar cuando cubrieron al rey y a la silla de la coronación con unas grandes mamparas, mientras lo cambiaban de ropa y lo ungían.

Y después, con maravillosos himnos y aleluyas de fondo, y los coros de la abadía (por cierto, la música fue seleccionada personalmente por Carlos), vimos el momento en que le pusieron a Carlos III la antiquísima corona de San Eduardo, que lo coronó como rey. Esta joya pesa 2,23 kilos y se remonta a la restauración de la monarquía, en 1661, bajo el mandato de Carlos II, y sólo se utiliza durante las coronaciones. Más tarde el monarca portó la corona del Estado Imperial, que es más ligera, y con la que lo vimos salir de la abadía.

Desde 1066 ocurren estas coronaciones, cuando tuvo lugar la entronización de Guillermo el Conquistador. Desde entonces, todos los reyes y reinas de Inglaterra, Gran Bretaña y Reino Unido, han sido coronados así en la abadía de Westminster. En esta ceremonia, que la prensa inglesa llamó “el evento del siglo”, Carlos fue “reconocido, proclamado ungido y coronado” de acuerdo con tradiciones milenarias, aunque él pidió que se eliminaran muchos detalles que habrían alargado la ceremonia. Tal como ocurrió en 1953, cuando algunas personas, incluidas las damas de honor de Isabel II, casi se desmayaron de lo largo que fue el servicio, y es que duró más de tres horas.

Y aunque el ritual fue modernizado, se conservaron los momentos sagrados, como la unción del rey, la colocación de la corona de San Eduardo y la entrega de las históricas Joyas de la corona del siglo XVII. ¡También

fue emocionante ver al príncipe William arrodillado frente a su padre, jurándole lealtad! Asimismo, vimos la ceremonia de la reina Camila, la primera reina consorte en ser coronada desde que lo fuera Isabel BowesLyon, en 1937, madre de Isabel II, a quien más tarde conocimos como reina Madre.

Una vez concluido el ritual, tuvo lugar una gran procesión por la abadía (pensé que quizás el nuevo rey le iba a sonreír o agradecer a su familia, en especial a sus hijos William y Harry, pero no ocurrió así). Y después

la procesión siguió por las calles, en la histórica carroza dorada (llamada Gold State Coach, construida en 1762 y utilizada en todas las coronaciones desde 1831), hasta el palacio de Buckingham, precedida por el bello y emocionante desfile de más de 8 mil miembros de las fuerzas armadas de Reino Unido y la Mancomunidad de Naciones. Sin duda, muy emocionante, y tal vez este desfile fue lo más bello de la ceremonia.

Así terminó la coronación de Carlos III y Camila. Minutos más tarde, con miles de ciudadanos en las calles rodeando el monumento a la reina Victoria, la pareja real salió a saludar en el famoso balcón del palacio de Buckingham, acompañada de los pajes que sostenían las colas de sus capas de armiño (entre ellos, los nietos de Camila), y working members de la familia real, como Kate y William, príncipes de Gales, y sus hijos (¡George fue paje del rey!); la princesa Ana y su esposo el vicealmirante Timothy Laurence (de hecho, ella montó a caballo detrás de la carroza real); los duques de Edimburgo, Eduardo y Sophie, con sus hijos Lady Louise y James, y la princesa Alexandra y los duques de Gloucester y Kent, primos hermanos de la reina Isabel. ¿Y quiénes eran las dos mujeres vestidas de blanco, a cargo de los pajes, que también estaban en el balcón? Eran Annabel Elliot, la hermana de Camila, y su mejor amiga de toda la vida, Lady Lansdowne. Un dato muy interesante durante la coronación, es que Penny Mordaunt, una política de 50 años, líder de la Cámara de los Comunes en el Parlamento, fue la primera mujer en ejercer esta importante misión.

MIS IMPRESIONES DEL EVENTO DEL SIGLO

Es curioso y para muchos todavía inaceptable y motivo de controversia, que Camila, por años la mujer más odiada de Inglaterra, sea la monarca de Reino Unido. Una mujer acusada de haber roto el matrimonio de Carlos y Diana, y lo mencionó la misma Diana en una famosa entrevista televisiva en la BBC. Pero con el paso del tiempo, Camila se ‘redimió’ porque era el amor de la vida de Carlos, ¡lo había sido siempre!, y lo hacía feliz. Hasta los propios hijos del rey, William y Harry, la aceptaron porque deseaban la felicidad de su padre.

Hoy día a Camila se le considera un personaje “que no hace daño a nadie, que es amable y sabe actuar con discreción”, y la propia reina Isabel fue quien pidió que a su muerte fuera coronada reina consorte. Lo más curioso es que se dice que Camila se oponía a esto, pero la reina, para complacer a su hijo Carlos, decidió dar la orden. Y así sucedió. Durante la coronación la vi un poco atolondrada, sonriendo, pero nerviosa, indecisa en muchos momentos y sintiéndose ‘rara’ con tanto

ceremonial, y la pesada corona que un día llevó María de Teck la hacía caminar lentamente con su modelo blanco de tela bordada, de Bruce Oldfield, casualmente, uno de los diseñadores favoritos de la princesa Diana.

A Carlos tampoco lo vi contento. Y en algunos momentos llegué a pensar que estaba a punto de llorar. Sin duda, recordaría con tristeza a su madre la reina Isabel y a su padre el príncipe Felipe de Edimburgo, fallecidos hace poco tiempo. Y en el balcón del palacio de Buckingham pude ver a unos reyes muy mayores, de 74 y 75 años, respectivamente, cansados del largo día y entonces pensé: ¿podrán traer a su país una monarquía moderna y acorde con los tiempos que vive Reino Unido? Sólo el tiempo lo dirá.

VANIDADES

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2023-06-01T07:00:00.0000000Z

2023-06-01T07:00:00.0000000Z

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Editorial Televisa