NO TE DETENGAS, ¿O SÍ?

Escribo estas líneas un día después de recorrer 75 de casi

111 kilómetros en la travesía Coast to Coast de Baja California, México, una caminata de aventura que consiste en cruzar a pie la península: desde playa Altamira, en las frías costas del Pacífico, hasta bahía de los Ángeles, en el golfo de California.

Rengueo, tengo ampollas y, debido a las largas horas bajo el sol y el calor del desierto, las manos morenas y la piel seca. Creí que no lo lograría, ya que el primer día di un mal paso después del kilómetro 35, cuando comenzaba a oscurecer, y una lesión leve en la rodilla izquierda se convirtió en un dolor insoportable durante el primer tramo. Sin embargo, llegué la misión de San

Borja tras 14 horas de caminata y unos dos kilómetros remolcada por “la barredora”, la camioneta que recoge a los coasters que, por una u otra razón, no pueden seguir su andar.

Si bien me preparé mentalmente para este viaje, no fue suficiente, pues mis lesiones dejaron relucir mi falta de experiencia en rutas de senderismo largas y mi nada presumible condición física, además de que un mejor calzado habría ayudado a paliar el desgaste en articulaciones y músculos. De cualquier manera, caminé más de la mitad de la ruta en dos días.

No detenerme me ayudó a avanzar, sin duda, pero por ello no pude caminar el segundo día sino hasta el tercero, y solo 27 de 31 kilómetros. Quizá a veces solo hace falta eso para continuar el viaje: detenernos un momento, admirar lo que tenemos al rededor, y seguir. Cada caminante tiene su ritmo, preparación y equipo, pero al final todos compartimos un mismo objetivo: realizar una travesía para conocer tus límites, admirar paisajes inhóspitos y compartir el gusto por explorar las maravillas naturales de nuestro mundo.

Quizá a veces solo hace falta eso para continuar el viaje: detenernos un momento, admirar lo que tenemos al rededor, y seguir.