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EN LA OPINIÓN DE MONTSERRAT excluyendo al incluir

Me hace feliz que cada vez sean menos los que ven con extrañeza a la gente “diferente” y más quienes consideran la diferencia como positivo.

Y aunque es verdad que maduramos como humanidad acogiendo a nuestros compañeros e invitándolos a entrar en nuestros lugares favoritos, oficinas, hogares…, noto un hueco en este crecimiento: si lo hacemos pensando solo en la diferencia, aunque se les invite, no se les les recibe como miembros de la comunidad 100% iguales al resto. Incluir no es solo dejar entrar, es dar la bienvenida sin distancia.

Buena parte de la sociedad se ha ido de un extremo al otro: de no dejar que los hijos se acerquen a alguien con alguna discapacidad intelectual a usar a estas personas como poster-boys de las empresas; de excluir a los miembros de la comunidad LGBTQ+ a tratarlos como héroes.

Por supuesto, la situación actual es mejor a la de unos años atrás, pero aún no se llega al punto de sentir colectivamente que somos iguales: las diferencias no definen a la persona, son características de su ser. Asumirlo de otra manera quizá resulte un tipo de exclusión al segregar grupos de personas. Y yo digo ¡basta!

Basta de catalogar a una persona por su identidad sexual, una discapacidad, raza o género. Basta de idolatrar o satanizar una característica de la gente, porque eso es lo que son las diferencias: características, una parte del todo, un punto en el universo que conforma a cada individuo.

Aún falta mucho por hacer. Hace 20 años era difícil encontrar a varias mujeres en un consejo directivo, personas con una discapacidad en los Juegos Olímpicos o manejando un taxi. Muchas empresas decidían no contratar a alguien por ser homosexual, por estar en el espectro autista o por creencias musulmanas. Ahora vemos una mayor diversidad, pero no –necesariamente– una mayor inclusión.

Las empresas hoy no pueden discriminar por estas razones e incluso tienen mejor reputación por contar con políticas de diversidad, pero todavía no hay una realidad exenta de exclusión. No vemos a las personas con estas diferencias como iguales, sin necesidad de exaltarlas o de categorizarlas como “minorías”.

Cuando hablemos de igualdad, equidad e inclusión, que sea de corazón, con un cambio total en nuestra actitud, posible al reconocer que todos somos diferentes y, por lo tanto, especiales.

NOTAS CORTAS

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2021-09-13T07:00:00.0000000Z

2021-09-13T07:00:00.0000000Z

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Editorial Televisa