Demasiado, demasiado jóvenes

La actitud de “más es más” en el cuidado de la piel y el pelo es también, por desgracia, un síntoma y una causa del aumento de los problemas. Los tratamientos clínicos, como los peelings y los fotofaciales con láser, se están haciendo demasiado pronto y, muchas veces, sensibilizan la piel hasta un punto de no retorno.

Todo ello se refleja en los hábitos de compra de productos de belleza. Según un reciente estudio de Mintel, las veinteañeras y treintañeras gastan su dinero en mascarillas instantáneas y tratamientos de relleno para la noche. Los tónicos y sueros ácidos también han experimentado un auge de ventas, liderados por las críticas de los potentes “transformadores de la piel”, como Glossier Solution y Sunday Riley Good Genes. El objetivo: resultados rápidos. ¿La realidad? Un sinfín de brotes de ira. Porque, según los expertos, los interminables saltos de producto en producto tienen consecuencias imprevistas. Inspirados en múltiples fuentes online, no necesariamente expertas, “mis pacientes más jóvenes suelen sufrir irritación”, dice Bunting (quien, por cierto, también señala a los editores de belleza por sus formas de actuar propensas a la dermatitis). Ocurre que combinan productos “naturales”, como bálsamos limpiadores y aceites esenciales, con potentes ácidos y retinoles “tecnológicos”. Y rematan con bases de maquillaje de larga duración, que tapan los poros y son increíblemente difíciles de eliminar. “Este ‘exceso de productos’ es uno de los diagnósticos más comunes que hago”, asegura Bunting.

Reduce tu rutina a tres o cuatro productos.