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Hemingway se mitificó a sí mismo como el pináculo de la masculinidad. El nuevo documental de Ken Burns y Lynn Novick nos cuenta una historia distinta.

ZELDA FITZGERALD vio más allá de la persona hipermasculinizada que Ernest Hemingway cultivó: cargaba consigo una pistola, bebía mucho, cazaba, toreaba, peleaba y era mujeriego, una fachada que aún permanece hasta hoy en día. “Nadie es así de hombre”, dijo refiriéndose a él en la década de los 20. Durante un siglo, esta mitología osificada ha oscurecido al autor, quien es ilustrado desde la cuna hasta la tumba en Hemin

gway, el nuevo documental de tres entregas para PBS, realizado por Ken Burns y Lynn Novick. A través de sus lentes, emerge como una problemática figura, insegura de su masculinidad y fascinado por la fluidez de género, quien produjo algunas de las obras más milagrosas del canon estadounidense. Burns y Novick comenzaron el proyecto en 2013 y hablaron con Esquire (alguna vez hogar de los textos de Hemingway) acerca de cómo divergen el hombre y el mito.

— ADRIENNE WESTENFELD

EN ESTE PROYECTO, DECONSTRUYEN LA IDEA DE QUE HEMINGWAY ES EL “HOMBRE POR EXCELENCIA”.

¿QUÉ MALINTERPRETACIÓN EXISTE RESPECTO A ESA CARACTERIZACIÓN POPULAR?

KEN BURNS: Es una trágica historia: un hombre que ayudó a moldear y exagerar su propia leyenda, se convierte en prisionero de ella misma. Pero es posible ver momentos inéditos que dan un panorama más completo. El material escrito durante su segundo viaje a África respecto al sexo con Mary (Welsh Hemingway, su cuarta y última esposa) es simplemente increíble. Ella lo llama Catherine, él la llama Peter y deciden cortarse el cabello. LYNN NOVICK: En el filme, Mary Karr dice, “La masculinidad debió haber sido muy sofocante”. Hemingway trató de personificar lo mejor que pudo la identidad que existía de lo masculino, pero creó retos para otros como él, vulnerable, sensible y que sufría de ansiedad, además de inseguro. Parecía estar interesado en lo que ahora llamamos fluidez de género. Para este hombre extraordinariamente masculino, mantenerse abierto respecto a experimentar los roles de género en su vida íntima, es, en verdad, fascinante. ¿CÓMO DESMANTELARON LA MITOLOGÍA DE HEMINGWAY DE SU PROPIA VIDA?

LN: Era un constructor prodigioso de su propio mito, desde muy joven. Queríamos triangular entre lo que realmente había ocurrido y lo que dijo que había pasado. Tratamos de obtener un sentido de qué tan dispuesto estaba a adornarse para conseguir una mejor reacción y cómo no le gustaba hacerlo pero decidió seguir adelante, para darle a la gente lo que deseaba en el contexto de la Primera Guerra Mundial. KB: Paríseraunafiesta es una obra hermosa, pero –como lo mostramos en el filme– establecía viejas adaptaciones innecesarias con personas que le habían ayudado y ya no estaban vivas, como Gertrude Stein y F. Scott Fitzgerald. Aún así, el libro no deja de ser una belleza. Todos mienten. Algunas personas lo hacen mucho más. Queríamos que el filme encontrara una voz donde los personajes fueran multidimensionales.

¿POR QUÉ SU VIDA Y SU OBRA NOS SIGUEN RESONANDO?

KB: Uno de mis momentos favoritos del filme es esa explosión de creatividad que toma una antigua historia de Esquire y se expande hasta Elviejoyelmar. Hizo que Mary lo leyera y ella dijo: “Te perdono por todas las cosas malas que me has dicho”. Por eso nos seguimos relacionando con él después de tanto tiempo: es el poder trascendente de su arte.

LN: Creo que su obra es la que perdura. En sus mejores entregas, logra capturar experiencias humanas muy profundas y las relata de una manera muy única, que le han dado forma a tantas cosas que vinieron después. Mientras la gente pueda seguir leyendo, seguirá escogiendo –sin dudas– a Hemingway.