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PSICOLOGÍA

Identifica las aflicciones que se quedan en nuestra psique y se vuelven heridas emocionales.

POR ARIADNA PULIDO

Los duelos sin resolver pueden llegar a afectar nuestro estado de ánimo y relaciones interpersonales, impidiéndonos sentirnos bien y construir nuevos vínculos saludables y armoniosos. Y es que no sólo nos apegamos a otras personas, sino que también desarrollamos apego psicológico hacia determinados lugares, situaciones y etapas de vida.

Aunque solemos asociar el duelo a la muerte de un ser querido, la pérdida de cualquier objeto de apego o incluso de una relación significativa desencadena una reacción emocional caracterizada por tristeza, miedo, indignación, molestia o enojo.

Si bien el duelo no es placentero, es un proceso natural que está al servicio de nuestra supervivencia, ya que nos permite adaptarnos a una nueva situación sin perder contacto con la realidad.

No obstante, se trata de un estado de ajuste muy delicado que puede salir mal y dejarnos atoradas en una amargura profunda o en la negación, a lo que se llama duelo patológico. También puede ocurrir que en apariencia lo superemos, pero en realidad sólo lo evadimos, por lo que se queda “pendiente”, manifestándose en dolores sin resolver.

¿POR QUÉ NOS IMPIDEN AVANZAR?

A diferencia de la muerte o la enfermedad, hay muchas pérdidas que no vienen acompañadas de rituales colectivos y apoyo social para procesar el duelo. Como no son consideradas dignas de un proceso equivalente, casi siempre tenemos que enfrentarlas en solitario y sencillamente enterramos el dolor que nos causan.

Algunos de los duelos pendientes más comunes, que en diversas ocasiones cargamos sin darnos cuenta, son los siguientes:

1 POR LA PERSONA QUE FUISTE Y YA NO ERES

Cuando cambiamos de una etapa de vida a otra, aunque sea para bien, siempre dejamos atrás cosas que son valiosas para nosotras.

Además, muchos cambios vitales implican la pérdida gradual de la protección de alguien más, de la juventud, del poder adquisitivo o de la energía que solíamos tener.

El duelo por una etapa anterior se manifiesta cuando el pasado irrumpe constantemente el presente, y va acompañado de una sensación de nostalgia y desesperanza.

Una versión muy similar de este sentimiento es el que se relaciona con el futuro frustrado, el que experimentamos cuando nos damos cuenta de que ya no es viable convertirnos en lo que siempre soñamos ser cuando éramos niñas.

2 POR LA PÉRDIDA DE UNA ILUSIÓN ROMÁNTICA

Este duelo es muy común en las relaciones que son “casi algo”. Es decir, esa persona que desató en ti muchísimas emociones y deseos de estar juntos, con quien quizá conviviste mucho tiempo como amigos o colegas, pero que, al final, no se convirtió en la pareja que deseabas. La pérdida de lo que pudo haber sido y no fue –aún después de invertir tiempo, paciencia y energía en construir esa relación– deja cabos sueltos que nos impiden realizar un cierre emocional, y puede impedirnos avanzar en la búsqueda de otras potenciales parejas románticas, o atarnos a la búsqueda de personas que sean lo más similares posible.

3 SILENTE O DESAUTORIZADO

Se refiere a ese duelo que, ya sea por culpa, vergüenza o presión social, no nos atrevemos a expresar. Algunos ejemplos de ello son los abortos espontáneos, la ruptura de una relación extramatrimonial o incluso seguir extrañando a una expareja cuando ya tenemos un vínculo nuevo.

El duelo silente por lo general nos lleva a proyectar en los demás esas emociones que no nos dimos permiso de sentir, o ese rol que tenía la persona que se fue. Al final, el dolor y el enojo terminan expresándose de una u otra manera, y eso puede recaer en esas personas que no tienen la culpa.

4 POR LO QUE DEJASTE ATRÁS

Se relaciona con un fenómeno llamado “culpa del superviviente”, es decir, cuando logras dejar atrás una vida complicada, violenta o marcada por la pobreza, y es que hay un dolor muy profundo por las personas que no pudieron salir de esa situación y a quienes no pudiste ayudar, o no quisieron tu ayuda.

Este duelo pendiente puede llevarnos a sentir que no merecemos las cosas buenas que ocurren en nuestra vida, o que son resultado de la casualidad y no de nuestro esfuerzo.

5 POR UN PAPÁ O UNA MAMÁ AUSENTE

Finalmente, aunque hayamos crecido “acostumbradas” a que papá o mamá simplemente no estaban, esto también causa un duelo latente que se expresa como una herida de abandono.

Esto se debe a que vivimos en una sociedad en la que todo el tiempo vemos representaciones de familias nucleares felices, y es imposible que no terminemos haciendo comparativas y sintiéndonos mal por no tener lo que otros aparentemente sí tienen.

El duelo es una herramienta de supervivencia, ya que nos permite ajustarnos a las nuevas circunstancias sin perder contacto con la realidad.

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2023-03-01T08:00:00.0000000Z

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