EN LA OPINIÓN DE JOSÉ ANTONIO BLASCO

Don´t ask, don´t tell

2023-11-01T07:00:00.0000000Z

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Editorial Televisa

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En La Opinión De José Antonio Blasco

EN 1992 LAS COSAS NO IBAN NADA BIEN PARA LOS HOMOSEXUALES: una década atrás había estallado el SIDA y era ínfima la respuesta oficial a la epidemia que aniquilaba sin compasión a millones mientras los otros volteaban, creyéndose amparados de la sentencia religiosa: ¡Castigo divino a los “mariquitas” por “raros” y “contra natura”! Ese año, y en tan lúgubre contexto, Bill Clinton cumplió su promesa electoral de permitir el servicio en el ejército sin importar la orientación sexual, resumiendo tal espíritu de “evolución” en la inolvidable frase: “No preguntes, no digas”. En 1992 yo cumplía 22 años y ya casi terminaba la carrera de Letras. El futuro, ese sueño que desde niño visualizaba con la llegada del nuevo milenio, lucía tenebroso, sin escapatoria. Mientras, los periódicos destacaban el “logro” de la administración Clinton y era fácil pensar que, si algo no podía ser preguntado ni contestado, igual el clóset seguía siendo la cárcel de máxima seguridad. En esos días, un joven articulista de mi país se confesaba reacio a la entrada de homosexuales en el ejército, pero no por homofóbico, sino –al contrario– pensando en esos “pobres” muchachos rodeados de chicos musculosos y en plena edad hormonal. “Sería, para mí, como dormir en el cuarto con las candidatas del Miss Venezuela, una tortura”, declaró despojado de cualquier prurito moral, vistiendo de chiste tan delicada situación humana. En 2023 veo La inspección (Prime Video) y es evidente que la situación no ha cambiado mucho. Elegance Bratton dirige y escribe un relato que forma parte de su vida como gay: rechazado por su madre, conoce muy bien la calle y sus desventuras hasta que toma una decisión extrema: convertirse en marine. Es la posibilidad de reconquistar el amor materno y conseguir un lugar en el mundo que le rechazaba, y lo asume con total poder, superando las pruebas hostiles que a diario conforman el reto de la supervivencia. Y allí, antes de comenzar su primer día de entrenamiento militar, le preguntan si es homosexual o lo ha sido (como quien pasó una gripe y no quiere regresar a ella), a lo que él y todos contestan un rotundo “No”, por supuesto, aunque más tarde un oficial le dice claramente: “Si echáramos a todos los gays del ejército, nos quedaríamos sin nadie”. Así se gradúa y consigue que su mamá le vea en el acto, ella convencida de que su hijo finalmente se había “arreglado” hasta que él la devuelve a lo real: sigue siendo el mismo hombre que ama a los hombres, solo que ahora está vestido de oficialidad, la misma que se ganó mintiendo sobre su condición. En 1910 se fundó los Boy Scouts of America y desde entonces miles de niños han sufrido abusos y violaciones en manos de quienes supuestamente los cuidaría, sus líderes. Los archivos secretos de los Boy Scouts de EE. UU. (Netflix) me deja asqueado: esta miniserie documental destapa la olla podrida de una organización millonaria que por años ocultó las denuncias hasta que la bola de nieve no pudo ser más grande. Intento imaginar los sentimientos de los padres que le confiaron sus niños a esos monstruos, entregándolos al dolor que los acompañará de por vida, y esa realidad aún hoy no ha desaparecido: la amenaza sigue agazapada. ¿Por qué es tan difícil asumir y exterminar un mal de esta magnitud? Prestigio, dinero y fama se mezclan en una receta que ampara y alimenta lo perverso, y el costo humano importa poco o nada. Es mejor no preguntar, no responder, y voltear al otro lado. —José Antonio Blasco Colina

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