La magia de la amistad

Apuesto a que, como yo, has gastado más de la mitad de tu vida adulta en desarrollar tu carrera profesional y relaciones amorosas, ¿cierto? Y justo ahora debemos detenernos e invertir en lo más valioso: los amigos.

Por supuesto, no esperamos que dejes de lado a tu pareja, avanzar en tu carrera, divertirte y crecer. El tema es que debemos estar conscientes de que el refugio más sagrado donde encontraremos comprensión y apoyo incondicional es la amistad. Contar con buenos y verdaderos amigos es la llave de una vida larga y feliz, es bueno para la salud física y emocional: es tan relevante como tu rutina de cardio o, tal vez, hasta un poco más.

Es real aquella frase de que “los amigos son la familia que elegimos”. Son ellos quienes nos apoyan cuando nos rompen el corazón, si no llega la promoción laboral que esperabas o el momento en que tu emprendimiento fracasa. Pero también son ellos con quienes vivimos las mejores carcajadas y recuerdos, y eso, al final del día, es lo único que nos llevaremos de este mundo.

No cualquiera es un amigo auténtico: hay cuates y compañeros, amigos que estarán una temporada en tu vida y se irán. ¿Cómo cultivar amistades y relaciones significativas? Hay que invertirle, como a todo: tiempo, confianza, complicidad, autenticidad, comunicación y empatía son apenas algunos de los ingredientes en una amistad entrañable.

Es clave el tiempo. Para muchos, el ir y venir de la vida cotidiana no deja suficiente tiempo para convivir con nuestros amigos y entonces caemos en la trampa de imaginar que un mensaje o una llamada de vez en vez compensa la presencia... y es un error. La confianza nada más crece en la compañía y la comunicación se practica en persona.

Para lograr la receta de cosechar relaciones significativas requerimos lealtad, interés genuino en los pensamientos y sentimientos del otro, confianza y respeto mutuo, practicar la escucha activa, encontrar intereses comunes, cumplir las promesas, mantener la confidencialidad, celebrar las alegrías y acompañar en la tristeza; aceptar las diferencias sin intentar cambiar o “iluminar” al otro, ser generoso, compartir tus miedos y, sobre todo, saber cuándo estar o cuándo callar.

En esta era digital, donde la tecnología y las redes sociales nos acompañan a todas partes, es posible engañarnos creyendo que siempre estás conectada y en constante comunicación con los tuyos. Nada más lejos de la realidad. Es importante tomarse momentos de desconexión para recargar las pilas y conectarte con los amigos de verdad. No importan los miles de likes ni de seguidores que tengas: prioriza a los reales, a esos que están ahí en el fracaso, en el desamor y en la enfermedad, y no únicamente en las fantasías instagrameables.

Como vemos, no es sencillo crear amistades verdaderas, profundas y duraderas. Hay que ponerle el alma, el tiempo y el corazón, pero la recompensa será la mejor inversión de tu vida. Sé la amiga que deseas tener.

El refugio más sagrado, donde encontraremos comprensión y apoyo incondicional, es la amistad.