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NIRVANA EN LA TIERRA, CAREYES

Un paraiso épico, nueve millas de jungla y mar, un estilo de vida aparte en las playas del Pacífico mexicano, en la costa sur de Jalisco. Una comunidad que no sabe si quiere ser descubierta… _

Andrés Galisteo

¿CAREYES? ¡GUAU! Esta interrogación y exclamación serán lo que te preguntarás y como reaccionarás, esperemos, en el transcurso de esta lectura. Es lo que ocurre cada vez que cualquier visitante se adentra en la exuberante Costalegre de Jalisco, a la altura del kilómetro 53 de la carretera Melaque-Puerto Vallarta, en el Pacífico mexicano. Estos signos (¿?¡!) presiden un discreto acceso que pocos afortunados conocen y son la entrada a una comunidad fascinante que ha levantado aquí su edén particular alejado del mundo. Puede sonar sectario, hasta cierto punto lo es, pero este excéntrico emplazamiento, construido a su imagen y semejanza por el banquero y visionario italiano Gian Franco Brignone para un escogido grupo de residentes, es un culto al que estaríamos dispuestos a pertenecer. De hecho, lo hicimos, al menos durante unos días. Casi nadie sabe que es posible y que esto va mucho más allá del dinero.

¿QUÉ ES CAREYES?

Fue en los 60 cuando Brignone sobrevoló estas tierras y cayó rendido ante ellas. Con su Amalfi en la mente, aquel viaje fue el inicio de una promoción inmobiliaria vacacional tan loca que ni siquiera podría considerarse como tal. Fue su sueño. Uno que continúan sus descendientes, con su hijo Giorgio a la cabeza, y los de los selectos amigos que le acompañaron. Aquello no era ni es cuestión de ceros en la cuenta, que por supuesto son necesarios para costear los châteaux, villas y casitas que diseñó salpicando las colinas y playas paradisiacas. Es cuestión de valores, de cumplir los 27 requisitos oficialmente dispuestos para adquirir una propiedad y que alejan a todo el que jamás encajaría en el exclusivo grupo. Los hay más etéreos, como ser creativo, amar México y esta región, vivir intensamente cada minuto... Y los hay tan concretos y extraños como su creador: hablar varias lenguas, saber navegar, haber presenciado un nacimiento y una muerte, haber querido y haber sido rechazado, haber cometido parte de los siete pecados capitales, haberse arruinado o haber pedido permiso a la madre Tierra para habitarla. Son un retrato escrito del fundador, tal y como nos confiesa su hijo desde e l interior de la casa familiar con portentosas vistas al océano. Él también es un poco así, un rock star anónimo en el mundo global pero que gobierna aquí su reino como la gran mayoría de perfiles en Careyes.

Tampoco es cuestión de celebridades. Aunque confirman que Heidi Klum, Salma Hayek o Cindy Crawford han comprado o alquilado alguna de las residencias de cifras y arquitecturas imposibles firmadas por Luis Barragán o Diego Villaseñor, ninguno de los miembros es reconocible a ese nivel. Lo que se encuentra es, más bien, una colonia de tintes artísticos, al estilo de los buenos tiempos de Ibiza multiplicados, una imaginativa jet set relajada y desapercibida en sus mansiones que puede socializar sin maquillaje en un pueblo a su medida, acudiendo a sus propios restaurantes, a sus propias tiendas de moda sostenible, quedando con sus vecinos para soirées domésticas o al aire libre lejos de los focos.

ESPIRITUALIDAD Y ENTORNO

Hay una fuerte confluencia de energías, algo enigmáticamente encantador que tiene que ver con la naturaleza a la que todos rinden pleitesía incluso con un festival que celebran anualmente en su honor, Ondalinda, su particular Burning Man. Al atardecer, uno de los más espectaculares que hemos contemplado, muchos peregrinan en sus todoterrenos a La Copa del Sol, una bizarra construcción en forma de cuenco gigante que Brignone padre alzó como receptáculo energético, faro para la vida extraterrestre y cerca de donde planeó enterrarse. Dentro, una terapia de sanación con sonido los desconecta y reconecta con ellos mismos, el entorno y sus huéspedes. En este caso, nosotros. Si Careyes te “acepta”, si entras, todos saben quién eres. No de una forma invasiva, la elegancia no se pierde un ápice en rincón alguno, sino acogedora. Las casas están abiertas para ti. En los siete restaurantes privados escondidos en distintos puntos de toda la reserva siempre te harán un hueco en sus mesas, para terminar al amanecer bailando junto al mar o departiendo confidencias en sus salones, incluyéndote como parte de algo trascendental, de una colectividad única que vive aparte, con su propia agenda social hecha por y para ellos mismos, y que incluye desde cine a yoga, pasando por un club de polo.

No viven en otro planeta, aunque pueda parecerlo. Los problemas de este les preocupan y mucho, de ahí el cuidado extremo por el medio ambiente, que también se nota en los núcleos rurales que los rodean y a los que han proporcionado

CAREYES ES belleza natural, arquitectura y estilo de vida SIMBIÓTICO

un medio de vida, nombrando a sus componentes, con todos los honores, los caballeros del Sol, y poniendo su nombre a la placita central del village común que comparten. La Fundación Careyes, además, cataliza programas en educación, ecología y artes para lograr mejoras sociales porque “una comunidad no puede prosperar a menos que sea saludable en todos los sentidos”, reza Giorgio. Las personas son cruciales, la vegetación es crucial, los animales son cruciales. Careyes protege a las tortugas marinas con un santuario para ellas, organiza actividades para conocer de primera mano ballenas y delfines y enseña sobre las más de 270 especies de aves que anidan.

Hasta la última casita está integrada con el último árbol y producto de la artesanía y el trabajo local. La extravagancia aquí es patente, pero no frívola, y a la vista queda en las imágenes de los ‘castillos’ que ilustran este reportaje, sus colores, ubicaciones y planteamiento. Está Tigre del Mar, con sus siete habitaciones y comedor abierto ante una gran piscina y el azul pacífico que reflejan sus paredes. Están Sol de Oriente y de Occidente, viviendas opuestas con media docena de suites, bungalós y torreones de cuento de hadas. Están las ‘pequeñas’ viviendas que conforman Casitas de las Flores, más de medio centenar que se juntan en una ladera panorámica y la pintan con sus vivos tonos entre México y el Mediterráneo. La frondosidad del área lo abraza y oculta todo. Solo son visibles en barco, desde el agua.

Todas tienen su propietario. En el momento de nuestra visita no había ninguna a la venta. Giorgio nos anunciaba nuevas construcciones, con la cautela de quien no quiere perder la esencia.

Algunos de estos dueños las alquilan por temporadas, pero la mayor parte no vas a encontrarlas en ninguna plataforma habitual, solo en las más escogidas y ni siquiera: esto es puro boca a boca y referencias. Hay una manera más sencilla, aun así, de alojarse en Careyes sin someterse a exigentes filtros. El Careyes Club & Residences es uno de los últimos desarrollos urbanísticos y lo que podría asemejarse a un hotel. Por bastantes cientos de euros la noche se puede reservar uno de sus lujosos apartamentos y disfrutar así de las maravillas acuáticas y terrestres que se prodigan, de los deliciosos restaurantes y beach clubs esparcidos a lo largo y ancho de los kilómetros que ocupan, y de varias de las actividades. La inmersión en la congregación, no obstante, y lógicamente, es limitada, pero es una buena manera de explorarla en lo superficial y quién sabe si quedar cautivado por ella y regresar en un futuro a aplicar como propietario e integrante.

ESPIRITUALIDAD Y ENTORNO

Vuelvas o no, mientras te hospedes podrás deleitarte con el magnetismo de las aguas de la bahía de Careyes, de las verdes islas frente a la costa rebosantes de playas desiertas y cristalinas olas que descubrirás en un barquito guiado por un pescador de la zona, de sus mágicas cuevas marinas. Te acompañarán millares de peces de infinitos colores que te devolverán a tierra para dar un paseo a caballo hasta otra idílica playa, la de Teopa, donde se contemplan las tortugas carey. O a una sesión de su completo programa de bienestar. O a un vino casual, con el pelo mojado y la piel bronceada, en la plaza comunal. O a una cena con los pies en la arena atisbando, aun siendo ajeno, la vida que aquí se promulga.

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2023-03-01T08:00:00.0000000Z

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