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EL TAMAÑO SÍ IMPORTA

Dimensiones en centímetros masculinos.

Por NICOLA MACCHIONE

SIEMPRE HA ESTADO SOBRE LA MESA el complicado tema de una de las variantes anatómicas más importantes de este órgano: las dimensiones. De hecho, parece que la eterna “guerra de centímetros” data de mucho antes de la invención de la misma unidad de medida. Lo cierto es que, incluso antes de saber el tamaño que alcanzaría, ya teníamos miedo de que no fuera lo suficientemente largo. Un momento histórico fundamental en la antropología humana (además de la invención de la cinta métrica, que marcó el dilema de las medidas), parece que fue el cambio de nuestro andar en cuatro patas a la posición erguida. Tras este logro evolutivo, pasamos de “esconder” nuestros genitales a exponerlos a la luz solar y al juicio público. Admirarnos en posición vertical y con muchos penes al viento hace posible compararnos con nuestros semejantes y, por tanto, a entender que nuestros genitales no son todos iguales, pues existen numerosas variantes anatómicas. Podemos leer respecto a la “cuestión dimensional” en el libro bíblico del profeta Ezequiel, quien en el año 600 a.C., y en el pasaje 23:18-20, refiriéndose a una meretriz, describió las características “equinas” de los miembros de sus amantes: “Cuando ella continuó prostituyéndose abiertamente y exponiendo su cuerpo desnudo, le di la espalda con disgusto, tal como le había dado la espalda a su hermana. Sin embargo, ella se volvió cada vez más promiscua al recordar los días de su juventud cuando era una prostituta en Egipto. Allí anhelaba a sus amantes, cuyos genitales eran como los de los burros y cuya emisión era como la de los caballos”.

En la antigua Grecia, los órganos masculinos voluminosos se veían con desprecio y con una repugnancia estética, donde el pene ideal era pequeño y con un prepucio ajustado. Mientras en Occidente uno voluminoso resultaba ser “ofensivo”, en Oriente –durante ese mismo período– reinó sin discusión la fascinación por los genitales extragrandes. No es casualidad que la historia de China, Corea y Japón

esté llena de leyendas de hombres con superpoderes peneanos. En la India lo llevaron un paso más adelante e incluso trataron de dar una estructura al asunto. De hecho, en el antiguo tratado sexual del Kama Sutra, escrito en sánscrito, probablemente entre los siglos II y IV d.C., los hombres se dividían en tres clases según el tamaño del sexo: Liebre (que va de 6-7 cm cuando está erecto), Toro (10-15cm) y Caballo (18-20cm).

Con el paso del tiempo, el tema de las dimensiones fue “resuelto” gracias a la ropa adecuada que no dejaba entrever nuestros penes. Por esta y muchas otras razones, dicho dilema ha llegado hasta nuestros días con las mismas dudas y características que cuando la dejamos hace siglos y ahora parece encontrar terreno muy fértil en la amplia cuestión de la percepción de uno mismo.

Por un estudio reciente (2017), sabemos que al responder a una encuesta sobre el tamaño de su miembro, muchos hombres reportaron tenerlo de tamaño inadecuado, a pesar de que estaban en promedio con sus semejantes. Otro estudio que involucró a más de 52,000 hombres y mujeres heterosexuales documentó que mientras el 85% de las mujeres están satisfechas con las dimensiones de su pareja, solo el 55% de los hombres se sienten satisfechos. En la práctica, solo uno de cada dos hombres dijo estar satisfecho con el tamaño de su órgano genital, y apenas el 0.2% de ellos afirmó desear tener uno más pequeño.

Por lo tanto, ambos estudios documentan una percepción errónea, profunda y generalizada del mundo real con respecto al tamaño del pene. En efecto, en una sociedad como la nuestra, donde la educación sexual llega a través del mundo de la pornografía, es difícil imaginar genitales “dimensionalmente adecuados” si el modelo propuesto es uno extragrande, propio de acróbatas sexuales frente a las cámaras.

Con frecuencia, el problema empeora en el fatídico “momento de los vestidores” (en el gimnasio, en las canchas de fútbol o baloncesto, o cualquier momento de desnudez masculina colectiva). En ese momento de enfrentamiento se asocian múltiples factores de confusión que nos llevan a no tener una percepción clara de la realidad.

El primer factor que entra en juego es lo que llamo “perspect iva” : consiste en la ilusión óptica de comparar el pene (que se mira hacia abajo) con el del vecino de la ducha, que en cambio se observa de frente y, por lo tanto, parece mucho más voluminoso. El segundo factor es el anatómico, cuando no sabemos si nuestro miembro como punto de comparación es un grower o un shower, que es –básicamente– un sujeto con un pene de efecto sorpresa o “que tiene poco que contar”.

En definitiva, sabemos desde hace unos años que podemos dividir los genitales externos masculinos en estos dos grupos, los que “crecen” y los que “ya crecieron”. Y para distinguir ambos grupos se analizaron los resultados de un estudio reciente realizado por colegas californianos donde aclararon desde la ciencia la cuestión definiendo como grower a los sujetos cuya variación de tamaño genital de estado flácido a erecto es mayor a cuatro centímetros, y en consecuencia, considerando como shower a todos los demás. La diferencia entre los dos tipos de miembros parece estar relacionada con la concentración de elastina y fibras de colágeno que componen las capas de los cuerpos eréctiles del pene. Todo indica que un mayor porcentaje de fibras de elastina le brinda propiedades de crecimiento leudado y las dimensiones finales difieren solo un poco.

Desde el supuesto de que el ser humano es el primate con el pene más grande, tanto en sentido absoluto como al compararlo con el tamaño del cuerpo, y analizando los resultados de diversos estudios, podemos intentar –con ciertos riesgos– determinar cuál es el promedio del órgano masculino.

Los resultados más importantes conocidos hasta la fecha provienen de una revisión reciente (2020), publicada por colegas estadounidenses. A partir de esta revisión de los datos que analizan 43 estudios, parece claro que la mayoría de los hombres creen que la longitud media de un pene erecto es superior a 15.24 centímetros. Esta creencia se debe, en parte, a varios estudios citados con frecuencia que se basaron en mediciones autoinformadas, con promedios de –aproximadamente– 15.75 centímetros para hombres heterosexuales, incluso mayor para hombres homosexuales.

Los resultados de estos estudios se han visto teñidos por dos prejuicios importantes: el primero, que la medida fue “referida”; y el segundo, que se relacionó con la “deseabilidad social del pene”. Sabemos que las personas influenciadas por la deseabilidad social tienden a subestimar las conductas intencionadas degradables y sobreestiman las conductas deseables, por lo que las medidas informadas pueden ser poco realistas.

Al analizar únicamente los datos de estudios donde los investigadores midieron los genitales en estado de erección, se encontró que la longitud promedio de un pene erecto es de 13.61 centímetros. Por otro lado, al examinar los resultados donde estaba estirado pero no erecto, la longitud promedio reportada es próxima a 12.9 a 13.9 cm. Además, al observar de cerca los datos de estos estudios, también fue posible documentar que solo del 12 al 17% de los los sujetos considerados (a partir de las mediciones realizadas por los investigadores) tenían un miembro de más de 16 cm en erección. Sin embargo, el verdadero problema básico de todos estos datos –incluso cuando no son autoinformados, sino medidos por personal especializado–sigue siendo el relacionado con la técnica de medición. De hecho, un problema importante de los estudios científicos es la falta de un método homogéneo en la certificación de dichas medidas.

Hoy en día, se utiliza comúnmente la medida BPEL (Bone Pressed Erect Length), es decir, la medida que va dorsalmente desde el hueso púbico hasta la punta del glande, o BPFL (Bone Pressed Flaccid Length), realizada con un pene flácido. Para evaluar la circunferencia, se evalúa en el punto de mayor diámetro, que suele ser la base, pero no siempre es así.

El estudio de validación de estas técnicas de medición y que nos proporciona mejores datos al respecto, proviene del King’s College de Londres, donde un grupo de investigadores examinó las medidas del sexo de 15,521 hombres, con información recolectada por urólogos. La medida media informada del falo en reposo es de unos 9 cm (+/- 1.5 cm), mientras que en erección es un poco más de 13 (+/- 2 cm). La circunferencia media en estado flácido es de 9 cm (+/- 1 cm) y en erección es de 11 cm (+/- 1 cm). También sabemos por este estudio que alrededor del 2% de los hombres tienen un pene que se considera más pequeño de lo normal (BPEL <9 cm y BPFL <6 cm). La afección más grave –pero también la más rara– es la del micropene, que es un pene con un BPEL <8.5 cm y un BPFL <5.2 cm. Con estos datos en la mano, solo queda suspirar aliviados: finalmente, definimos que “13 is the new black”.

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2021-05-01T07:00:00.0000000Z

2021-05-01T07:00:00.0000000Z

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Editorial Televisa