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Y DESCENSOS OSCUROS

A principios de 2021, el mundo se quedó perplejo con imágenes del Fagradalsfjall, la fisura volcánica más reciente de Islandia, que escupía lava líquida y se tragaba drones en la península de Reykjanes, al sur de la capital. Esto fomentó una nueva ola de

De la carretera a Grindavík emanan nubes de humo. A la derecha, las columnas emergen de la laguna Azul, uno de los atractivos principales de Islandia antes de que se convirtiera en un ejemplo para el turismo de masas (quienes volaban hacia o desde el continente americano, hacían escala en el país para visitar estas aguas a solo 20 minutos del aeropuerto de Keflavík). La experiencia mejoró: se convirtió en uno de los spas más elegantes de Europa.

A la izquierda, el humo proviene de algo menos lujoso. A unos cinco kilómetros se encuentra el volcán Fagradalsfjall, cuyo nacimiento fue espectacular. Lo visito a tres meses de su origen; soy testigo de la terraformación en tiempo real.

Durante mi visita, la montaña se abre para verter miles de galones de lava radiante por las faldas del volcán en ciernes. Desde una distancia segura y acompañado de guardabosques, soy parte de un grupo pequeño que contempla el espectáculo de luces subterráneas activándose como un géiser, más o menos cada 10 minutos.

Esta llama ha atraído como moscas a turistas de todo el mundo. Si Fagradalsfjall (cuya traducción es “colina del valle hermoso”) sigue haciendo erupción, y los turistas regresan en masa a Islandia, las autoridades tendrán mucho trabajo para mantener el lugar seguro y accesible.

Además, representa un regalo increíble; un atractivo para turistas aventureros y un bienvenido empujón para la economía islandesa. “La gente quedó fascinada con el material que publicamos en línea –cuenta Eythor Saemundsson, cuyo trabajo como promotor de la península de Reykjanes se ha vuelto más fácil con el recién llegado–. Sin embargo, al inicio estábamos agobiados con el fenómeno. Toda Islandia vino a verlo junto con algunos turistas”.

En los orígenes del volcán, las imágenes de los residentes en sus faldas se hicieron virales. Algunos cocinaron en la lava, otros jugaron voleibol. Figuraron muchos desnudos. Por lo menos una docena de drones se perdieron en la piedra fundida. Estas conductas, e incluso peores, se hubieran exacerbado de no ser porque la pandemia limitó los viajes internacionales.

Cualquiera que sea el destino de la nueva atracción, es probable que Islandia la gestione con su espíritu empresarial de siempre. La laguna Azul es un buen ejemplo de lo que se puede hacer cuando un fenómeno volcánico natural se gestiona con tiempo y recursos; no tardaron en convertir la infame erupción del Eyjafjallajökull, en 2010, en una oportunidad de mercadotecnia.

Asimismo, cerca de Reikiavik se puede escalar un volcán, aunque lleve milenios dormido. El espeleólogo Árni B Stefánsson descubrió Thríhnúkagígur por accidente en 1974. Su potencial como sitio turístico no fue evidente al principio. “Cuando descendí por primera vez me decepcioné mucho. Era una simple cantera”. Quedó tan poco impresionado que no regresó en 17 años.

Sin embargo, desde 2012 los visitantes han descendido al interior del volcán hasta llegar al fondo de su prístina cámara de magma. Ahora está iluminado y parece una catedral subterránea, segura, mas no del todo domesticada. A diferencia de los otros volcanes de Islandia, se cree que aquí el magma se agotó para crear un entorno atípico y favorable en el centro del volcán.

Su pionero habla de él con asombro, aunque al escuchar sus palabras podría referirse casi a cualquier volcán de la zona. “Quiero que quienes lo visiten lo hagan con humildad”, afirma.

CÓMO HACERLO: hoy día se puede llegar a Fagradalsfjall por un sendero señalado. También hay recorridos guiados que parten de Reikiavik en autobús a partir de 1 200 pesos ( re.is). Los viajes diarios a Thríhnúkagígur incluyen transporte desde Reikiavik a partir de 6 300 pesos ( insidethevolcano.com).

ISLANDIA

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2022-09-01T07:00:00.0000000Z

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Editorial Televisa