Televisa Kiosco Digital

FRANCISCO TOLEDO

EL ARTISTA MÁS GRANDE DE MÉXICO A DOS AÑOS DE SU MUERTe

Por Alberto Ortega Gurza Fotos Getty Images y cortesía

Fue un personaje empático, sencillo, divertido, auténtico y genial, dueño de una personalidad magnética. Con las pinturas y esculturas que lo proyectaron a la estratósfera del universo artístico creó un mundo fantástico. Como filántropo se dedicó a defender el patrimonio artístico de Oaxaca y a promover la cultura mexicana en el extranjero. Platicamos con su amiga, la reconocida bordadora en seda Faustina Sumano García, quien nos habló del lado humano de este polifacético personaje. A dos años de su partida conoceremos las razones que lo convierten en el artista más importante de México.

Toledo poseía una inteligencia superior y memoria eidética. Frente a un mapa podía señalar cualquiera de las grandes ciudades del mundo y cientos de poblados del estado de Oaxaca, así como repetir sin error largas citas de sus libros favoritos. Igualmente asombrosa era su capacidad para recordar el nombre y la cara de cada persona que conoció en su vida. Jamás se le agotaba el tema de conversación y siempre estaba interesado en algo nuevo. Quienes lo trataron de cerca coinciden en que su carisma era irresistible.

THE MAKING OF

Desde muy chico manifestó talento artístico e irrefrenable impulso creativo, tanto, que su papá permitió que pintara todo lo que quisiera en las paredes de la casa. En el colegio siempre sacó malas calificaciones porque no le interesaba estudiar ni hacer tareas. Lo que quería era dibujar, leer, visitar museos y platicar con los grandes a quienes les hacía muchísimas preguntas. Consciente o inconscientemente desarrolló su propia estrategia de aprendizaje.

Al llegar a la adolescencia entró en un taller de grabado donde inició sus estudios artísticos. Más adelante se mudó a la Ciudad de México para ingresar a la Escuela de Diseño y Artesanías de Bellas Artes. Destacado como un talento, a los 19 años debutó como expositor en la capital del país, y poco después realizó su segunda exhibición en Dallas, Texas, donde dejó de firmar con su nombre de pila, Francisco Benjamín López Toledo, y adoptó el nombre artístico que conservaría a lo largo de toda su vida: Francisco Toledo.

PARÍS MARCÓ UN ANTES Y UN DESPUÉS

Con la ilusión de especializarse en grabado y empezar a exponer en Europa, a los 20 años se mudó a París. La combinación de sus fulgurantes dotes artísticas con su personalidad proactiva y carácter sociable pronto lo llevaron a la alta esfera cultural de la Ciudad de la Luz donde conoció y trabó relación con Rufino Tamayo y Octavio Paz.

Aunque se dice más fácil de lo que es, empezó a exponer en prestigiosas galerías tanto de Francia como de España, lo que representó un logro trascendental para un joven artista zapoteca.

A los 25 años volvió a México como un pintor consolidado. Construyó su nombre y empezó a generar grandes cantidades dinero, pero la sencillez de su corazón se mantuvo intacta. Se mudó un tiempo a Nueva York, por lo que, a los 30 años ya era un personaje multicultural y con

el dominio de cuatro lenguas: español, zapoteca, francés e inglés.

Viviendo intermitentemente entre París y Barcelona, Nueva York y la Ciudad de México, a lo largo de los 15 años subsiguientes produjo pinturas, escultura, grabados y obras de cerámica. Y a los 52 años Toledo se instaló definitivamente en Oaxaca.

Mezclando elementos ancestrales con inventiva y vanguardia, usó los pinceles para dar vida a una realidad paralela. Sus pinturas y dibujos hacen evidente su aprecio por la naturaleza. La muerte, la literatura, el sexo y el más allá son motivos recurrentes, así como también abundan papalotes, libros, máscaras y joyas. Elefantes, monos, murciélagos, iguanas, armadillos, tortugas, conejos, sapos, insectos mitológicos y hasta criaturas antropomórficas son protagonistas de sus creaciones.

El maestro definió su obra como “un universo que ata cabos con lo real y simultáneamente despliega la metáfora”. Su obra, tan cautivadora y enigmática como irreverente y polémica, hoy está repartida en colecciones privadas alrededor del mundo y en los museos de Arte Moderno de México, el MoMa de Nueva York, La Galería Tate de Londres o la Kunstnernes de Oslo, entre otros.

EL ARTE DE CONVERTIRSE EN UN GENIO

Hijo de un zapatero, compartió su cuna humilde con tres hermanos mayores y dos menores. Se casó tres veces y tuvo cinco hijos, entre los que se cuentan una escritora, una fotógrafa y un artista gráfico.

No seguía a los líderes y no adoptaba la moda ni fluía con la corriente. Se partió en muchos pedazos para pintar, grabar, esculpir, escribir ensayos, novelas y poesía, e impulsar la preservación de las tradiciones étnicas y artísticas de Oaxaca; promover la desvaneciente cultura mexicana dentro de nuestro propio país y ante el mundo entero. Encima de todo esto fundó y ayudó a financiar la apertura de museos, institutos y bibliotecas en Oaxaca.

Realizó exitosas campañas para evitar la fractura de los espacios tradicionales porque le interesaba “garantizar la subsistencia del alma de nuestras más valiosas herencias”.

No obstante, cuando se le cuestionó acerca de su manera de organizarse para sumar tantos logros, él respondió: “No tengo un horario fijo para pintar; soy desordenado. Tengo cosas sin terminar desde hace años, meses, días y horas”.

DAVID VENCE A GOLIAT

Una de las causas que encabezó ocurrió cuando McDonald’s estaba a punto de abrir un restaurante en pleno Zócalo de la Ciudad de Oaxaca.

Para evitar la inauguración, Toledo realizó una gran tamaliza a la que todos estaban invitados. También ofreció tejate –la bebida tradicional de maíz, cacao y canela–. “Estos sí son de a deveras, están hechos con ingredientes naturales, y ¡son nuestros!”, repetía animadamente con un altavoz manual, entre bandas de música y la presencia de artistas y hasta funcionarios de gobierno. Apoyó su campaña con una carta dirigida al Corporativo McDonald’s explicando los daños a la tradición y a la economía local que ocasionaría. Adjuntó a la misiva 10 mil firmas que recaudó para acreditar el rechazo de la población. Ni tardo ni perezoso el gobierno de la ciudad canceló el permiso para la concesión.

El artista y activista no paraba, tenía convicción, energía y empuje. Generalmente las causas que capitaneaba llegaban a buen puerto.

En otra ocasión el gobierno municipal decidió convertir un convento del siglo XVI en un hotel de lujo. Tan raudo como veloz, Toledo inició una cruzada para “detener los planes del exterminio cultural”. Habiendo recibido la aprobación de la diócesis, pintó carteles con la leyenda “EN VENTA” y los pegó en las fachadas de varias iglesias de Oaxaca.

GENEROSIDAD

En 2017 pagó con su propio dinero 45 cocinas instaladas en distintos puntos del estado para darles de comer a los damnificados del terremoto que devastó numerosos poblados y afectó a cientos de familias oaxaqueñas.

Poco antes de morir, al ser comparado con otros artistas como diego Rivera, Siqueiros o José Clemente Orozco, quienes lucharon para emprender la defensa de importantes causas, Toledo se desmarcó diciendo: “A ellos les tocó un país que se estaba

construyendo, y a mí me tocó un país que se está destruyendo”.

DIOS LOS HACE…

Su amigo y ferviente admirador, el escritor Carlos Monsiváis, dijo que “Toledo es sinónimo de arte mexicano”, y lo calificó como el más variado y obstinado de los artistas contemporáneos. Agregó que “nada de lo que aparece en su obra había existido antes”.

Tras la muerte de Carlos Monsiváis, como un gesto póstumo a su amigo, Toledo diseñó la urna donde descansan sus restos desde junio de 2011.

Tuvimos el gran honor de platicar con doña Faustina Sumano García originaria de San Juan Chilateca, Oaxaca, la bordadora en seda más premiada de México y considerada entre los Grandes Maestros del Arte Popular Mexicano.

Toledo y ella sostuvieron una relación de respeto mutuo y de amistad que perduró hasta los últimos días de vida del maestro.

LA ENTREVISTA

Doña Faustina nos cuenta que Francisco Toledo fue una persona sumamente interesante y sensible. “Era alegre y positivo, cuando platicabas con él te levantaba el ánimo y te hacía sentir querido y especial”, rememora.

“Fue un ser humano excepcional; a pesar de su extraordinaria fama siempre conservó la sencillez y la humildad. Todo el mundo lo quería, lo escuchaba y lo seguía. Al hablar con alguien jamás se subía en un pedestal. Se comportaba como una persona más y trataba a todos con auténtico cariño”.

Le pedimos que hiciera un breve “retrato hablado” de la personalidad del maestro. “Francisco Toledo es un tema muy extenso,” nos dijo visiblemente emocionada.

¿Qué es lo que más admira de él?, le preguntamos. “Su generosidad no tenía límites,” contestó. “A pesar de ser un hombre sumamente ocupado, siempre se daba tiempo para escuchar y ayudar a quien lo necesitara. Fue un personaje auténtico en toda la extensión de la palabra; muy valorado en Oaxaca por todo lo que dio y defendió. Si fuera escritora, haría un libro en reconocimiento a este ser humano único”.

Nos compartió que guarda como un tesoro la dedicatoria que su amigo Toledo le escribió en un libro sobre la fotografía de uno de sus bordados: “Para mi bordadora favorita de su amigo Toledo”.

LA VIDA: UN INSTANTE ENTRE DOS ETERNIDADES

A los 77 años fue diagnosticado con cáncer de pulmón, pero hasta donde le alcanzaron las fuerzas se mantuvo activo produciendo arte, defendiendo causas y ayudando a la gente.

El 5 de septiembre de 2019, dos meses después de su cumpleaños 79, cerró los ojos para siempre. Tras su muerte, el diario francés Le Monde lo describió como un artista comprometido con el arte, la sociedad y la cultura; y el New York Times lo calificó como “el artista contemporáneo más importante de México”.

Aunque era asediado por la prensa hacía lo posible por mantenerse alejado de los reflectores y rechazaba elogios y honores.

Entre decenas de reconocimientos a lo largo de su vida, recibió el Premio Príncipe Claus, El Premio RightLivehood y el Premio Nacional de las Ciencias y las Artes. Pero su recompensa más valiosa fue, en sus propias palabras, haber tenido la oportunidad de izar muy alto la bandera cultural de nuestro país.

Un periodista español le preguntó qué se debe hacer para vivir la vida plenamente. “No tengo ningún consejo que dar –respondió Toledo–, se aprende sobre la marcha tratando de evitar los errores pasados”.

VIVIENDO UN DÍA A LA VEZ

Asegura que no hizo esfuerzo alguno para llegar hasta donde llegó. “Yo me levantaba en las mañanas y hacía lo que me gustaba hacer. Todo se fue dando de manera natural”.

Estaba convencido de que la lectura, el cine, la convivencia con niños y el contacto con la naturaleza estimulan y enriquecen la imaginación. Veía cuatro o cinco películas a la semana y todos los días leía cosas diferentes. Su escritor favorito era Frank Kafka.

Después de todo y tanto lo que más le interesaba era la cercanía con la gente y el fortalecimiento del amor con sus seres queridos. Fue un hombre de amigos.

Disclosure

es-mx

2021-09-01T07:00:00.0000000Z

2021-09-01T07:00:00.0000000Z

https://editorialtelevisa.pressreader.com/article/282394107532066

Editorial Televisa