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Un roadtrip en el tiempo

La vida del pueblo maniot se ha mantenido prácticamente sin cambios durante siglos, afirmaba el autor Patrick Leigh Fermor, quien hizo de la península del Peloponeso su hogar. Sus paisajes silvestres, sitios míticos y poblados tranquilos lo convierten en

Los antiguos griegos creían que Mani, la península central del Peloponeso, era el punto más austral del mundo. Por supuesto, estaban equivocados, aunque sí puede reclamar que el cabo Ténaro, en la punta de Mani, es el sitio más sureño de la Grecia continental. Al ser una tierra lejana, quizá sea comprensible que la hayan imbuido de leyenda. Por ejemplo, la profunda boca azul zafiro de las cuevas de Diros: los antiguos griegos creían que era la entrada al Hades, el inframundo custodiado por Cerbero, el infernal can de tres cabezas.

La península ha inspirado a muchos narradores desde entonces, entre ellos el escritor británico Patrick Leigh Fermor, quien eligió este sitio como su hogar lejos de casa por casi medio siglo. En un relato breve y denso, Mani:

viajes por el sur del Peloponeso (1958), Fermor insistió en que la vida de los maniot había cambiado poco desde el dominio bizantino. Yo quería ver si su relato aún era válido.

Camino a la península, las carreteras se estrechan de tres carriles a dos, luego a uno. Cuando llego a la aldea casi abandonada de Koita, el camino se abre entre edificios de piedra como una fisura recién formada.

No hay una razón para venir a Koita por encima de los otros pueblos igual de bonitos. Fermor llegó aquí por accidente al perderse mientras nadaba. Entró tranquilo, cansado y un poco harto, pero su florida descripción del lugar bien podría ser mi propia experiencia aquí: “Las calles que serpenteaban entre las torres estaban vacías y silenciosas, como si los habitantes hubieran huido hace un eón”.

El autor decidió no vivir aquí, sino que construyó su hogar una hora al norte, a las afueras de Kardamili, donde vivió hasta su muerte, a los 96 años, en 2011. Su fama había hecho falsa una de las afirmaciones en su libro. De Kardamili, escribió: “Es demasiado inaccesible y hay muy poco que hacer allí para que alguna vez se vea amenazado por el turismo”. Irónicamente, muchos visitantes extranjeros ahora llegan hasta aquí para rendir homenaje a Fermor.

Pero incluso para los que no están interesados en el escritor, es extraordinario visitar Mani. La península está esculpida por el monte Taigeto, que se despliega como la columna de un dragón hasta su extremo sur. Su presencia evita que las carreteras sean muy anchas o rectas. Pensé en lo divertido que era conducir aquí y lo poco que importaba en cuál de los pueblos y aldeas perdidas me detuviera a lo largo de esta ruta serpenteante.

Junto a la carretera, olivos reumáticos crecen a pesar de la falta de suelo. La sequedad produce aceitunas pequeñas con un sabor superior. Los maniots te dirán sin chistar que hacen el mejor aceite de oliva de Grecia. Quizá sea otra leyenda, pero tras probarlo con pan recién hecho no tuve ganas de discutir.

CÓMO HACERLO: Citta dei Nicliani tiene habitaciones desde 1800 pesos (cittadeinicliani.com) • Responsible Travel ofrece ocho días de exploración por Laconia y la península de Mani desde 35000 pesos por persona (responsabletravel.com).

GRECIA

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2021-09-13T07:00:00.0000000Z

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Editorial Televisa