Parte 2

En busca del paciente cero

2023-03-01T08:00:00.0000000Z

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Editorial Televisa

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EN PORTADA

Para lidiar con las pandemias y los patógenos que las causan, no sólo basta con tener una visión de prevención hacia el futuro. Aprender del pasado es el mejor maestro para no repetir los mismos errores. Por ello, viajamos al epicentro de la epidemia de ébola de 2013, en Meliandou, donde la búsqueda del paciente cero de esta terrible enfermedad ejemplifica nuestra vulnerabilidad y la impresionante facilidad con que estos eventos pueden desencadenarse. Los habitantes de Meliandou, un pueblo de casas de adobe en medio de una zona de cultivos de arroz, café y cacao, en el sur de Guinea, suelen lucir vestimentas de hermosos colores; las mujeres preparan la comida en el exterior de los hogares y lavan la ropa en un río cercano, mientras que los muchachos trillan las matas con palos. Por increíble que parezca, el 26 de diciembre de 2013 esta pequeña aldea se convirtió en el escenario de una auténtica película de terror, al ser el punto de origen de la mayor epidemia de ébola registrada. El virus, el más mortífero conocido, durante casi tres años se extendió por Guinea, Sierra Leona y gran parte del África Occidental, llegando a alcanzar a países como Estados Unidos, España y el Reino Unido. Más de 28,600 personas se contagiaron y 11,325 fallecieron, en su inmensa mayoría en este continente. Todo comenzó con Emile Ouamouno, un niño de dos años que había estado jugando cerca de un agujero de un árbol hueco, a apenas 50 metros de su vivienda; se trataba de un nido de murciélagos. Es posible que tocara sus heces y luego se llevase las manos a la cara, que fuera mordido por uno de ellos o que hiriera a alguno y se manchase con su sangre. El caso es que enfermó y dos días después murió entre vómitos y diarreas. Poco más tarde lo hicieron su hermana y su madre y luego, como sabemos, miles más. Tras el rastro del origen La búsqueda del paciente cero, esto es, la primera persona afectada, es una tarea sesuda y a veces imposible. Los epidemiólogos se convierten en detectives que tratan de esclarecer en qué circunstancias se produjo y, a menudo, han de viajar atrás en el tiempo y recorrer una cadena de infecciones y miles de muertes. Ahí tenemos al pequeño Emile. ¿Qué había ocurrido exactamente? ¿Dónde se escondía el ébola? El equipo de Fabian Leendertz, director del Departamento de Epidemiología de Microorganismos Altamente Patógenos del Instituto Robert Koch, en Berlín, llegó a Meliandou una semana después de que la OMS declarara la existencia del brote, en marzo de 2014. “Cuando me enteré, lancé una maldición”, nos cuenta Leendertz. Este virólogo alemán estaba muy preocupado. Anteriormente, el ébola había afectado a aldeas remotas y

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