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FOUR SEASONS NAVIVA

La bandeja de bebidas que me presentaron después de cruzar un puente que parecía un capullo fue la primera señal: este no es un típico Four Seasons. Es la idea detrás de un coctel de bienvenida, excepto que puedes pedir lo que quieras. No firmas nada en este punto, como ocurre en prácticamente cualquier hotel, y no necesitarás firmar nada en el transcurso. “Lo que está aquí es para ti”, te lo repetirán todo el tiempo durante tu estancia.

Solo hay 15 habitaciones en sus 48 acres. No vienes por la socialización como si fuera The White Lotus, vienes a desconectarte. No hay televisiones y las habitaciones son como casas privadas, con estilo de tiendas de acampar para que sientas que es una experiencia de glamping, aunque una mañana típica consiste en saltar a tu piscina privada y mandarle un mensaje de texto a tu guía para ordenar unos huevos rancheros mientras ves a las ballenas en el océano pacífico y escuchas el canto de las aves de la jungla.

Puedes hacer eso todo el día, pero lo que hace a Naviva verdaderamente única es su capacidad de crear una aventura personalizada. Eso puede implicar una rutina con un entrenador en el gimnasio al aire libre donde las pesas están hechas de piedras, al estilo Picapiedras, o una clase de meditación bajo el sol. Pero la insignia es el temascal, guiado por un chamán que canta y salpica agua en las piedras calientes en una habitación donde estás en una obscuridad absoluta. Al final, debes sentir un renacimiento. A mí al menos sí me ocurrió. En Naviva, hay varias maneras de salir de ahí como nuevo. -K.S.

Aperitivo _ Moda

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2023-06-01T07:00:00.0000000Z

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Editorial Televisa