Las bacanales romanas
2023-05-01T07:00:00.0000000Z
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Editorial Televisa

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Sumario
Las bacanales romanas eran fiestas que se hacían en honor del dios Baco —divinidad asociada al vino— en las que se comía y bebía en exceso. Desde entonces han sido sinónimo de desenfreno sexual. El culto fue introducido en Roma hacia el siglo III a. C. y del mismo solo participaban las mujeres dos días al año —el 16 y 17 de marzo— cerca del Aventino. Pero una sacerdotisa meridional, Pacula Annia, introdujo varias reformas de inspiración divina: como fue la iniciación de los hombres en el culto, las celebraciones nocturnas con símbolos fálicos y el aumento del número de ceremonias. En palabras de Tito Livio, “desde que los ritos eran promiscuos y se mezclaban hombres y mujeres, no había delito ni inmoralidad que no se perpetrara allí”. El éxito de este culto pudo deberse a que se desarrolló durante la segunda Guerra Púnica contra Cartago, en un contexto de crisis que favoreció la aparición de cultos mistéricos como el de Baco, que actuaba de “válvula de escape social”. También tuvo importancia el carácter transversal del mismo, en el que las mujeres tuvieron un papel protagonista y del que participaban todos los estratos sociales, desde los esclavos a la nobleza. En el año 186 a. C., el Senado aprobó un decreto contra los seguidores del culto que se convirtió en una “caza de brujas”, pues las bacanales se habían convertido en un problema social a la vez que moral. La acusación partió de un joven llamado Ebucio, cuya madre —viuda— se casó en segundas nupcias. Padrastro y madre quisieron introducir al joven en el culto a Baco con la intención de administrar su herencia paterna. Pero la amante de este, Híspala Fecenia —conocedora del culto—, le animó a denunciarlos a instancias oficiales. La sentencia condenaba a los seguidores del dios Baco por estupro —profanación sexual sobre cuerpos protegidos por el derecho romano—, pues no era lícito el sexo con menores, ni con mujeres vinculadas a otro ciudadano romano. El Senado no erradicó el culto, pero lo limitó enormemente. Fue neutralizado bajo el aspecto del dios cívico romano Liber y atomizado en cofradías. El decreto se convirtió en un pretexto que reafirmó los valores tradicionales, el rol patriarcal en el seno de la familia y restableció el viejo orden romano. La gran aceptación del culto a Baco en todas las capas sociales quedó patente en numerosos sarcófagos y mosaicos de tema báquico muy frecuentes en la Hispania romana, aunque los ejemplos más espectaculares los encontramos en las pinturas de la Villa de los Misterios en Pompeya. Con el auge del cristianismo se reprimió el culto a Baco que tuvo su final bajo el emperador Teodosio quien ordenó destruir todos los templos y representaciones paganas en el 399 d. C.
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