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Mi Ciudad

Johannesburgo

POR Jess Nicholson FOTOGRAFÍAS DE Teagan Cunniffe

Johannesburgo se construyó sobre un arrecife de oro. El tesoro corre por las venas de la ciudad: es lo que atrajo a los buscadores europeos a esta parte de Sudáfrica a finales del siglo xix. Hoy día, aún es atractiva para muchos nuevos colonos que se ven a sí mismos como Dick Whittington en una urbe de oportunidades. A pesar de todo el oro que ha pasado por la metrópoli, el color perdurable es el verde: aunque no hay mar, ninguna montaña o un gran río, está inundada de árboles. Tantos, de hecho, que se estima que superan en número a los humanos en más de dos a uno, lo que convierte a la localidad en una de las más arboladas del mundo. Sin embargo, incluso este bosque urbano es un subproducto de la fiebre del oro: los pozos mineros necesitaban madera; los nostálgicos querían suburbios con jardines.

En estos días, los parques dan espacios de paz en medio de una mezcla ecléctica de edificios. En el centro, construcciones eduardianas y art déco se aprietan entre imponentes estructuras modernas. La arquitectura en Sandton (llamada la “milla cuadrada más rica de África”) es altísima y las lujosas propiedades de Sandhurst contrastan con los barrios de apartamentos como Hillbrow o las zonas urbanas en expansión como Soweto. Vistas desde lejos, las casas de esta última zona –que una vez fue el hogar de un joven Nelson Mandela– parecen cajas de fósforos en comparación con los edificios del centro.

Alrededor de la metrópoli se encuentran los vertederos de las minas, la característica más definitoria del paisaje que brilla dorado contra un cielo azul despejado. El guía Tumi Mokgope, residente de Melville (una de las zonas de vida nocturna más de moda en la ciudad), me recuerda en un recorrido que los vertederos están resplandecientes debido a los productos químicos. “Los mineros usaban cianuro para llegar al oro –dice Tumi–. Ahora la tierra bajo nosotros parece queso suizo; el suelo está blanqueado y no crecen plantas aquí”.

Esta resiliencia se aplica a las personas que llaman hogar a Johannesburgo. Jozi, como se conoce a la ciudad, se reinventa de forma constante tras un pasado empañado por el colonialismo y el apartheid. Los proyectos aportan rejuvenecimiento a las zonas desfavorecidas, y esto continúa a pesar de la pandemia. Los artistas urbanos pintaron murales en las modernas Jewel City, Maboneng y Braamfontein; The Wilds, un parque en Houghton, ha sido animado con esculturas de vida silvestre, y los empresarios se instalan en remodelaciones bulliciosas como Victoria Yards y 44 Stanley.

Los lugareños afirman que Johannesburgo no necesita de una montaña, un océano o un gran río porque tiene su gente. Y ese es su verdadero tesoro.

Día de Mandela En reconocimiento a la contribución única de Nelson Mandela en la búsqueda de la democracia, la paz y la igualdad, el cumpleaños del expresidente sudafricano se celebra cada 18 de julio con una campaña pública de voluntariado y buenas obras.

VER Y HACER

MUSEOS: el Apartheid Museum y Liliesleaf –antigua sede del Movimiento Clandestino de Liberación de Sudáfrica, cerrado de manera temporal– son clave para comprender el sistema de segregación racial que operó en este país desde 1948 hasta principios de la década de 1990. El Hector Pieterson Museum (llamado así en honor a un estudiante baleado por la policía durante las protestas de 1976), en Soweto, también merece una visita. Mientras estés por aquí, camina por Vilakazi Street, hogar de Nelson Mandela de 1946 a 1962 y ahora el Mandela House Museum (liliesleaf.co.za; mandelahouse.com).

TRIBUNAL CONSTITUCIONAL: construido en una prisión que encarceló activistas del apartheid, este sitio es un símbolo de transformación que también alberga una colección de arte de temática humanitaria. Asegúrate de mirar a través de la “cinta de luz”, una ventana larga y angosta en la planta baja diseñada para permitir que los jueces vean los pies de los transeúntes y les recuerde su responsabilidad ante el pueblo de Sudáfrica (ccac.org.za).

JEWEL CITY: este desarrollo está repleto de murales, readaptaciones arquitectónicas fascinantes y mucha historia. También está junto al centro creativo urbano Art on Main. Visita en un recorrido a pie o en bicicleta con Past Experiences o Joburg 360 (artsonmain.co.za; pastexperiences.co.za; joburg360.com).

ESPACIOS VERDES: el artista James Delaney ha “escondido” 100 esculturas de animales –monos, un pangolín, avestruces y búhos– en The Wilds, el parque de Houghton una vez plagado de crimen. Otros parques que vale la pena explorar incluyen los Johannesburg Botanical Gardens y el Zoo Lake. KEYES ART MILE: algunas de las mejores galerías de arte de la ciudad se encuentran en Rosebank y Parktown North, a lo largo de Keyes Art Mile. Everard Read, la galería más antigua, y Circa Gallery, exhiben los pesos pesados del arte del país, y esta última es significativa por su diseño curvilíneo y posmoderno. A un corto paseo de Art Mile encontrarás arte contemporáneo en Stevenson, Gallery MOMO y Goodman Gallery (keyesartmile.co.za).

CUNA DE LA HUMANIDAD: algunos de los primeros pobladores de esta zona se remontan más de tres millones de años. Los primeros homínidos, incluido Little Foot (un esqueleto de Australopithecus africanus), fueron desenterrados en Sterkfontein. Cuarenta kilómetros al noroeste de Johannesburgo, esta región rica en fósiles conocida como la Cuna de la Humanidad alberga un museo (maropeng.co.za).

OPPENHEIMER TOWER: sube 49 escalones (uno por cada barrio de Soweto) para disfrutar de las vistas. Los ladrillos de la torre fueron extraídos de los escombros de Sophiatown, un vecindario demolido en los años cincuenta. En su lugar se construyó Triomf, un barrio antaño para blancos.

“En Johannesburgo, el telón es siempre creado por el hombre... No esperamos a que el tiempo y los elementos lo arreglen, nosotros cambiamos el escenario para adaptarlo a nuestro estado de ánimo”. Portrait with Keys, de Ivan Vladislavić

COMPRA

44 STANLEY: conoce algunos de los principales creadores de Sudáfrica y compra vinilos, alta costura, piezas de diseño, chocolate, vino, pan y café en los patios sombreados y estudios de 44 Stanley, un distrito comercial del centro ubicado en almacenes reutilizados (44stanley.co.za).

VICTORIA YARDS: es tentador recoger lechugas de los caminos de la granja urbana de Victoria Yards mientras exploras joyerías, panaderías, tiendas y cervecerías. Concebido para proporcionar empleo, alimentos y atención médica a los residentes, así como para limpiar el río Jukskei, este es un bonito complejo comercial con una fuerte conciencia social (victoriayards.co.za).

LIBRERÍA DAVID KRUT: TAXI Art Books, una serie centrada en artistas locales, ofrece un curso intensivo sobre el arte sudafricano. Encuentra esta y otras publicaciones en la librería David Krut o explora obras de arte en la galería adyacente, David Krut Projects, que forma parte del centro creativo Arts on Main (davidkrutbookstores.com).

SANDTON: el suburbio es famoso por sus tiendas de lujo. Las marcas internacionales de alta gama se pueden encontrar en Nelson Mandela Square, un centro comercial que también alberga la estatua de seis metros del exlíder sudafricano hecha por Kobus Hattingh y Jacob Maponyane.

COME

HOTEL TROYEVILLE: el Troyeville ha ganado premios por su comida mozambiqueña. Espera especialidades como feijoada (carne de cerdo y frijoles), dobrada (callos estofados) y pollo peri-peri marinado con catembe, un brebaje de vino tinto y cola que, se rumorea, se inventó para que los mozambiqueños pudieran tolerar el vino portugués (troyevillehotel.co.za).

YEOVILLE DINNER CLUB: el chef Sanza Sandile pasó el confinamiento perfeccionando su arte; ahora, dice, está cada vez más decidido a obtener la primera estrella Michelin para la comida panafricana. Está interesado en los ingredientes obtenidos de los mercados de Yeoville y en las personas que los comen, por lo que cada platillo es una conversación animada y colorida. Espera platos con un toque vegano como la sopa egusi de Nigeria, en la que no se salva ninguna parte de una calabaza. La reserva es necesaria (instagram.com/ yeovilledinnerclub).

MARBLE: los sudafricanos aman tanto sus braais (barbacoas), que el Día de la Tradición, una fiesta nacional, recibe el sobrenombre de Día Braai. Para los devotos, el carbón y el gas no sirven: debe ser un fuego de leña. En el glamoroso Marble esperan pesto ahumado, filetes perfectos y boerewors o salchicha de res (marble.restaurant).

DUERME

LEBO’S SOWETO BACKPACKERS: conocido por sus experiencias gastronómicas africanas –que incluyen cocinar potjiekos (estofado) y beber cerveza de sorgo (un desafío para algunos paladares)–, su huerta, paseos en bicicleta y espíritu comunitario responsable, hospedarse en este albergue para mochileros es una forma inmersiva de conocer Soweto. Hay parcelas para acampar, dormitorios y habitaciones individuales y dobles, además de patios sombreados y zonas comunes (sowetobackpackers.com).

PABLO HOUSE: construida en una colina en la parte más alta de Melville, este hospedaje tiene piscina, buena comida y habitaciones amplias y modernas. No te pierdas la amplia terraza o el salón, con maravillosas vistas sobre uno de los pocos cerros de la ciudad que no ha sido tocado por la minería (pablohouse.co.za).

PEECH HOTEL: los grillos cantan buenas noches y los pájaros buenos días desde los árboles que rodean el Peech Hotel, en el céntrico y elegante Melrose. Patios privados, balcones y dos piscinas aseguran espacio para refrescarse en el verano y el restaurante es un destino gastronómico en sí. En frente hay aún más verdor: el James and Ethel Gray Park se extiende kilómetro tras kilómetro (thepeech.co.za).

TRAS HORAS

7DE LAAN: muchos barrios de Johannesburgo tienen un ambiente de pueblo y una calle central llena de bares, música y restaurantes con una identidad local distintiva. El moderno Melville presume un ambiente diverso y amigable, y 7de Laan es el lugar para fiestas nocturnas.

RAND CLUB: el club privado más antiguo de la ciudad se fundó en 1887 y, aunque ha sido excluyente durante la mayor parte de su existencia, por fortuna ahora da la bienvenida a todos. El opulento edificio alberga el que tiene la fama de ser el bar más largo de África con 31 metros, el cual sirve una gran selección de excelentes vinos sudafricanos. También hay una gran biblioteca para una velada más tranquila (randclub.co.za).

THUNDER WALKER: escuchar historias de Johannesburgo, su cultura y cocina en las profundidades de la vieja bóveda de un banco es una manera suntuosa de asimilarlo todo. Las veladas en esta antigua sociedad constructora y renovada deben reservarse con anticipación ( joburgplaces.com).

COMO LUGAREÑO

THE BIOSCOPE: este lugar se encuentra dentro del antiguo complejo de almacenes 44 Stanley. Alberga festivales de cine y monólogos de comedia, además de proyectar películas independientes, muchas africanas (thebioscope.co.za).

GLORIA: los eventos gastronómicos del chef Nick Scott fueron un éxito durante el confinamiento. Centrándose en los ingredientes cultivados en granjas, él y Caroline Olavarrieta, su directora creativa, anuncian sus últimas aventuras culinarias en Instagram (@gloryjoburg).

AASVOËLKOP: en las noches despejadas, armados con mantas y pícnics, los lugareños acuden a Aasvoëlkop (la cresta del buitre), en el suburbio norteño de Northcliff, para ver la puesta de sol y la salida de la luna.

THE CENTRE FOR THE LESS GOOD IDEA: el sudafricano William Kentridge abrió este espacio para permitir a los artistas comprometerse con el concepto del fracaso a través de la experimentación. Consulta el calendario de eventos en lessgoodidea.com.

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2022-03-01T08:00:00.0000000Z

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