Cine para crecer

¿En qué momento madura el ser humano? Puede haber factores o experiencias que sirvan como detonantes para dejar atrás las etapas inocentes de la vida.

Por Olivier Fuentes

2023-04-01T07:00:00.0000000Z

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Editorial Televisa

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CINE-SCOPIO

Uno de los subgéneros cinematográficos que más relevancia han cobrado en las últimas décadas es el coming-of-age, cuya traducción literal es “mayoría de edad”. Estas películas están enfocadas en uno o varios protagonistas y en el reto que están por enfrentar que los llevará a decirle adiós a la niñez o a la pérdida de la inocencia. En el libro Film Genre for the Screenwriter, Jule Selbo dice que “las películas coming-ofage frecuentemente tratan temas controversiales, pertinentes a la edad del protagonista, como la pérdida de un ser querido, la falibilidad de las figuras de autoridad, la sexualidad, la pérdida de la virginidad, abandonar el hogar por vez primera, el divorcio y el lidiar con la mortalidad. A menudo son de carácter sentimental y se centran en establecer una conexión emocional con la audiencia”. En la mayoría de los casos, el o la protagonista es un niño a punto de entrar a la adolescencia, o un adolescente que está por comenzar la adultez. Y durante esta transición se enfrentará a un reto que lo transformará por completo. Ritos de pasaje clásicos Los primeros filmes coming-of-age eran adaptaciones de obras literarias como Wild Boys of the Road (1933), Mujercitas (1933), Ana la de las Tejas Verdes (1934), Heidi (1937) y A Tree Grows in Brooklyn (1945). También califican como coming-of-age películas como Rebelde sin causa (1955), Fiel amigo (1957) y El graduado (1967). En los 70, estas cintas presentaron a jóvenes que se enfrentarían a temas más adultos, como el despertar de su sexualidad o el lidiar con la decadencia de sus pueblos natales. Así, tenemos películas como La última película (1971), o Next Stop, Greenwich Village (1976). Pero la que es considerada como representativa de la época fue American Graffiti (1973), de George Lucas. En ella, Curt (Richard Dreyfus) y Steve (Ron Howard) son dos adolescentes que, recién graduados, están viviendo la última noche de juerga en su pueblo natal en California antes de partir a la universidad. Al mismo tiempo, Terry y John viven sus propios problemas derivados de la partida de los primeros. Curt no está totalmente seguro de querer dejar el pueblo, mientras que para Steve es prácticamente un sueño hacerlo y, por lo tanto, debe ocuparse de dejar una relación “abierta” con su novia Laurie (Cindy Williams). Los hechos ocurren en 1962 y, por supuesto, todo va acompañado de los éxitos musicales del naciente rock de la época. Hay una analogía por la cual el filme es considerado un coming-of-age clásico: no sólo retrata las dudas e inseguridades que enfrentan los jóvenes protagonistas antes de entrar a la etapa adulta. También es una visión del ambiente y de la cultura que reinaba en Estados Unidos justo antes del asesinato de John F. Kennedy, suceso que para muchos representa el despertar de ese país. Así, Lucas logró su primer clásico cinematográfico varios años antes de Star Wars. Llegó John Hughes El subgénero se desarrolló, logró su máxima expresión y fue reconocido como tal en los años 80 gracias al trabajo del director y guionista John Hughes, quien creó verdaderos clásicos al combinar temas maduros o muy fuertes para la época con agilidad, comicidad y con elementos comparables a un blockbuster de verano que se tradujeron en taquillazos. Trabajar en publicidad y como colaborador de la revista humorística National Lampoon le dieron oficio a Hughes para escribir humorismo de manera ágil, tanto así que uno de sus guiones para National… fue convertido en la película Vacaciones familiares (1983). Así que pronto realizó guiones de películas como Mr. Mom (1983). Su ópera prima fue Sixteen Candles (1984), donde una adolescente vive toda clase de desventuras para celebrar su cumpleaños 16 y pasar a la siguiente etapa. La película fue un éxito de crítica y taquilla y dejó ver que Hughes tenía facilidad para retratar historias con adolescentes protagonistas. Su siguiente filme es considerado como la coming-of-age por antonomasia: The Breakfast Club (1985), que nos presenta a cinco estudiantes de preparatoria que se encuentran castigados todo un sábado por distintos motivos. A lo largo de ese día los chicos, sin ninguna guía adulta mediante, se enfrentarán, rivalizarán y terminarán conociéndose a fondo para que al final se den cuenta de que en realidad tienen mucho en común. Con un excelente soundtrack y momentos dramáticos y cómicos por igual, Hughes nos entrega una suerte de moraleja en la que cinco arquetipos de jóvenes, el cerebrito, el atleta, la marginal, la popular y el rebelde dejan de lado esas etiquetas y se unen en una amistad sincera que, suponemos, duró el resto de su vida escolar. Atacada ahora por pecar de ingenua, estableció el sello característico de Hughes que sería una clara influencia para las coming-of-age venideras. La era indie de este subgénero La mayoría de las cintas de este subgénero presentan una perfecta combinación de comedia y drama. Los años 80 y 90 estuvieron marcados por la escuela que dejó John Hughes, pero a partir del nuevo siglo dejó de ser una receta de éxito en taquilla y fue adoptado por creadores noveles que le dieron un nuevo giro al tratar temas tabú con un sello indie. Así, es el cineasta Cameron Crowe quien inaugura esta nueva oleada con Casi famosos (2000), donde Will (Patrick Fugit), un adolescente de 15 años, obtiene la oportunidad de acompañar a un grupo de rock en una gira para escribir un reportaje para la Rolling Stone. A lo largo del viaje, Will olvidará una de las reglas básicas del periodismo: no involucrarse con el objeto de su reportaje; y también tendrá experiencias que lo confrontarán con la vida adulta y lo harán encontrarse a sí mismo. Películas como Ghost World (2001), Real Women Have Curves (2002) o Juno (2007) todas ellas de manufactura independiente, buscaron salir de los clichés y retratar ese sector de la población que no parece estar en las revistas. Pronto se estableció una tendencia de presentar a los “otros” Estados Unidos, a las personas que pertenecen a minorías y que, además del problema de crecer, enfrentan dificultades para llegar al fin de mes. Un ejemplo claro de esto es The Florida Project (2017), donde Sean Baker nos muestra una faceta pocas veces vista en películas: la de la gente de escasos recursos que vive a la sombra del Walt Disney World a las afueras de Orlando, Florida. En uno de los moteles baratos aledaños al fastuoso parque viven Halley, una joven madre soltera, y Moonee, su hija de seis años. No se puede decir que Halley sufre precisamente por mantenerse a ella y a Moonee, ya que está en un círculo sin salida propiciado por el mismo sistema; en cambio, la película está contada a través del punto de vista de Moonee. El filme nos presenta un duro despertar de la inocencia en medio de notas y anécdotas que dejan mal parado al sueño americano. El coming-of-age contemporáneo ya tiene entre sus temas elementos inclusivos y otro tipo de problemas que la juventud actual enfrenta, por ello el subgénero no envejecerá y sí continuará en una evolución constante.

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