Tablillas de Glozel
2023-05-01T07:00:00.0000000Z
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Editorial Televisa

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Sumario
En el museo de Glozel (Francia) exhiben unas tablillas de cerámica muy polémicas. El 1 de marzo de 1924, un joven granjero llamado Émile Fradin encontró una cámara subterránea llena de objetos mientras araba en uno de sus campos. Había huesos humanos con extrañas marcas, ídolos hermafroditas, máscaras y varias tabletas grabadas con un lenguaje y alfabeto inusual. Algunos estudiosos, como el doctor Antonin Morlet (1882-1965), médico de Vichy y aficionado a la arqueología, decían que eso demostraba la existencia de una civilización desconocida hace unos 12,000 años, dotada de escritura en pleno Neolítico, lo que adelantaría el origen de la escritura mucho antes de que apareciera en Sumer o en Egipto. Robert Charroux, primer divulgador de la “teoría de los antiguos astronautas”, incluyó Glozel en su libro Cien mil años de historia desconocida, donde lo relacionó con Tiahuanaco y con una civilización primordial perdida. La mayoría de los expertos no han aceptado esta conclusión, tachando esas tablillas de fraude. Los símbolos muestran algunas semejanzas con el alfabeto fenicio, pero no han sido descifrados de manera concluyente. Según un informe de los años 80, ninguno de los sitios excavados mostró trazas de haber sido ocupado en una fase anterior a la Edad Media. Fradin murió a los 103 años sosteniendo su inocencia y la autenticidad de su hallazgo. A pesar de todo, un reducido grupo de investigadores irreductibles, agrupados en el Centre International d’etude et de Recherche, sigue defendiendo la autenticidad de Glozel.
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