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Mi ciudad

Dubái, EAU

POR Sarah Marshall

El miembro más ostentoso de Emiratos Árabes Unidos se llena de arte. Pintores, escultores y muralistas son comisionados para decorar una nueva generación de galerías, engalanar las paredes de hoteles en rascacielos y delinear las calles con un sorprendente arte público vanguardista.

Durante los 18 años como curadora y dueña de una galería en Dubái, Mona Hauser ha experimentado encuentros sorprendentes. Uno de ellos implicó la exhibición de una artista iraní que creaba formas femeninas abstractas.

“Teníamos miedo de colgar desnudos –explica la estadounidense mientras bebemos café en XVA, su hotel boutique, tienda y espacio de exhibición–. Así que decidí instalarlos con un letrero de precaución”.

Sin embargo, una visitante llegó antes de que cualquier advertencia fuera colgada. Tras una mirada rápida al explícito trabajo artístico, la mujer, “que estaba bastante cubierta”, exigió hablar con la artista.

“Caminó directo hacia ella –recuerda Mona– y solo le dijo: ‘¿Pintarías mi retrato?’”.

La libertad de expresión no es un principio que esperarías ver con facilidad en un país asociado con la ley islámica. No obstante, se trata del emirato más progresista, lo que permite una escena artística dinámica. A finales de 2020, las reformas declararon que beber alcohol sin una licencia y cohabitar fuera del matrimonio ya no eran ilegales. Y en fechas recientes se anunció que la censura de ciertas películas sería reemplazada por una clasificación para mayores de 21.

Cuando Mona se mudó de Florida a Dubái, en 1993, había pocas galerías y ningún curso universitario de arte, pero sintió una energía única y quería aprovechar el arte alternativo que sabía que existía. “Hay algo underground en todas partes, ¿no?”, agrega entre risas.

Al exhibir obras hechas en Dubái –“no solo de autores emiratíes”–, XVA se ha convertido en una de principales fuerzas de una floreciente escena artística que en los últimos años “ha subido como la espuma”.

“Dubái ya está en el mapa –me dice Mona mientras pasa sus dedos entre los abayas vintage que se venden junto a vasijas egipcias y alfombras hechas de cubrecamas en la tienda de la galería–. Es un centro neurálgico. Muchas personas aquí son refugiados; todos aprenden de todos cada día”, sostiene.

XVA es un atractivo laberinto de habitaciones, corredores enrevesados y terrazas sombreadas; una residencia antigua construida a finales de 1880 por una familia de comerciantes. Se dice que el jeque Mohammed bin Rashid Al Maktoum, actual primer ministro de EAU, solía atar su caballo al baniano del patio.

Los muros de piedra del siglo xviii de Al Fahidi, uno de los pocos vecindarios patrimoniales de Dubái, desprenden un encanto desgastado. Un revoltijo de tiendas con saris de seda coloridos y estridente joyería de oro de 22 quilates bordea la caminata de 15 minutos desde la estación del metro, pero en esta minimedina de callejones estrechos y murales modernos se forma un enclave artístico de buen gusto.

Behnoosh Feiz, diseñadora de interiores y artista nacida en Irán, tiene una residencia en Tashkeel, una institución privada que apoya artistas emergentes. La encuentro en un patio blanco casi cegador, donde boceta en su caballete. Fascinada con las figuras geométricas y círculos superpuestos, dice que su trabajo se centra en el misterio de la creación. Entusiasmada, me cuenta que lo que parece un diagrama de Venn, bien podría ser un ojo o incluso una vagina.

Sus días parecen envidiables, pero ella admite que no es fácil ser una artista nueva en Dubái. “No es un lugar muy asequible para vivir –suspira y frunce el ceño–. Necesitas apoyo aquí; no es Berlín o Barcelona”.

Por supuesto, hay galerías privadas financiadas por personas adineradas, pero los mayores mecenas en EAU son las marcas. Más allá de sus motivos, las corporaciones han aprovechado el valor de las piezas llamativas al encargar esculturas, pinturas y murales para bares, restaurantes, vestíbulos de hoteles y oficinas.

En el 25hours Hotel One Central, artistas internacionales y regionales han desplegado su creatividad. Los dioramas de Sandra Havemeister, establecida en Hamburgo, presentan figurillas en un juguetón mundo de Las mil y una noches, mientras que sillas capullo envueltas en tapices de la chilena Muriel Gallardo Weinstein son tan funcionales como divertidas.

Verso del desierto // Una de las formas de arte oral más antiguas de Oriente Medio es Al-Taghrooda, poesía cantada por beduinos nómadas para espolear a sus animales en el desierto.

Animada a interactuar con las muestras, escucho los clásicos de los ochenta en un Walkman, redacto una carta con una máquina de escribir Olivetti y grabo un podcast en una cabina portátil.

Como foránea, encuentro difícil imaginar que cualquier forma de cultura bohemia florezca en un mundo de rascacielos sofocantes. Marwan Shakarchi, artista callejero que se hace llamar Myneandyours, no está de acuerdo. Creció en Londres y se mudó aquí hace ocho años con la creencia de que “había una oportunidad para ser parte de una cultura que, de hecho, todavía no empezaba”. Sus características nubes esponjosas ahora flotan en paredes, terrazas y en un globo terráqueo en el lobby del 25hours.

“Cuando llegué fue duro –admite durante nuestra visita a uno de sus trabajos más populares en el Dubai Design District (conocido como D3)–. Fue educarme a mí y a otros sobre la importancia del arte público; crear un diálogo, estimular la curiosidad”.

The greatest of Mysteries ( El mayor de los misterios) fue comisionada –como la mayoría de los murales en Dubái– por un corporativo. Desplegado en 18 muros de la entrada a un estacionamiento de varios pisos, muestra un sistema solar psicodélico, una pieza de 360 grados que muestra 50 000 estrellas y 560 nubes en tuberías, pilares y techos. A diferencia de todo lo que la gente había visto, esta obra atrajo miles de espectadores y, 12 meses después, dio lugar a una segunda comisión con un tema aún más poderoso.

“De un lado está la destrucción del océano por el hombre –dice Marwan al describir We Breathe The Sea ( Respiramos el mar), también ubicado en D3–. Del otro, la respuesta de la vida marina. El mensaje es: destruye el océano y este te destruirá”.

Aunque la mayoría de los grandes trabajos se rigen por la inversión de las empresas, Marwan insiste en que aún hay libertad para una subversión sutil; sin duda, el principio que sustenta el auténtico arte callejero.

“Aún es impactante ver estas piezas, lo que es importante”, afirma.

ESPÍRITUS CREATIVOS

La Avenida Alserkal, en el barrio de Al Quoz, es el centro del pensamiento creativo en la ciudad: motiva la experimentación y las ideas que rompen fronteras. Una antigua fábrica de mármol se convirtió en galerías, cafés, boutiques de diseñador y un cine de arte, y también en un sitio para conocer artistas y participar en la escena alternativa de Dubái. Fundado en 2008 por el empresario y mecenas Abdelmonem Bin Eisa Alserkal, es el equivalente emiratí del Shoreditch londinense, pero sin toda la suciedad.

Deambulo por el patio bajo letreros neón que preguntan: “¿Cuándo llegaste?”,

“¿Cuándo volverás?”, dos de las interrogantes más comunes en un sitio donde los foráneos vienen y van. En la tienda CHI-KA, examino aparadores de túnicas que fusionan los diseños de los abayas árabes y los kimonos japoneses; echo un vistazo a la galería de puertas abiertas del artista caligráfico eL Seed y recargo energías con un café con leche Hojicha de sabores umami y pasteles daneses de matcha en Pekoe.

Desde comprar pinturas hasta la degustación de cervezas inusuales, cada lugar te invita a probar algo nuevo. En el Cine Akil, los programas de Butheina Kazim son una mezcla de películas de arte, documentales y éxitos de taquilla para “ampliar horizontes a través de imágenes en movimiento”.

A pesar de satisfacer la creciente demanda de la comunidad, la escritora y cineasta nacida en Bahrein cree que aún queda mucho trabajo por hacer para desarrollar una industria que cuente historias indígenas y afronte temas difíciles, algo que queda ilustrado por la reacción a su proyección más controvertida, Leaving Neverland: Michael Jackson and Me. “Nos trolearon desde Reino Unido –me comenta en el auditorio de la trastienda para 133 personas, lleno de asientos abatibles de época–. Pero seguimos con tres funciones”.

A pesar de los retos planteados por las sensibilidades culturales y religiosas, cada vez más artistas gravitan hacia la ciudad, atraídos por un sentido de posibilidad que no siempre se encuentra en otros sitios.

Mukesh Shah elogia la falta de cinismo y elitismo. Nacido en Yemen, Mukesh estuvo en Reino Unido durante muchos años, pero ahora vive en Dubái. Su más reciente proyecto, creado en su estudio en la parte trasera de una fábrica de papel cerca de Alserkal, presenta una serie de eslóganes simples de 12 a 15 caracteres impresos en fondos de color amarillo brillante, todos de venta en XVA.

“‘Me levanté negro’ ha sido popular –reflexiona–. Junto con ‘Soy como muy rico’, pero por las razones equivocadas”.

Mukesh describe a Dubái como una ciudad muy habitable. Mientras pasamos junto a los puestos de comida rápida libanesa y las librerías móviles de la Avenida Alserkal, él elogia las temperaturas cálidas, la comunidad hipersocial y el ritmo de vida. Sí, aún hay reglas estrictas a considerar, pero las actitudes comienzan a cambiar.

Entusiasmados por una sensación de oportunidad que desaparece de muchos de los principales centros urbanos del planeta, los creativos que echan raíces en la ciudad ayudan a pintar una imagen nueva de Dubái.

Comisión colosal // La pintura en lienzo más grande del mundo, The Journey Of

Humanity –que tiene el tamaño de cuatro canchas de baloncesto–, se creó durante la pandemia en el salón de baile del Atlantis, The Palm Hotel.

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2022-09-01T07:00:00.0000000Z

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