LORD MARIO EL DEL BARRIO

Si hay algo que no soporto son las mentiras, pues les platico que conocí a un hombre en un bar que justo resultó ser un mitómano.

Toda la noche se la pasó hablándome de sus negocios, de lo exitoso que era, de cómo el dinero le representaba poca cosa. En verdad, a primera vista el tipo se veía muy decente y no tenía motivos para no creerle. Decidí salir con él una segunda vez y durante la cena en un restaurante, recibió una llamada que puso todo en un tono estresante. Al salir, tuvimos que pasar a su casa a dejar unas llaves, ahí fue donde me enteré de la penosa situación: su casa no estaba donde me contó, el coche que manejaba era prestado y todavía vivía con sus papás. Ese dinero que tanto presumía, realmente no existía.

Si no hubiera alardeado de su situación económica, honestamente no me importaría. Pero –insisto–, odio las mentiras. Moraleja: no todo lo que brilla, es oro.