DEL HÉROE GRIEGO AL TRAIDOR
ALCIBÍADES, EMÍSTOCLES, HIPIAS, DEMARATO, PAUSANIAS, EFIALTES…
Por Francisco J. Molina García
2023-03-01T08:00:00.0000000Z
2023-03-01T08:00:00.0000000Z
Editorial Televisa

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Alcibíades, Emístocles, Hipias, Demarato, Pausania
La línea roja que separó al héroe del traidor en la antigua Grecia dependió del bien común de la sociedad griega. La ambición, la envidia o la venganza llevaron a la traición a grandes griegos que vendieron su alma al persa. Apartir de las guerras médicas, la traición –tan antigua como el hombre– cobró una nueva dimensión porque el enemigo de los griegos no fue una polis, sino un imperio. El objetivo del traidor fue destruir las instituciones y el Estado que le vio nacer. No hubo redención para aquellos que fallaron a los suyos. Hipias y los tríos en la política ateniense Hipias fue un tirano –hijo de Pisístrato– protagonista de la política ateniense a finales del siglo VI a. C. Su hermano pequeño se llamaba Hiparco. Entre ambos nunca existió rivalidad porque mientras al mayor le apasionaba la política, el segundo se daba más a la poesía y a los muchachos. Fueron precisamente los amoríos de Hiparco con un tal Harmodio, amante a su vez de un aristócrata de nombre Aristógiton, lo que provocó la caída de Hipias. Aristógiton, celoso, maquinó para provocar la muerte de los dos hermanos y planeó el asesinato de ambos durante un banquete. Hipias se salvó, pero Hiparco murió en el suceso. Desde ese momento, movido por la venganza, el gobierno de Hipias giró hacia la tiranía –gobierno despótico y débil para Heródoto– y se ganó la enemistad del pueblo. Los Alcmeónidas, que estaban exiliados en Delfos, aprovecharon la situación para armar un ejército, pedir ayuda a Esparta y marchar contra Hipias, que se refugió en la Acrópolis ateniense. Los sitiadores, liderados por Clístenes, consiguieron capturar a los hijos de Hipias, que para salvarlos tuvo que rendirse y marchar al exilio. Fruto de las consecuencias personales, en el 506 a. C. encontramos a un Hipias despechado y ambicioso en la corte del rey Darío de Persia. Sus consejos llevaron a Darío a la invasión de Grecia en la primera Guerra Médica con el consecuente fracaso en la batalla de Maratón –490 a. C.– (Hdt. VI. 102). La historia del continente cambió allí. También la de Hipias, que murió en Lemnos poco tiempo después. Aunque en líneas generales su gobierno fue bueno para Atenas, esta jamás perdonó su traición y ensalzó más a los gobernantes (Alcmeónidas) democráticos posteriores. Demarato, “el rey ilegítimo”de Esparta Otro personaje destinado para la gloria, y contemporáneo de Hipias, fue el rey de Esparta, Demarato, hijo de Aristón, de la casa de los Europóntidas. Al igual que el anterior, fue el destino el que llevó su vida a la traición a su pueblo. Como Esparta era una diarquía, compartió trono con Cléomenes I de la familia de los Agíadas, con el que se enemistó tras la campaña espartana en Atenas a favor de Iságoras, rival de Clístenes. Los monarcas en Esparta eran controlados por cinco magistrados (Éforos) y un consejo de ancianos (Gerusía). Pero Cléomenes reinaba de forma autónoma sin contar con las instituciones. Así que cuando el ejército espartano se encontraba en Eleusis, a 20 kilómetros de Atenas, Demarato, a modo de lección, se fue con sus hombres y el contingente corintio y dejó plantado a Cléomenes, con el orgullo herido y sin expedición de conquista. El suceso ha pasado a la historia como “el divorcio de Eleusis”. Las diferencias entre ambos llevaron a Cléomenes a urdir un plan para destronar a Demarato y sustituirlo por Leotíquidas. El primero acusó al segundo de no ser hijo legítimo de Aristón y sobornó al oráculo de Delfos que actuaba de árbitro en la cuestión. Demarato fue degradado a trabajar con los jóvenes en las gimnopedias –festivales en
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