Martin Luther King: una muerte anticipada
Hace 55 años, una sola bala acabó con la vida, mas no con el sueño, del máximo referente de la lucha por la igualdad y los derechos civiles en el mundo.
Por Luis Felipe Brice
2023-04-01T07:00:00.0000000Z
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Editorial Televisa

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ESCENAS DE LA HISTORIA
Edoctorra la tarde del jueves 4 de abril de 1968, en Memphis, Tennessee. En la habitación 306 del Motel Lorraine, donde se hospedaba, el Martin Luther King se disponía para asistir a una cena con sus más cercanos colaboradores. Había sido un largo día preparando su participación en la marcha de los trabajadores de limpia afroamericanos en huelga, que tendría lugar el lunes 8. Al salir de la habitación se asomó por el balcón al estacionamiento del motel. Ahí se hallaba su amigo, el saxofonista Ben Branch, a quien le pidió que interpretara esa noche “Precious Lord, Take My Hand” (“Amado Dios, toma mi mano”). El músico le respondió afirmativamente, en tanto Solomon Jones, su chofer, le advertía: —Ha refrescado la tarde, doctor King. Es mejor que lleve su abrigo. —Ok. Lo llevaré. Esas fueron las últimas palabras de Martin Luther King, apenas pasadas las 6 p.m., antes de desplomarse fulminado por una bala que entró por la mejilla derecha, quebró la mandíbula y continuó su trayectoria por la espina dorsal hasta alojarse en el hombro izquierdo. Supuestamente, el disparo provino del rifle Remington 760 con mira telescópica, accionado por un tal James Earl Ray, desde la ventana de un edificio ubicado frente al motel. De inmediato, los asistentes del doctor King acudieron en su auxilio, trasladándolo al hospital St. Joseph, donde fue declarado oficialmente muerto apenas pasadas las 7 p.m. Recién había cumplido 39 años. Primer atentado Nacido en Atlanta, Georgia, el 15 de enero de 1929, en el seno de una familia de pastores bautistas, Martin Luther King debe su nombre al clérigo y teólogo alemán Martín Lutero (1483-1546), impulsor de la Reforma protestante. El propio King se doctoró en teología y empezó a ejercer como pastor en una iglesia bautista de Montgomery, Alabama, a los 25 años. Fue en esa ciudad donde, entre 1955 y 1956, se inició como activista de los derechos civiles al encabezar el exitoso boicot de los ciudadanos afroamericanos en contra del segregacionismo en los autobuses. Durante aquel arduo proceso, tanto el reverendo King, como su familia, colaboradores y partidarios comenzaron a sufrir represalias por parte de las autoridades, como detenciones y encarcelamientos injustificados e incluso ilegales. También fueron víctimas de amenazas de muerte y atentados por parte de segregacionistas (incluyendo supremacistas del sanguinario Ku Klux Klan). Y es que estos, coludidos con las autoridades, mal miraban el efectivo activismo político de King que, inspirado en Mahatma Gandhi, se basaba en la desobediencia civil sin violencia. Paradójicamente, el primer atentado contra su vida no provino de un segregacionista, sino de una mujer afroamericana, en la ciudad de Nueva York, el 20 de septiembre de 1958. Se trataba de Izola Curry, quien durante una firma de libros del doctor King, lo apuñaló con un abrecartas. Se actuó a tiempo para salvarle la vida y pudo recuperarse. Por lo que concierne a la atacante, fue detenida, declarada enferma mental e internada en un hospital psiquiátrico. En el transcurso de los siguientes años, durante su recorrido por territorio estadounidense, las represalias, amenazas y atentados persiguieron crecientemente a Martin Luther King, como líder de la lucha, primero por los derechos civiles de los afroamericanos, específicamente, y luego por las reivindicaciones de la población marginada de EUA, en general. En el contexto, tales arremetidas formaban parte de la violencia política que, durante aquellos años, reinaba en el país y se expresaba a través de asesinatos como el del presidente demócrata John F. Kennedy, en 1963, y el del dirigente radical musulmán-afroamericano Malcolm X, en 1965. Hacia la “Tierra Prometida” Otros dos atentados dirigidos contra el llamado “Moisés Negro”, por guiar a su pueblo hacia la “Tierra Prometida” de la igualdad y la justicia, ocurrieron en 1963, en Birmingham, Alabama. El 11 de mayo, el A. G. Gaston Motel, donde horas antes se hallaba alojado el doctor King, fue bombardeado, resultando heridas cuatro personas. Dos días después, la casa de su hermano, el también pastor Alfred Daniel Williams King, donde Martin Luther solía hospedarse, también fue bombardeada, sin que nadie resultara lesionado. Es irónico que el pacifismo de Martin Luther King fuera objeto de tanta violencia. Y lo fue aún más cuando, con el prestigio internacional que le había dado el obtener el Premio Nobel de la Paz en 1964, empezó a expresarse abiertamente en contra de la intervención militar de Estados Unidos en la guerra de Vietnam y en los conflictos de países de África y Latinoamérica, con efectos catastróficos para la población de esas naciones. Por sus discursos y el liderazgo de las manifestaciones populares antibelicistas, la persecución y espionaje en contra del doctor Martin Luther King se recrudecieron, sobre todo por parte del Buró Federal de Investigaciones (FBI), siendo acusado de comunista, en un país donde las élites políticas y económicas consideraban que el capitalismo era sinónimo de democracia. Plenamente consciente de ese amago y de la amenaza que significaba para su vida, en su discurso del 3 de abril de 1968, ante los trabajadores de limpia de la ciudad de Memphis, Luther King pronunció un discurso cuyo remate parecía, de alguna manera, anticipar su prematura muerte un día después: “[…] No importa lo que pase ahora. Partí de Atlanta esta mañana y mientras estábamos listos en el avión –éramos seis–. El piloto dijo por el sistema de comunicación: “perdonen por el atraso, pero tenemos al Dr. Martin Luther King en el avión y para asegurar […] que nada estuviera mal en la nave, tuvimos que revisar todo cuidadosamente. Y tuvimos el avión resguardado, y con vigilancia toda la noche. “Y luego llegué a Memphis. Y algunos comenzaron a decir amenazas, o hablar acerca de las amenazas que circulaban por ahí, o de qué me pasaría con algunos de nuestros hermanos blancos enfermos. Y bueno, yo no sé lo que pasará ahora; se nos vienen días difíciles. Pero de verdad, ahora no me importa, porque he estado en la cima de la montaña. Y no lo tomo en cuenta. “...Como cualquier persona, me gustaría vivir una larga vida –la longevidad tiene su lugar–. Pero eso no me preocupa ahora. ¡Yo sólo quiero hacer la voluntad de Dios! Y Él me ha permitido subir a la montaña. Y he mirado, y he visto la Tierra Prometida. Puede que no llegue allá con ustedes. Pero quiero que ustedes sepan esta noche, que nosotros, como pueblo, llegaremos a la Tierra Prometida […]” Y así fue. Desgraciadamente, Martin Luther King, el guía y pacifista que movilizó a una nación, no llegó junto con los destinatarios de su mensaje a la tierra del integracionismo y la libertad, donde ya un afroamericano ha sido presidente de Estados Unidos de América, pero todavía prevalece la sombra del racismo y la xenofobia, esperando que el sueño del reverendo King la desvanezca.
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