THE MAYBOURNE RIVIERA

Hay una sensación de que estás en el borde del planeta. El hotel está construido en el costado de una roca, por encima del mar, y todo es de color blanco con cristales transparentes, con balcones desde donde puedes contemplar las infinitas vistas del Mediterráneo. Dependiendo de dónde te pares, puedes ver las costas de Mónaco, Francia e Italia, todas al mismo tiempo. Tiene una vibra como si fuera la guarida de un villano de película. Te hace cuestionarte cómo alguien pudo construir esta escultura tan contemporánea y audaz en uno de los lugares más exclusivos del mundo. Pero la calidez de Riviera te hará sentir como en casa. Muchos de los encargados del hotel usan blazers azules de doble botón, camisas nauticas a rayas y tenis blancos; es cautivador. Casi cada mueble que te encuentras –desde las sillas de sus cuatro restaurantes, tres de Mauro Colagreco y uno de Jean-Georges Vongerichten, hasta los asientos en las 69 habitaciones– tienen una gentil curvatura. Y todas las ventanas de pies a cabeza hacen que el verdadero protagonista tome su merecido lugar: el mar y el cielo.

Es un lugar donde– con una copa de champagne en mano– puedes contemplar cómo los azules del horizonte, e incluso en sintonía con la alberca infinita, se fusionan gentilmente uno con el otro a lo largo del día, como las obras de Rothko. De hecho es fácil ver por qué los pintores se sienten tan atraídos a esta zona: la luz es maravillosa. ¿Se pudieron haber imaginado que esta pequeña roca en el costado del acantilado se convertiría en uno de los lugares más lujosos del mundo? Probablemente no. La mayoría de los hoteles de alrededor, como el Hotel du Cap-Eden-Roc o el Mêtropole se enfocan más hacia sus majestuosas historias. Y no tiene nada de malo, pero hace que este novato moderno sobre la costa se sienta como una bocanada de aire fresco. - KS