Televisa Kiosco Digital

Empoderamiento

Nació niña y solo quería jugar futbol

Por JESSICA LÓPEZ CERVANTES

Vaya que si esta palabra ha retumbado en mi cabeza, la he escuchado en tantos podcasts y videos de YouTube, de mis astros y tarotistas, mi terapeuta, amig@s; entre feministas y hombres… Y aun así, no logré comprender su sentido hasta que simplemente miré y acepté mi genuino Yo; algo así como lo que sintió Cruella luego de enterarse de que… (por favor, dime que ya viste la última versión con Emma Stone porque si no, te estás perdiendo de una maravillosa película que justo trata de “aceptarse” por más De Vil que uno sea).

Vuelvo a nuestro asunto. Para hablar de este tema en medio de nuestra edición dedicada a un verano deportivo (gracias Tokio), entrevisté a Paola “La Wera” Kuri; ella me causaba una duda: ¿Cómo esa historia de la niña que le gustaba un deporte de niños impactó en la mujer que es ahora? Después de escuchar su respuesta, no sentí sorpresa, fue lo que esperaba. Pao ha vivido el empoderamiento en medio de un deporte que durante mucho tiempo fue exclusivo de varones; sin embargo, más que batallas contra el mundo, las ha ganado contra ella misma.

Pues… (creo que ella y yo coincidimos), este sentir va más allá de un poder decir “No”, vestirte o hacer a tu gana, sentirte todopoderosa al entrar en una habitación llena de hombres; incluso, rebasa por mucho el tipo de actividad a la que te dediques, si eres empresaria, profesionista, deportista o sirves café en un restaurante. Aun cuando le temas a la pelota, o no sepas cambiar un neumático, cuando desarrollas y detentas el genuino empoderamiento, te sabes ALGUIEN valioso, capaz de crear una vida plena para sí; darte lo que quieres para tu vida y ponerte en esos lugares y con esas personas que te suman. Así como lo ha hecho Paola, quien un día –también, como tú y yo y muchas– volteó a mirarse para descubrirse PODEROSA.

¿De qué maneras esa historia de la niña que amaba un deporte de chicos impactó en la mujer que eres ahora?

Yo siempre tuve que demostrar; agarrar el balón, moverlo, meter goles. Yo nunca llegué a un espacio donde dijeran “Órale, vas”; yo sabía que me veían raro, que estaba la duda; no me daban chance de “ver si era buena”, antes de pensar que no tenía nada que hacer ahí. Entonces, sí tuve que defender mi lugar y espacio en la cancha.

Todo el tiempo recibía un “No es para ti, qué haces jugando futbol”; me molestaban. Y tuve mil y una oportunidades para abandonar el fut (y lo pensé, porque sí es un peso enorme dedicarte a algo que todo mundo te dice que no es lo tuyo, por tu género). Pero no era porque fuese mala jugando o no tuviera habilidades; era nada más una idea: que el futbol no era para mujeres. Pasé momentos difíciles, muchas veces dije “Chance no”, se vuelve pesado, sobre todo cuando eres chiquito, porque no tienes las herramientas a nivel emocional para luchar contra eso.

Pero me anecié, no me importó cuántas veces me dijeron “No”, o las palabras me lastimaran, me quedé jugando futbol sin saber que eso me llevaría a ser de las principales personas en promover la creación de la Liga Mexicana de Futbol Femenil. ¡Imagínate si yo hubiera dejado ese camino realmente! Mi historia de niña fue tan importante que he ayudado a cambiar algo en mi país que no estaba bien, que México no aceptaba a las mujeres en este deporte. Así que el futbol no solo definió mi carácter, sino acciones fuera de mí que marcaron un nuevo rumbo para esta nación y dejaron un statement trascendente para la igualdad de género y las mujeres en el deporte.

¿Cómo lidiaste con esos comentarios generistas?

La parte familiar me conflictuaba; mis abuelitos querían que yo estuviera en ballet o hiciera gimnasia cuando no me sentía agusto con esas actividades, donde más me sentía yo era con mi balón jugando futbol. Nunca me criticaron o atacaron, buscaban hacerme cambiar de opinión.

En la escuela sí era duro para mí, o en los eventos sociales; recuerdo que llegaba en vestido y zapatos, pero llevaba en la camioneta mis jeans y tenis. De ahí venía un tema: el ser femenina, es decir, no es que no lo fuera, pero no es cómodo jugar fut con vestido y en zapatos. Así que recibía bullying, me llamaron

“marimacha” toda mi vida. Sin embargo, yo pensaba que si así me sentía bien, por qué eso iba a estar mal.

Yo creo que cuando somos chiquitos tenemos menos miedos de no quedar bien con la gente, cumplir con la sociedad; sentí una presión muy fuerte. Pero creo que a esa edad uno se sabe escuchar mejor; yo siempre tuve claro lo que amaba, no tuve dudas, el futbol me hacía feliz y lo iba a defender a toda costa.

¿De dónde crees que surgió tu decisión, tu poder decir “Para mí es esto” y defenderlo?

Fue muy natural pero sí tuve momentos en los que necesité aferrarme a otra cosa, porque de repente era demasiado bullying y sentir que no pertenecía; incluso llegué a pensar “Ya no quiero que me estén molestando”, sobre todo las niñas, a ellas les parecía terrible la idea de que yo jugara futbol. En mi círculo no había pequeñas que jugaran este deporte, yo fui siempre la única, prácticamente durante toda mi infancia.

Pero mi mamá, aunque no era fan de que yo jugara fut, me enseñó a defenderme, ella decía: “Nunca dejes de ser tú y protégete a toda costa”. Y me di cuenta de que entre más hacía esto, mejor me sentía conmigo misma. Aprendí que cuando estamos con nosotros, el mundo se puede caer y uno se siente listo para

EDITORIAL MODA

es-mx

2021-07-01T07:00:00.0000000Z

2021-07-01T07:00:00.0000000Z

https://editorialtelevisa.pressreader.com/article/282995402838341

Editorial Televisa