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Viajero experto Jean Maggi

Por Luis Ernesto Nava

Jean Maggi tiene el cabello gris y un acento cordobés cerrado, fijo como su voluntad. Con el paso de los años se ha convertido en un ejemplo para aquellos con movilidad limitada por las aventuras acometidas, pues una vacuna defectuosa contra la polio mermó su movilidad a la edad en la que los niños empiezan a caminar, sufrió un infarto, atravesó la cordillera andina a caballo con uno de los supervivientes de los Andes, terminó el maratón de Nueva York, alcanzó el paso montañoso más alto del planeta y ahora quiere ver el mundo desde afuera, desde el espacio.

¿POR QUÉ AVENTURARSE A SALIR AL ESPACIO?

No es que haya estado en el Himalaya y mi siguiente paso sea el espacio. Cuando tenía siete años y Neil Armstrong pisó la Luna, no había un chico en mi generación al que le preguntaras qué quería ser de grande y no respondiera “astronauta”. Luego crecí con El hombre nuclear: un astronauta que perdió las piernas en un accidente y que ahora con sus prótesis podía detener autobuses y hacer lo que ningún hombre. No se trata de mí, yo quiero ir al espacio para maravillarme, ver esa canica azul de la que tantos hablan y regresar con esa fascinación que solo tienen aquellos que han estado allá. Ya tengo un par de piernas biónicas, y quiero ser astronauta.

¿QUÉ NOS PUEDES DECIR DE ESTA CONDICIÓN DE VIAJERO CON MOVILIDAD RESTRINGIDA?

Mis primeros 37 años no acepté mi discapacidad. Me creía de estos “pobrecitos”, como la sociedad me miraba. En ese entonces también viajaba. Viajaba a Europa, por ejemplo, tomaba un taxi y le pedía que me llevara hasta el Coliseo, en Roma, y ni siquiera me bajaba, tomaba una foto desde el auto. Era una limitación de mi cabeza por todo lo que asumía. Años después llegué al Himalaya y me di cuenta de que pude haber bajado y recorrer el Coliseo como lo hice posteriormente. Creo que las limitaciones muchas veces están planteadas. Como viajero, cuando uno se acerca al primer mundo es mucho más fácil. En sitios donde todavía se conservan edificaciones históricas, como en Europa, los cascos antiguos a veces son poco accesibles, pero mucho más difícil es si estamos bloqueados o limitados en nuestra mente para salir al mundo.

UN DESTINO QUE HAYA CAMBIADO TU VIDA.

Nueva York tuvo un golpe muy fuerte en mi vida porque me cambió: cuando crucé la meta del Central Park dejé un cuerpo que me había tenido preso durante años y me convertí en este soñador serial, en este deportista de alto rendimiento, en este cazador de aventuras. También he conocido otros lugares maravillosos. Para mí, nadie debería de pasar por este mundo sin visitar el glaciar Perito Moreno, sin tener una noche de estrellas en una cordillera, cualquiera que sea. No una noche de luna: las noches en la cordillera son más lindas sin ella. Y bueno, el Himalaya. Creo que todos los lugares tienen una parte que siempre nos deja algo, algún recuerdo muy importante.

¿QUÉ NO PUEDE FALTAR EN TU MOCHILA?

El pasaporte. Mi esposa hace una lista, se prepara, pero yo le digo: “A mí poneme el pasaporte y después lo otro”. Si falta algo, lo consigo. Hay que aprender a viajar y una de las cosas más importantes es llevar la mochila liviana. Ahora que tocamos el punto del pasaporte, este se usa para cruzar fronteras. Es muy importante poder librarlas en todos los ámbitos de la vida, no solo del viaje. El ser humano tiene que aprender a salir de esas cajitas. Ismael Cala, conductor de CNN durante muchos años, decía que a los seres humanos no nos educan sino que nos domestican, y yo comparto ese dicho. Nos encasillan en que tenés que estudiar a tal edad, tenés que casarte con tal sexo, tenés que hacer esto, tenés que hacer lo otro; un poco esto de abrir fronteras es algo atrevido, para mí no hay nada más maravilloso que intercambiar culturas y derribar fronteras.

LA POBREZA COMO UN TIPO DE DISCAPACIDAD.

La discapacidad ha estado en el lugar equivocado y creo que ahora hay muchos ejemplos como el mío: miles en el

mundo derriban ciertas barreras o fronteras importantes, y abren un poco la mente. El tema económico, en cualquier aspecto de la vida, puede ser exponencialmente liberador o limitador. Una cosa es tener una discapacidad y poder comprar unas piernas biónicas, como lo hice yo, y otra es no tener acceso a esas piernas. Yo tengo la libertad de poder moverme mucho más que aquel que no. Entonces, un poco es el sentido de nuestra fundación. Nosotros hacemos que a través del movimiento podamos liberar fronteras, porque soy consciente de que una discapacidad no es lo mismo con o sin recursos.

RESPECTO A TU FUNDACIÓN, ¿QUÉ SE SIENTE SER EXPENDEDOR DE LIBERTAD?

Cada vez que entrego una bicicleta de mano puedo palpar la felicidad de otros. La siento como propia. Las cosas mágicas suceden cuando uno sale de la zona de confort, pero las cosas maravillosas suceden cuando hacemos salir a otros de su zona de confort. Mis medallas, algún nieto o tataranieto las va a tirar. Porque le van a ocupar espacio, porque van a estar oxidadas, porque esto era del tatarabuelo. Mis marcas alguien las va a superar, porque las marcas son para eso; siempre alguien llegará un poco más alto o lo hará un poco más rápido, en menos tiempo o con más dificultad. Pero lo que nadie va a poder borrar son las huellas que dejan las bicicletas que entregamos. Yo sé que a ese chico al que le estamos entregando una bicicleta le vamos a cambiar la vida porque yo sé que mi vida cambió en esa bicicleta de mano. Hemos entregado cerca de 700 y sabemos que han despertado el potencial de todas estas personas.

QUEDA CLARO QUE HAY DOS TIPOS DE FRONTERAS: LAS QUE NOS IMPONEN A TRAVÉS DE LA DOMESTICACIÓN Y LAS QUE ASUMIMOS.

Exacto. Creo que está la que imponen y la que se autoimpone. Por eso los seres humanos tenemos que aprender a salirnos un poco de nuestra estructura, y la mejor forma es teniendo empatía con tu entorno. Entonces, en la medida en que tengás más empatía con tu entorno, que lo cambiés y ampliés, la perspectiva de tu persona pasa a ser distinta, y empezás un poco a esto de poder derribar fronteras. Ambas son limitantes. Creo que estos prejuicios son muy nocivos. Hay que animarse a pensar distinto.

VOY A PARAFRASEAR A MARGARET MEAD, “LA SOLIDARIDAD ES EL PRINCIPIO DE LA CIVILIZACIÓN”. ¿CÓMO LLEGAMOS A LO CONTRARIO?

Es espectacular llegar a la cima del Himalaya, es espectacular cruzar los Andes a caballo, pero más espectacular es que gracias a vos alguien pueda llegar a la cima del Himalaya. Ese es el verdadero sentido. Yo digo que es la capacidad de multiplicarse. ¿Cuándo tenemos la capacidad de multiplicarnos? No cuando nos reproducimos, sino la capacidad de multiplicarse cuando vos o muchas personas se puedan reflejar en tu persona para bien, por supuesto.

Gustavo Zerbino es un ranger y uno de los “Sobrevivientes de los Andes”. Somos muy amigos; cruzamos juntos la cordillera de los Andes a caballo. Me contaba que, cuando se cayó el avión, estaban en el fuselaje a 4 000 metros, con temperaturas extremas, nieve... qué sé yo. Al llegar la noche se sentaba frente a frente con su compañero; uno le frotaba los pies al otro. ¿Por qué le frotaba los pies? Porque si no lo hacía el otro se moría, y si el otro se moría no le podía frotar los pies a él, y él se moría.

¿POR QUÉ SE HA PERDIDO ESTE SENTIDO DE RESPONSABILIDAD CON EL OTRO?

El ego. El ego es criminal, es terrible. Uno piensa en estos personajes que se perpetúan en el Estado, cualquiera que sea, de cualquier bandera política, estos que entran para quedarse ahí años y años. Es ego, simplemente ego. Es lo opuesto a donde comienza la civilización. Ahí comienza la decadencia. En el ego comienza la decadencia.

¿QUÉ OPINAS DE LOS ANTIVACUNAS?

¿Todavía los hay? –responde con ironía, pero fija la mirada y continúa–. Yo soy un sobreviviente de la polio, pero resultado de la vacuna. Cuando tenía un año me vacunaron. Fue cuando salió la Sabin, entonces ya tenía una dosis de la Salk y me pusieron una más de la Sabin. Esta se difundió mucho por el mundo porque era una gota oral fácil de aplicar. Pero tenía el problema de que una de cada dos millones fallaba. Esa me tocó a mí. Yo considero que eso fue un accidente, que no podemos actuar o juzgar por lo que nos pasa a nosotros sino por lo que le pasa a la comunidad. Una vacuna de cada dos millones falla, pero 1 999 999 niños no tuvieron que cruzar por las secuelas de la polio. Por eso trabajo en la campaña de erradicación de la polio.

Una cosa es un adulto que decide no vacunarse y otra es un padre que decide no vacunar a su hijo. Para mí es un acto de irresponsabilidad.

LUIS ERNESTO NAVA:

Al final concuerdo, hasta cierto punto, con lo que Maggi expuso sobre sus medallas: se oxidarán y serán arrojadas a la basura, y que sus marcas, esperemos, serán batidas por otros. Pero haciendo a un lado la caducidad de las hazañas, creo que lo que Jean dejó pasar tiene que ver con los motivos.

A lo largo de la historia se han realizado innumerables proezas, la mayoría con base en motivaciones muy cuestionables. Muy pocos recuerdan qué edad tenía Martin Luther King cuando fue asesinado, pero cualquiera sabe que su lucha se motivó por la igualdad entre las personas. Para bien o para mal, los motivos no caducan, y sí marcan una diferencia en las personas a quienes cambiaste la vida.

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2021-06-01T07:00:00.0000000Z

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