VALERIA SOUZA:

ECOLOGÍA, EVOLUCIÓN Y DIVERSIDAD MICROBIANA

Por Guillermo Cárdenas Guzmán

2023-03-01T08:00:00.0000000Z

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Editorial Televisa

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ECOLOGÍA, EVOLUCIÓN Y DIVERSIDAD MICROBIANA

El contacto con el mar, paisajes y organismos naturales marcaron no sólo los primeros años de vida, sino la futura trayectoria profesional de la investigadora Valeria Souza Saldívar, quien se recuerda como una niña inquieta que trepaba árboles y perseguía animales silvestres como parte de sus juegos. “Teníamos una casa en Acapulco y aprendí a nadar desde los tres años, cuando mi papá me lanzó al mar”, recuerda. Esa fascinación por el océano, el lugar de origen de todos los seres vivos que han poblado el planeta, fue complementada con un acercamiento precoz a las fuentes del conocimiento y, en particular, a las descripciones científicas que veía en libros y enciclopedias acerca de la estructura en forma de doble hélice del ADN, el ácido desoxirribonucleico, descubierto en 1953, cinco años antes de su propio nacimiento. “Nací junto con la biología molecular. Y al ver la doble hélice trataba de entender todo: las selvas, el mar, los jardines, el bosque. Me preguntaba cómo era posible que algo tan simple contuviera todo lo que veo, lo que me gusta y lo que amo. Desde entonces, a los diez años de edad, decidí que iba a estudiar esa cadena de ADN. No sólo quería ser bióloga, quería ser genetista”, precisa la doctora Souza. Su deseo se cumplió con creces, pues completó la licenciatura en Biología, la maestría en Ciencias y el doctorado en Ecología en la UNAM, donde ahora dirige el Laboratorio de Evolución Molecular y Experimental del Instituto de Ecología. Su labor se enfoca en los procesos evolutivos, ecológicos y fisiológicos que separan a los organismos integrantes de poblaciones hasta convertirlos en especies. Buena parte de su trabajo, por más de dos décadas, lo ha desarrollado en las pozas ubicadas en el Valle de Cuatrociénegas, Coahuila, un auténtico laboratorio natural en medio del desierto que conserva vestigios de un mar prehistórico. Este sitio alberga la mayor biodiversidad de microorganismos del planeta y de ahí su interés por estudiarlo, junto con su equipo, en busca de más claves sobre el origen y evolución temprana de la vida. Esta labor le ha valido múltiples reconocimientos, como el Premio Nacional de Conservación (Semarnat, 2006), el Premio VW por amor al planeta (2010), así como las becas de la Fundación Macarthur y Aldo Leopold, que otorga el Instituto Woods, en Stanford, California, entre muchos otros. –¿Cómo influyó el estudio de las pozas de Cuatrociénegas en su trayectoria? –Hizo que pasara de estudiar organismos modelo como las bacterias Rhizobium o Escherichia coli, que todo mundo conocía, a abrir la caja negra de lo desconocido en un lugar que resultó ser un símil de la Tierra primitiva hace 3 mil millones de años; no solamente se parece, sino que guarda en su montaña a los organismos ancestrales. Ese fue un descubrimiento que ni la NASA se esperaba. –¿Cuál considera que ha sido uno de sus mayores hallazgos? –En 2016 descubrimos cerca de un sitio llamado Poza Azul un charco con una especie de domos que se producen por el burbujeo de bacterias metanógenas. Este lugar era salado y seco, hasta que la lluvia permitió que los tapetes microbianos formaran esos domos que dentro de las burbujas simulan el aire que “respiraban” las bacterias hace 3 mil 200 millones de años. Este charco de 50 x 30 m es el lugar más diverso del mundo en poblaciones de virus, bacterias y arqueas. –¿Este tipo de investigaciones puede incidir en campos más allá de la ecología? –Cuatrociénegas es el sitio más importante para realizar bioprospección del planeta. Su potencial biotecnológico es gigante; ya tenemos estudios que indican que en esa zona hay organismos potencialmente anticancerígenos, cientos de antibióticos nuevos y probióticos para las plantas. La NASA me invitó a trabajar ahí porque es un símil de Marte, tanto por el mar antiguo como por las bajas cantidades de nutrientes que tiene. –¿Cómo fue su tránsito del estudio de la ecología a la defensa del medio ambiente? –No puedes tener la bola de cristal que te da la ciencia sin actuar. Cuando las hipótesis y los datos te dicen hacia dónde van las cosas, tienes que actuar y eso nos ha llevado a defender el agua en Cuatrociénegas. Lo que sigue ahora son otros proyectos en el mar: Prístino, al sur de la Patagonia, para estudiar la respuesta de los microbios superficiales al reto del cambio ambiental y otro en la Bahía de Ohuira, Sinaloa, para el levantamiento de datos sobre la forma en que se han roto los ciclos de la vida debido a los desechos.

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