“ME FRUSTRABA no poder salvar a la gente”

El enfermero CÉSAR BECERRA tiene 22 años, y su primer trabajo en el sector salud ha sido en esta PANDEMIA, la cual le ha dejado mucho dolor

“Cuando entré a trabajar apenas empezaba todo esto y había mucho miedo e incertidumbre”, recordó con nostalgia César Becerra,, quien a sus 22 años, y recién terminada su carrera, entró a laborar como auxiliar de enfermería en el IMSS. “He estado en varios hospitales: en el Hospital de Especialidades y en el Hospital General de la Raza, en el Hospital General de Zona 29 y en el 27, y también en el Autódromo Hermanos Rodríguez, que se habilitó para atender a personas con COVID-19”, compartió el joven, quien en un año y medio ha hecho una gran labor en la primera línea de batalla contra el virus.

“EN LA ESCUELA NO NOS ENSEÑAN A LIDIAR CON TANTA DESESPERACIÓN Y MUERTE” ¿Cómo ha sido tu trabajo en esta pandemia?

Mi trabajo consiste en apoyar al compañero enfermero general en todas sus acciones, pero derivado de la pandemia, y por la falta de personal, en el Autódromo Hermanos Rodríguez, por ejemplo, tuvimos que emplear el llamado “cuidado integral”, es decir, que el paciente es tuyo y tú le haces todo: lo bañas, lo cambias, le das los medicamentos, la fisioterapia, ¡todo!

Sin duda, una labor titánica…

Sí; cuando estuvimos en la segunda ola sufrimos mucho más que en esta tercera porque no estábamos preparados, y pasamos de tener una o dos personas con ventilador, a siete o 10, y sí era muy pesado, a veces no nos daba tiempo ni de salir a comer o ir al baño.

¿Cómo es un día de trabajo en el área COVID?

En mi caso, procuro no tomar tanta agua antes de entrar a trabajar porque cuando ya estás en el área COVID es difícil salir y luego volver a entrar debido al equipo de protección, ya que tardamos entre 10 y 15 minutos haciendo un retiro correcto del mismo. Entonces, llego al hospital ya con mi uniforme quirúrgico, voy directo a pedir mis materiales, y luego luego me meto al área COVID. Realmente casi no nos da tiempo de nada más; desde que entramos hasta que salimos estamos dando el cien.

¿Qué ha sido lo más difícil que has enfrentado en este tiempo?

Perder pacientes a diestra y siniestra. En la escuela no nos enseñan cómo lidiar con tanta desesperación y muerte, nos dicen: “Tienes que darlo todo para salvar a tu paciente, porque podría ser tu papá, tu hermano, tu tío…”; además, las clases de tanatología que nos habían dado fueron pobres, porque en mi caso, al menos, llegó el momento en el que me sentí muy deprimido, me frustraba no poder salvar a la gente, hacíamos de todo, pero regularmente ya llegaban muy mal. Eso, sin duda, ha sido lo más difícil para mí.