Televisa Kiosco Digital

E n l a o p i n i ó n d E M o n t s E r r at : _______________________________________________________

Mark Twain pronunció una famosa frase según la cual “Hay dos tipos de oradores: los que están nerviosos y los que son mentirosos”. Los nervios ocurren, somos humanos. La vida diaria hace que vivamos situaciones donde debemos presentar un proyecto, preguntar algo incómodo sobre cierto tema que no conocemos, y nos enfrentamos a la incertidumbre de no saber cuál será la respuesta. Podría apostar que lo que primero que aparece en el inconsciente es “Estoy nervioso” y luego viene un “¿Qué hago con esto?”.

Antes de entrar en el “¿Y ahora qué?”, es importante entender por qué nos sentimos así. En el trabajo hay un patrón muy claro con los clientes. Absolutamente todos buscamos lo mismo con nuestra comunicación: ser escuchados e influir. Alguna vez le preguntaron a Oprah Winfrey: “En todos los años de tu programa, ¿qué has aprendido sobre la gente?”. Su respuesta habla del corazón de la condición humana y de los fundamentos de la comunicación: “Queremos que nos escuchen... lo que todo el mundo quiere saber es: ¿Se te iluminan los ojos cuando entro en la habitación? ¿Me has oído y lo que he dicho ha significado algo para ti? .... Y la razón por la que creo que mi capacidad para comunicarme con gente de todo el mundo ha sido tan recompensada es porque realmente entiendo eso”.

Cuando los nervios afloran, solemos sentir miedo de que lo que decimos no importe y que nuestro contenido y mensaje no calen en la audiencia. Nos detenemos en cómo nos percibirán. Esto se convierte en un patrón de pensamiento autorreflexivo y centrado en nosotros mismos. El resultado es presión y nervios autoinducidos. Nos quedamos en nuestra propia cabeza, desenchufados de lo que hay más allá, fuera de ella, cuando, en realidad, estamos programados como humanos para conectar, para sentirnos uno con los que nos rodean.

Entonces, ¿cómo manejar los nervios al momento de querer comunicarte? Date cuenta, por favor, de que no se trata de ti.

• Haz que cada mensaje sea sobre “ellos”, tus oyentes. Acércate a una situación de comunicación con el pensamiento: “Estoy aquí para potenciar a este público, para ayudarle”, y la presión desaparece. Si te acercas con la idea de “Quiero y necesito que hagan esto y lo otro”, habrá muchos nervios, pues se trata de una actitud autocomplaciente.

• Si los nervios continúan cuando comienzas a hablar, actúa para conectar con el público lo antes posible.

Cuenta una historia relacionada, un anécdota, haz una pregunta, hazlos parte de la conversación. Cuando tu cerebro reconozca que estás conectando, empezará a sentirse tranquilo.

Un estudio de la firma de análisis estadísticos Quantified reveló que “los oradores seguros de sí mismos utilizan un 46,9% más de lenguaje inclusivo que los oradores nerviosos, lo que significa que usan palabras colaborativas y pronombres personales para ayudar a la audiencia a sentirse más involucrada en el mensaje”. Todo gira en torno a quienes nos escuchan, a los oyentes. Cuando nos acercamos a ellos con un “Estoy aquí para ayudar y esto es lo que he pensado que ayudará”, marcarás la diferencia, “tocarás” a la audiencia. Tu intención cambia de “Cómo sueno, estoy diciendo lo correcto” a “Estoy aquí para empoderar y ayudar a la audiencia”. Y de conexión es de lo que se trata.

Ahora, algo importante: el plan existe, pero no tiene por qué parecer lo que esperamos. El plan existe, pero no se trata tanto del lugar que ocupamos, sino del lugar que le damos a cada quien.

NOTAS CORTAS

es-mx

2021-07-01T07:00:00.0000000Z

2021-07-01T07:00:00.0000000Z

https://editorialtelevisa.pressreader.com/article/281655373041883

Editorial Televisa