El misterio de los dodecaedros romanos
2023-05-01T07:00:00.0000000Z
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Editorial Televisa

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Sumario
Hace 300 años aproximadamente, se encontró por primera vez un dodecaedro de origen romano en Aston, Hertfordshire —Inglaterra—. Desde entonces han aparecido más de cien dodecaedros parecidos a este en Europa, principalmente en la cuenca del Rin. Han sido datados entre los siglos II y III d. C. El dodecaedro romano era un objeto pequeño, del tamaño de un puño, con doce caras planas con forma de pentágono de 4 a 11 centímetros de altura —a menudo con agujeros en sus caras—. Se han hecho en bronce, aunque también los hubo de hierro y piedra, y algunos han sido creados con perillas redondeadas en las esquinas de los pentágonos. El gran misterio que se ha planteado ha sido cuál era su función, pues no hay documentos que expliquen para qué servían. Una de las teorías más plausibles es que fuera un dispositivo de medición de rango en el campo de batalla, que sirvió para fabricar y calcular la trayectoria de los proyectiles para hondas. Otra teoría parecida lo explica como instrumento topográfico y nivelador con fines militares. Una de las hipótesis más interesantes —basada en las consideraciones de Plutarco, que afirmaba que las doce caras representaban los doce signos de zodiaco—, los identificaba como instrumentos de medición astronómico —para la siembra y recogida del grano en primavera y otoño—, porque con ellos se podía medir el ángulo de la luz solar. Lo cierto es que debieron tener su valor personal para aquellos que los poseyeron porque algunos de ellos se han encontrado en tumbas, asociados a tesoros o junto a artículos valiosos y monedas. Quizás, la clave del misterio ha sido la simbología en sí del objeto. El dodecaedro romano era un poliedro de doce caras pentagonales regulares y un espacio cuya forma se aproximaba a la esfera. Platón en el Timeo afirmaba que la materia solo podía ser comprendida a través de las matemáticas. La tierra era identificada con el cubo —seis caras cuadradas—, el fuego con el tetraedro —cuatro caras triangulares—, el aire era un octaedro —ocho caras triangulares— y el agua un icosaedro — veinte caras triangulares—. El filósofo griego identificaba cada uno de los cuatro elementos con los cuatro poliedros regulares. Pero y el dodecaedro, ¿qué función tenía? En el Timeo de Platón, al dodecaedro —quinto poliedro regular— le fue asignada la función de modelo del universo para el Demiurgo, fue el quinto elemento.
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