La Magdalena y su relación con Cristo

2023-05-01T07:00:00.0000000Z

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Editorial Televisa

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Sumario

La famosa prostituta del Evangelio, a la cual Jesús le habría sacado “siete demonios”, se ha convertido en un personaje cada vez más significativo y enigmático a los ojos de nuestra sociedad, aunque su fama se deba a la historia urdida por el escritor Dan Brown en 2003 para su novela El código Da Vinci, en torno a su relación con Jesucristo y un hipotético matrimonio. De esto no hay la más mínima mención en las fuentes antiguas (un fragmento de un presunto Evangelio apócrifo aparecido en 2012 en que Jesús diría “mi esposa” ha sido considerado falso). Pero sí que los textos tanto canónicos como apócrifos muestran que esta mujer salvada por Jesús fue un personaje importante entre sus seguidores. En dos de los Evangelios apócrifos, el de Tomás y el de Felipe (siglos I a III), se menciona a María Magdalena como una discípula cercana a Jesús y que le seguía igual que los apóstoles. En el Evangelio de Felipe se alude a “tres” mujeres que “caminaban continuamente con el Señor”: su madre María, la hermana de esta y Magdalena, a la que se alude con el término griego que significa “compañera”. Pero hay otro texto apócrifo aún más significativo, que los estudiosos han bautizado como Evangelio de María Magdalena, porque ella adquiere gran protagonismo. Allí se la considera discípula de Jesús y la vemos en funciones de liderazgo, particularmente en un fragmento en el que, tras la desaparición de Jesús, los apóstoles se encuentran “entristecidos y llorando amargamente”, ya que consideran que nadie les hará caso en sus prédicas. “Entonces Mariam [Magdalena] se levantó... y dijo a sus hermanos: ‘No lloréis y no os entristezcáis; no vaciléis más, pues su gracia descenderá sobre todos vosotros y os protegerá... Dicho esto, Mariam convirtió sus corazones al bien y comenzaron a comentar las palabras del Señor’”. Se interpreta que aquí María Magdalena estaba ejerciendo como abanderada de la corriente gnóstica —luego, declarada herética—, que creía que un conocimiento introspectivo y místico de la divinidad traería a quienes lo practicaran esa “gracia” divina.

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