Cambio de estación

Aprovecha este tiempo para reconectar con la tierra y su sabiduría. Goza los frutos que nos ofrece y gana salud y bienestar.

Al llegar otra estación no sólo viene un cambio de clima, vestimenta o de humor… Sí, leíste bien, y es que en verano la gente es mucho más alegre; el sol y el calor generan felicidad, ya que podemos usar ropa más cómoda e, incluso, en esa etapa del año nuestro cuerpo quema más calorías, al estar más activo. Pero ¿qué pasa entrando el otoño o el invierno? El clima se transforma, hace más frío, el sol calienta diferente y en nosotros también se refleja, pues el carácter cambia, empezamos a sacar los abrigos y suéteres más pachones y, por supuesto, lo que comemos también se modifica.

Aprecia los colores de las estaciones, por lo general éstos combinan con lo que comemos; con la cosecha de estos meses la tierra es sabia y siempre nos regala los frutos que debemos consumir para estar saludables, como naranja, mandarina, granada roja, guayaba… Sí, mira bien los árboles y ve cómo las hojas empiezan a ponerse rojas, naranjas y amarillas hasta caerse.

Sin embargo, nos hemos dado a la tarea como consumidores de exigir que, pese a que no sea temporada, se nos den de manera inmediata todos aquellos alimentos que la tierra naturalmente no nos ofrece en ciertas épocas, hemos ido desafiando a la naturaleza hasta obtener nuestros deseos. ¿Has pensado que si tenemos todo el año todos los alimentos y no por estación, el cuerpo deja de absorber nutrientes que necesita para recibir solamente lo que tú le quieres dar? ¿Por qué solemos ser así? ¿Por qué queremos tenerlo todo y no pensamos en la repercusión que en los próximos años, décadas o siglos tendremos?

Si aprendiéramos a escuchar lo que la tierra tiene para nosotros y lo que necesitamos de manera natural todo sería muy distinto… Te invito a educar a las nuevas generaciones, a nuestros hijos, de un modo más paciente, a enseñarles que la tierra da frutos diferentes en las distintas etapas del año, y esto es por una razón. Te invito a educar en la sorpresa y la gratitud, al ver crecer una planta y cosechar cuando está lista, y disfrutar no solamente de la cosecha, sino del crecimiento y el asombro de los niños cuando ven a una semilla convertirse en fruto. Quitémonos los zapatos y empecemos a conectar con la tierra y pongámonos en manos de ella. Cocina con frutos de temporada y educa a tus niños con la paciencia de esperar su fruto favorito en el mes que lo quiera dar. Eduquemos generaciones para que sean más pacientes, pero, sobre todo, más sanas.

La tierra nos regala frutos para estar saludables, como naranja, mandarina, granada roja, guayaba…