¿TE FANTASMEARON O FANTASMEASTE?

No creas que estoy hablando de Día de Muertos o Halloween, cuando hablo de fantasmear, me refiero al término en boga que viene de la palabra en inglés “ghosting”, que si la traducimos literal sería algo así como “fantasmear” o “volverte un fantasma”. Esta práctica hace referencia a cuando una persona termina una relación afectiva sin despedirse y sin dar mayor explicación, simplemente desaparece.

En tiempos de aplicaciones para ligar y redes sociales, donde se vuelve tan fácil y tan impersonal “salir” con alguien, se ha vuelto un fenómeno supercomún. A ver, no estamos descubriendo el hilo negro, siempre ha sucedido, antes decíamos “fue por los cigarros y nunca volvió”. Ese era el ghosting del pasado.

Ahora, con la inmediatez en la que vivimos, sucede que con la misma rapidez que conocemos a alguien, igual “nos dejan en visto” y nunca más volvemos a saber de la persona en cuestión. Según la revista JournalofSocialandPersonal Relationships, una de cada cuatro personas hemos vivido ghosting de nuestra pareja, esto en una publicación de 2018, y son números que van en aumento.

Seamos honestos, es una práctica bien feita, porque no le damos oportunidad a la otra persona de entender qué pasó. Hoy es una práctica de uso común. Quizás estás platicando con alguien de alguna de las aplicaciones de ligue que existen, digamos Tinder, una plática que –según tú– está chida, se están conociendo, y de pronto ya no contesta nunca más, te deja “en visto” o incluso te dice: “Buenos días guapa(o)”, y no te vuelve a escribir nada más.

Así que, si fuiste fantasmeado(a), no te azotes, esta práctica habla más del otro que de ti. Sé que duele, el rechazo a nadie nos gusta, y éste en particular nos deja – en muchas ocasiones– con un montón de dudas y emociones por resolver, y de pronto, como nos deja sin fundamentos para poder procesarlo, nos cuesta trabajo acomodar la experiencia. Eso sí, nada que no se pueda resolver. Si sientes que te está costando mucho trabajo o nomás no lo logras, pide apoyo con un(a) especialista.

Finalmente, si en algún momento hemos sido nosotras(os) quienes aplicamos esto, reflexionemos al respecto: ¿para qué lo hice?, ¿de qué estaba corriendo?, ¿por qué no pude decirle de frente qué estaba pasando? Recuerda que esta acción habla más de quien la lleva a cabo que de quien la recibe.